Septiembre 20, 2024

Hermes Soto enredado en una trama de mentiras

El perro de Pinochet fue tan cobarde que ni siquiera respondió en vida por sus crímenes de lesa humanidad: se hizo el tarado, cuando estaba más cuerdo que cualquiera, y evitó la justicia. Ministros de gobierno, milicos y carabineros tomaron de su líder la mala costumbre de no cumplir con la responsabilidad del mando: el Milicogate, el Pacogate, la Operación Huracán y el alevoso asesinato del comunero mapuch, Camilo Catrillanca constituyen un ejemplo de la irresponsabilidad de la cadena de mando.

 

 

En el caso, por ejemplo, del Milicogate y de otros muchos escándalos propiciados por las Fuerzas Armadas no responden ni los comandantes en jefe, ni los ministros de Defensa; en los casos Pacogate y Huracán, el exGeneral Director de Carabineros Bruno Villalobos, no asumió la responsabilidad del mando y el Presidente Piñera, en el mismo día de asumir la presidencia del país, lo despidió. En el alevoso crimen de Catrillanca se han requerido una serie de videos, publicados por Ciper Chile, CNN-CHV, para probar la cadena de mentiras contenidas y propagadas por los distintos medios de comunicación social desde un comienzo, por parte del Ministro del Interior, Andrès Chadwick, del subsecretario, Rodrigo Ubilla, del Director General de Carabineros, Hermes Soto, del entonces intendente de la región de la Araucanía, Luis Mayol.

 

Ya ha trascurrido más de un mes y sólo habían pagado por el crimen de Catrillanca los cuatro presuntos autores directos del asesinato, además del intendente Mayol, a quien  le pidió la renuncia, ( todos sabemos que los intendentes no tienen ningún poder para tomar decisiones, que sólo corresponden al Presidente de turno, es decir, son como el muñeco del ventrílocuo).

 

Debido al impacto provocado por la exhibición de los videos que demuestran con detalles que el asesinato del comunero mapuche fue alevoso, y que producto de los 17 disparos, cuyo blanco eran las dos personas que estaban sobre el tractor, el Presidente Piñera se ve obligado a pedir la renuncia del General Director de Carabineros, que apenas lleva nueve meses en su cargo.

 

Si se aplica la cadena del mando, por lógica, el Presidente debiera pedir la renuncia del Ministro del Interior, cabeza del   mando en Carabineros; Chadwick, si no renuncia, caería perfectamente en la causal para la acusación constitucional por abandono de sus deberes, y si los parlamentarios se abstienen de presentarla, también incurrirían en la misma falta al no cumplir el deber de fiscalización de los actos del Ejecutivo.

 

El asesinato de Catrillanca prueba que la política de todos los gobiernos de Chile hasta ahora, respecto al pueblo-nación mapuche ha sido reiteradamente criminal, pues han elegido el camino de la coerción, la militarización y la judicialización, aplicando leyes inhumanas como la antiterrorista.

 

En el fondo las políticas de Frei Ruiz-Tagle, Lagos, Bachelet – durante sus dos períodos – y Piñera – también en su período y hasta ahora – son difíciles de distinguir de las aplicadas por José Joaquín Pérez y Domingo Santamaría, (los liberales de antaño actuaban de manera semejante a los recientes  mandatarios,   de centroderecha o de centroizquierda que, para el caso de los mapuches, y según sus propias expresiones, son iguales).

 

Tal vez la única excepción honrosa ha sido la del Presidente Patricio Aylwin, quien intentó implementar un proyecto de nuevo trato con el pueblo mapuche.

 

Es vergonzoso que los gobiernos de la transición a la democracia hayan demostrado tal indolencia e incapacidad para dejar la relación entre Chile y el pueblo-nación mapuche en manos de los fiscales y de las fuerzas represivas del GOPE, cuando existen en el mundo experiencias a imitar, entre ellas la de Canadá, Nueva Zelanda, incluso, Bolivia, Colombia y Ecuador, países todos que han resuelto el problema de la integración y reconocimiento de los pueblos originarios.

 

Cuesta constatar diferencias en el trato al pueblo-nación mapuche entre Cornelio Saavedra, (jefe del ejército en la “pacificación de la Araucanía”) y los carabineros que han asesinado a jóvenes comuneros mapuches. (Al menos, si tuvieran una pisca de ética, le podrían cambiar el nombre de Puerto Saavedra por el de Camilo Catrillanca).

 

Si leemos con atención a historiadores dedicados al período de fines del siglo XIX, como Pepe Bengoa y a Carmen MC Evoy, nos permitiría comprender que las ideas liberales que impulsaron la guerra del nitrato y, posteriormente, la “Pacificación de la Araucanía”, que según MC Evoy, el ejército chileno estaba constituido por lo que ella llama “guerreros civilizadores”, cuya misión era vencer, dominar e integrar a occidente  a pueblos “inferiores” femeninos, es decir, depravados por el virreinato – caso Perú – o de puros indios, como Bolivia, asì tuvieran que utilizar el letal de las armas. Después de terminar la guerra del salitre, el segundo objetivo era integrar a Chile a los mapuches a sangre y fuego.

 

El primer escudo de la independencia de Chile está adornado por dos mapuches con plumas en sus cabezas, lo que prueba que nuestros denominados “héroes” poco conocían a los mapuches, a quienes los confundían con los  indios del Amazonas, por ejemplo. (Bernardo O`Higgins sí que los conocía, pues le gustaban bastante las “chinas”, fueran mapuches,  aymaras o cholas.

 

Para los liberales, que posaban de progresistas, los mapuches eran “flojos, sucios y de un idioma “parecido al inglès”, como lo sostiene el “erudito” diputado de la UDI, Ignacio Urrutia. Francisco Antonio Encina – rey del plagio – sostiene que la cultura mapuche es de muy bajo nivel, opinión que repite el historiador Sergio Villalobos. El único estudioso, del siglo XIX, que validó la cultura mapuche fue el escritor Nicolás Palacios quien admiró a los “rotos”, a quienes creía hijos de visigodos ( rubios) y mapuches.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

20/12/2018

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