Diciembre 27, 2024

Alán García devuelto a su casa

El acuerdo de Caracas, (1954), es claro y preciso: la única posibilidad de negar el asilo político es encontrarse procesado o condenado por delito común. El Presidente de Uruguay, Tabaré Vásquez, aplicó este principio jurídico al sostener que en Perú existe separación de poderes, en consecuencia, el Judicial es independiente del Ejecutivo.

 

 

Que la democracia peruana tiene muchas deficiencias – la mayoría de los países latinoamericanos las tiene – no cabe duda alguna. En el Poder Judicial, por cierto, hay jueces corruptos y es muy discutible el mal uso de la prisión preventiva, medida cautelar que sólo puede aplicarse en última ratio, cuando se dan  tres  condiciones: inminente peligro de fuga, amenaza a los testigos o entorpecimiento en la investigación.

 

 Richard Concepción Carhuancho no actúa muy correctamente al apresar primero e  investigar después, tal vez una vieja táctica empleada para “ablandar” al acusado.

 

La justicia brasilera y peruana hace uso y abuso de la delación compensada, pretextando que sin este instrumento no podrían llegar a la verdad – por cierto, es mejor que la tortura aplicada en la Edad Media -. Yo, por mi parte, prefiero ser garantista que no respetar los derechos del acusado, es decir, el debido proceso y la presunción de inocencia, (las cárceles están llenas de personas víctimas de malos jueces ). Las prisiones en América Latina constituyen un atropello flagrante a los derechos humanos, por lo demás, la población penal está compuesta por los pobres y humillados de la sociedad.

 

La justicia peruana ha tratado a  Alán García en forma privilegiada: se le acusa de un daño al fisco por la suma de 24 mil millones de dólares basado en sobornos recibidos de Odebrecht, para la construcción del tren eléctrico y las líneas 1 y 2 del Metro. Como la mayoría de los jefes de bandas delictuales, García hace pagar a chivos expiatorios por sus delitos lavándose las manos.

 

La justicia peruana ha sido más eficaz y valiente que la de sus congéneres en América Latina: los fiscales y el juez Concepción Carhuancho se han dado el lujo de enviar a la cárcel al ex Presidente Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, y a la ex candidata a la presidencia de la república, Keiko Fujimori. (Por el contrario, los jueces colombianos han hecho caso omiso del soborno recibido por el ex Presidente Juan Manuel Santos y por su rival, Iván Zuluaga, y para qué referirnos al ex Presidente Álvaro Uribe).

 

Alán García Pérez recibió la cautelar más baja de las existentes: la prohibición de abandonar el país; en otros sistemas judiciales, por el simple hurto – y si se agrega su condición de pobreza – un juez puede aplicar, incluso, la prisión preventiva.

 

Creer que la justicia es justa es un error, pues los sistemas judiciales corresponden a las sociedades en las cuales se desarrolla, (en Chile, por ejemplo, es clasista, racista y enemiga del pobre al que asimilan como delincuente – como diría el poeta Vicente Huidobro “la justicia  siempre se inclina para el lado del queso”.

 

Alán García, en sus dos períodos de gobierno se ha hecho millonario, así nos dé envidia, pasa la mitad del año en París y la otra, en Lima, por consiguiente, goza de todos los privilegios que la justicia otorga a los ricos, pero cuando se siente en peligro a causa de la persecución de un fiscal porfiado, pero honesto, en este caso, José Domingo Pérez, recurre a su celular para buscar la dirección de las tres grandes embajadas que se encuentran en la Calle Callao – Francia, Alemania y Colombia -, y no tiene razón para imitar a su mentor, Víctor  Raúl Haya de la Torre, ni ser acompañado de chiquillas jóvenes y hermosas para engañar a los guardias de la embajada.

 

En el caso de García Pérez, hombre muy inteligente y resbaladizo, habría que colocar un guardia en todas las embajadas y, sobre todo, vigilar las fronteras, por donde fácilmente cualquier persona puede burlarlas sin problema. Nada de raro que uno de estos días tengamos la oportunidad de   encontrarnos con Alán García en la Plaza San Marcos, en Arica.

 

Dicen que la justicia tarda, pero llega. En el año 2050 estarán “cumpliendo condena” Fujimori, (padre e hija), Alejandro Toledo, Alán García, Ollanta Humala y PPK, sin importar que alguno de ellos esté pagando su pena en el infierno.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

03/12/2018             

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