Septiembre 20, 2024

No al Pacto Migratorio, no a la multiculturalidad

 

El desarrollo humano significa enfrentar diversos desafíos, en especial aquellos que fracturan la dignidad humana en sus distintas manifestaciones. En ese contexto, el Pacto Mundial para la Migración Segura era visto con esperanza, como una forma ordenada y regular de abordar este ámbito, antecedido por un trabajo de dos años de estudios y negociaciones.

 

Sin embargo, el gobierno se marginó de éste y, de paso, marginó a un país completo de profundizar el compromiso con los derechos humanos.

 

Los gobiernos que, en estos días, adhirieron a este pacto, realizaron una serie de declaraciones como: el ejercicio del multilateralismo, la promoción de encuentros interculturales, el fomento de la integración, el salvar vidas, prevenir el tráfico ilegal y la trata de seres humanos, proporcionar información precisa, facilitar un proceso de contratación justo, reducir la vulnerabilidad en el ámbito de la migración, gestionar correctamente las fronteras e invertir en el desarrollo cultural de los país.

 

En contraposición, en Chile estamos en el camino de la negación de nuestro origen inmigrante y fomentando un nacionalismo basado en la exacerbación de las diferencias, a través de las elites políticas, intelectuales, económicas y religiosas. Ello ha generado un racismo selectivo, pero constante, frente a aquel que no es parte de esta monocultura, exacerbada por el gobierno y alimentada por el sistema educacional.

 

Esto, cuando el objetivo último es el desarrollo humano integral de todos: migrantes, refugiados, su comunidad de origen y su nueva comunidad, en los verbos de acoger, proteger, promover e integrar.

 

Lo cierto es que los inmigrantes han realizado innumerables aportes a nuestro país, con su creatividad, arte y pensamiento, en diversas áreas de la cultura. Hoy, muchos son parte del legado patrimonial tangible e intangible de la nación, contribuyendo en gran medida a la construcción de nuestra identidad.

 

El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, también, está al debe en esta discusión.

 

El lenguaje inclusivo que promueve sobre temáticas de género, discapacidad y pueblos indígenas no son suficiente para nuestro país, cada vez más diverso y multicultural. La inclusión no tiene fronteras, la inclusión cultural es la riqueza y capital futuro de nuestro desarrollo humano.

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