Noviembre 23, 2024

En la coalición derechista la lucha ahora es interna

El 2018 fue el año de la explosión de la derecha. Triunfó en la mayoría de los países donde hubo elecciones. La izquierda ‘oficial’ (aquella de la Concertación y Nueva Mayoría) se ha recogido a unos cuarteles ignotos y desde allí contempla el avance del conservadurismo. ¿Qué puede ofrecerle esa izquierda al pueblo en asuntos económicos, si este ya ha sido brutalmente amaestrado por el gran capital en materias de consumismo, individualismo y endeudamiento?

 

 

Tal vez la oferta sea humanizar un poco el sistema, pero sin siquiera rasguñarle las bases, lo cual equivale a un cero a la izquierda, pues ‘humanizar’ el neoliberalismo es una oración que no se reza en las capillas de los grandes inversionistas transnacionales.

 

El pueblo lo sabe, o lo pispa, y aunque muchos intelectuales lo suponen ignorante y simplón, lee mejor la realidad que cualquier experto y tiene claro que la hora de la izquierda aún no ha llegado, y solo lo hará cuando de ella surjan ideas nuevas, propuestas claras y demuestre contar con liderazgo, unidad y fuerza suficientes para convertirse en alternativa verdadera. Por mientras, ambos, pueblo e izquierda esperan… y miran lo que sucede en la vereda de enfrente.

 

¿Y qué sucede allí, entendiendo que esa parte de la vereda es hoy quien gobierna? José Antonio Kast y Sebastián Piñera se muestran los dientes. Si antes “no se tragaban”, ahora ni siquiera “se mastican”.  En algún momento se asociaron (fue con ocasión de las elecciones presidenciales últimas), pero la separación se produjo no bien el actual mandatario comenzó a tomar decisiones en temas que al senador Kast le parecen intransables.

 

Dentro de la derecha los partidos que la conforman deberán alinearse, sí o sí, con una de esas dos alternativas. Veamos de qué trata este punto.

 

Piñera representa el mercantilismo, el predominio del dinero por sobre todo lo demás, y cree que a partir de ese hecho pueden desarrollarse actividades y programas que vayan en beneficio de la población. Para él, lo primordial en su gobierno es atender las necesidades e intereses del empresariado y la banca; el resto puede esperar. Lo ha demostrado muchas veces; a guisa de ejemplo recordemos lo acontecido en Quintero y Puchuncaví cuando los dardos por la contaminación que afectaba a sus habitantes apuntaban directamente a la empresa Oximin, en la cual tiene participación uno de sus más leales amigos y socios (cónyuge además de su actual Ministra de Medio Ambiente).  En ese trance, la Moneda ordenó múltiples acciones (incluyendo suspensión de clases en liceos, escuelas y colegios, así como amenazas y sanciones a la estatal Enap), pero ninguna de ellas determinó detener las máquinas y apagar las chimeneas de Oximin. Ninguna.

 

El actual mandatario tiene contendores y adversarios, nadie lo duda, pero la sorpresa reside en que el más duro y tenaz no es un miembro de la oposición… es un abogado derechista que ha aparecido repentinamente en la escena política, y lo ha hecho mediante el uso de proclamas e ideas que apuntan a satisfacer el más profundo sentimiento nacionalista y clasista de algunos sectores de la sociedad chilena, lo que incluye a ciertos grupos que pertenecen a las clases menos favorecidas económicamente. 

 

Abusando de un discurso simple asentado en frases e ideas que prohíjan el aislacionismo de nuestro país respecto del resto de las naciones del subcontinente, y proponiendo el uso de la fuerza y la violencia de un estado policial-militar como métodos políticos para solucionar problemas, además de pontificar un anti feminismo decimonónico y un fanatismo religioso medieval, a José Antonio Kast, no se le ha escuchado ninguna propuesta moderna, significativa, amén que como parlamentario muestra una de las más bajas asistencias a las sesiones del Congreso. Tampoco se le conoce como un preclaro legislador, ni se ha distinguido por presentar un plausible proyecto de desarrollo armonioso e integral para el país y su gente. Por el contrario, conocida es su postura anti-trabajadores, anti sindical y socialmente diferenciadora de clases.  Es en suma, el fiel reflejo del neo fascismo que explosiona en varias naciones del planeta.

 

En esas dos aguas se mueven los veleros derechistas actualmente. Piñera y Kast. El neoliberalismo económico salvaje y el neo fascismo totalitario. En ambos se encuentra beneficiado el mismo grupo de mega empresarios que son “la mano que mece la cuna”.

Lo mencionado en estas líneas tiene un costo alto para la derecha gobernante: su fragmentación. Las tiendas partidistas que la conforman deberán tomar muy pronto una decisión: alinearse con una de esas alternativas. ¿Con cuál? ¿Unitariamente? ¿Será posible ello? Ya se han producido los primeros efectos de este disenso. Vea usted.

 

El diputado Ignacio Urrutia (UDI) fue el primero de la bancada parlamentaria derechista en abandonar el conglomerado para trasladarse al movimiento político ultra nacionalista que encabeza José Antonio Kast, “Acción Republicana” (cobertura del Movimiento Social Patriota, un grupúsculo cercano al neo nazismo).

 

Después de Urrutia vinieron otros. ¿Ejemplos? Desde que asumió como diputado, en marzo de este año, junto con las actividades de su partido, Renovación Nacional (RN), Cristóbal Urruticoechea mantiene un estrecho vínculo con Acción Republicana. Al conocer la decisión que la directiva de la tienda adoptó, en orden a que los dirigentes de RN deben tomar  distancia de José Antonio Kast, el parlamentario se declaró “sorprendido”, pues no ve en él “un factor de riesgo” para la coalición, sino, “un líder que le hace bien al bloque oficialista y por quien se debe trabajar para que se convierta en el próximo Presidente de Chile”.

 

Entonces surgió el mismísimo mandatario, Sebastián Piñera, terciando en estos asuntos. Sin pelos en la lengua declaró: “José Antonio Kast no es el camino para Chile”. En apoyo del mandatario saltó a la palestra el ex ministro del interior en su primer gobierno (2010-2014) Rodrigo Hinzpeter quien a diferencia de lo que opina un porcentaje de la gente de Chile Vamos, contradijo las opiniones de Kast y sus seguidores al afirmar que “el negacionismo (de los crímenes de la dictadura) debe ser penalizado, pues él supone una forma de burla o menosprecio al dolor”, y agregó luego: “el negacionismo erosiona la memoria, y a la larga, puede alentar la repetición de los hechos”.

 

Rematando –por ahora- esta saga de controversias, el senador Francisco Chahuán (RN) manifestó que “si quiere (Kast) ser candidato presidencial primero tiene que competir conmigo”, dejando claro a su vez que está dispuesto a participar en primarias para elegir al “presidenciable’ de la derecha.

 

No podemos dejar sin mención a un importante segmento de la derecha pasiva, aquel que no participa en las discusiones ni en las reuniones ni tampoco en las marchas, pero asiste sagradamente a sufragar y siempre lo hace privilegiando a algún candidato “mesurado, culto, y con cierto recorrido en la cosa pública”. Ellos son los “momios de izquierda”, personajes muy característicos de la política chilensis (o de “Pelotillehue”, como diría el gran Palomo), caracterizados por un temor de aquellos si se les habla de comunismo, muy dados a la caridad en reemplazo de la justicia social, defensores de la democracia institucional pero, primeramente y antes que todo, devotos del orden y el respeto. Por cierto, forman una bandada importante que, a pesar de los pesares, también puede derivar –por su pusilanimidad y carencia de información (y de formación)- en huésped del neo fascismo.

 

Así están las cosas en la derecha que comienza a procurar alineamiento unitario con una de las alternativas expuestas en estas líneas (incrementar el neoliberalismo salvaje, u optar por el neo fascismo totalitario). Mientras ello está en lamentable proceso, la izquierda, ya lo dijimos, sólo mira…no tiene aún capacidad para algo más.

 

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