Noviembre 23, 2024

Nadie quiere pagar el “muro” de Donald Trump

Trump, cual niño mañoso entre películas de dibujos animados e insultos a sus colaboradores, tiene metido entre ceja y ceja la construcción del famoso muro en la frontera sur del país, a fin de evitar el ingreso de algunos habitantes de “países de mierda”, sobre todo de los más pobres,  incluidos  los niños.

 

 

 

Trump sabe que, a largo plazo, el español será la primera lengua de “yanquilandia” y, producto de su política imperialista se avecinan graves conflictos en América  del Sur: por una parte, la creciente miseria en América Central – con gobiernos instalados por los propios yaquis – aportarán millones de “apestosos”, en búsqueda del supuesto paraíso americano; por otra parte, la posible invasión de Venezuela, que ha sido frenada gracias a las amenazas de intervención de Rusia.

 

La pataleta de Trump por el muro no es tan inocente como aparenta: además de miedo al peligro de lo que llaman “invasión de los países del sur”, a partir del 3 de enero del presente año la guerra entre Demócratas y Republicanos está declarada: para los primeros, pueden salvarse solamente apelando al impeachment, o bien, con su triunfo en las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2021; para los segundos, manteniendo la continuidad de la política de Trump.

 

El Congreso aún no ha aprobado el presupuesto necesario para financiar el muro o la valla, que representa una ínfima cantidad del total del gasto del gobierno norteamericano.

 

El muro no es una invención de Trump, pues lo inició el ex Presidente Barack Obama quien, a su vez, ostenta el precedente más próximo del cierre parcial del gobierno: en el año 2013 el Congreso le negó la aprobación del presupuesto ante la negativa del entonces Presidente al negarse a atrasar por un año la implementación del proyecto “Obama care”.

 

Si en México aùn estuviera como primer mandatario Enrique Peña Nieto y su asesor, Luis Videgaray, es posible que hubiesen cedido a las amenazas infantiles del matón Trump y, seguramente, hubieran pagado parte del costo del muro. Hoy los mexicanos han recuperado la dignidad y tienen un Presidente progresista, Manuel Andrés López Obrador, que se negará a pagar un solo peso del odiado muro.

 

El cierre parcial del gobierno significa que 450.000 funcionarios del Estado tendrán que trabajar sin remuneración, al menos por un mes, y 380.000 personas con empleos no fundamentales se verán obligados a tomar vacaciones no voluntarias; 800 mil hogares no tendrán presupuesto familiar para vivir este mes; los museos y la Estatua de la Libertad estarán cerrados, así como los Parques Nacionales, cuyos gastos deberán ser financiados por los Estados; las subvenciones de alimentación quedarán suspendidas, y muchos pobres no contarán con dinero ni siquiera para el pan. “Los soñadores”, seguirán en el limbo, sin ningún aporte fiscal.

 

La propaganda de Trump acusando a los Demócratas de sostener una política de fronteras abiertas sólo sirve para engañar a los imbéciles norteamericanos, que antes eran partidarios de Trump, y lo seguirán siendo, pues constituye un voto cautivo que, hasta ahora, ningún “científico” ha descubierto “la medicina” contra la estupidez humana, mil veces más dañina que la peste bubónica – el hombre intrínsecamente no es ni bueno ni malo, sino tonto cuando adopta la forma de manada, es decir, de elector, que compra humo a cuanto sinvergüenza se le presente. Trump amenaza con prolongar el cierre parcial del gobierno hasta tanto los demócratas   no aprueben la totalidad del costo del famoso muro de la ignominia.

 

El costo económico del cierre parcial para Estados Unidos es enorme, pero para los millonarios poco importa que su país se hunda, lo fundamental es salvar Wall Street, que en estos últimos días ha cerrado con caídas espectaculares. El presidente de la FED ha prometido detener las tasas del alza de interés, que permitirá devaluar el dólar y, así, salvar a los millonarios de la City.

 

Cada uno tiene su propia utopía: la de los ricos es muy clara: ojalà existiera un número pequeño de “rotos”, blancos, evangélicos y anglosajones, que tuvieran plena empleo en las grandes empresas y, de esta manera, se pudieran eliminar los in necesarios inmigrantes centroamericanos, mexicanos y sudamericanos, cuya única misión en la vida es parir niños “feos y de mierda”.

 

 

Los nazis perfeccionaron la forma de eliminar a los judíos: primero, los fusilaban gastando millones de marcos en balas, además de provocar daños psicológicos en los fusileros; luego, gasearlos dentro de los camiones de transporte; por último, utilizar masivamente  gases baratos para el exterminio.

 

La utopía de los seguidores de Trump es mil veces más hipócrita: construir un muro para que ningún atorrante latino  entre a la “tierra prometida”. Los sionistas – no confundirlos jamás con los judíos en general – se vanaglorian del muro construido en la frontera con Palestina. Trump acaba de jactarse de una conversación con el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien aseguraba que el muro construido durante su gobierno había tenido un 99% de efectividad.

 

Por lo que hemos visto hasta ahora, el 2019 será “un año de mierda”, y que los ultraderechistas con su pan se la coman, lo malo es que “los ricos coman pan y los pobres mierda, mierda” es sólo una canción muy bien intencionada.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)

07/01/2018     

Bibliografía

Jacques Attali

Los Judíos, El mundo y  el dinero FCE

   

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