Noviembre 23, 2024

Quiénes están en la retaguardia del Comando Jungla

La industria forestal chilena, uno de los sectores de la economía más predecibles al estar basado en un modelo rentista con raíces en la oligarquía, cruza también parte de la historia más infame de Chile. Son muchos los episodios e incidentes que tocan a esta industria, que los arrastra desde los orígenes de la misma república, pero en estas breves líneas bastaría con mencionar que hereda como propiedad el genocidio mapuche. A esta barbarie, rentable para oligarcas hoy mutados en neoliberales, podríamos sumarle los crímenes de Laja San Rosendo, una operación cívico militar montada desde la CMPC, la Papelera del oligarca, rentista y conspirador Eliodoro Matte, con un saldo de al menos dos decenas de campesinos y activistas territoriales asesinados.

 

 

 

 

El asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca es una consecuencia directa de la excecrable historia y cultura chilena. Un sector de la economía, pero no sólo de la economía como denominación, sino del capital, tiene sus bases y orígenes en el despojo  de las tierras al pueblo mapuche por el estado chileno, entidad conrolada desde sus orígenes por elites. Es el sector agrícola y forestal asentado en territorios ancestrales, cuyo crecimiento económico bajo la desregulación neoliberal ha ido a la par con el aumento del conflicto.

 

 

 

La industria forestal se inscribe, así como la minería y la pesquería, en una estrategia económica y comercial, que diseñada e impulsada con énfasis desde la dictadura no muestra señales de cambio, sino que apunta hacia su consolidación. La estrategia, basada en la extracción y exportación de recursos naturales,  ha ido de la mano con las políticas económicas y comerciales, las que han tenido como elemento clave la apertura arancelaria y la suscripción de acuerdos de libre comercio. La instalación de estas industrias es el segmento, la fase productiva, en tanto la apertura arancelaria que apunta a la búsqueda de nuevos mercados externos, es el diseño económico y la estrategia comercial. Son dos caras de una misma moneda: un modelo productivo basado en la extracción y venta de materias primas y apertura y desregulación de mercados. Es el reconocimiento, que ha sido opción política, de constituirse como economía primaria que suministra al mundo materias primas cuyos precios, bien se sabe, dependen de la oscilación de los mercados y los ciclos económicos.

 

 

 

Estos sectores productivos de materias primas, de commodities, son la piedra angular de la economía chilena, en cuanto son también la expresión de una estrategia económica minuciosamente elaborada, la que ha tenido el apoyo explícito de los gobiernos, tanto durante los años de la dictadura como a partir de los gobiernos de la inacabada transición. Así es el caso de la gran minería privada del cobre, la que desde comienzos de los años 80 del siglo pasado ha recibido exenciones tributarias, escándalo que sólo hace pocos años llevó a la discusión sobre la necesidad de aplicarles un royalty, tributo aun cuando hoy vigente no ha alterado sustancialmente las grandes garantías que el Estado chileno ofrece a este sector. Y algo muy similar ha ocurrido y sigue sucediendo con las plantaciones forestales, las que han sido beneficiadas desde 1974 por un subsidio directo del Estado. En ambos casos los receptores de estas regalías no son pequeños propietarios, sino  los grandes conglomerados.

 

 

 

 

 

 

 

EXTRACCIÓN Y EXPORTACIÓN

 

 

 

Estamos hablando de grandes y escasos conglomerados, orientados básicamente a la exportación. En el caso del sector forestal, se trata de un área de la economía que tiene una participación del 3,5 por ciento en el producto nacional para constituirse en  la segunda actividad económica más importante del país, sólo superada por la minería. Sus exportaciones sumaron el 2017 más de 5.300 millones de dólares, o aproximadamente el siete por ciento del total exportado.

 

 

 

 

 

Si se suman los dos otros grandes sectores extractivos, tenemos que la minería, la pesca y el área forestal suman exportaciones por unos 43 mil millones de dólares, lo que viene a ser aproximadamente el 61  por ciento del total. Un volumen que corresponde también en su gran proporción, aproximadamente un 90 por ciento, a recursos naturales, materias primas o bienes de muy baja elaboración, característica que tiene incidencia tanto en el medio ambiente como en la calidad de los empleos creados.

 

 

 

Estas cifras permiten calificar a estas áreas de la economía en su escala más primaria, que es la extractiva. Pero también es necesario notar que esta característica está asociada a un alto nivel de concentración del capital y orientada en casi su totalidad a los mercados externos. Sucede en el sector forestal, y también en el minero y pesquero. Es lo que ha llevado a hablar del enclave minero, concepto que también le cabe al sector forestal, cuyos monocultivos utilizados básicamente en la producción de celulosa y de madera aserrada tienen un bajo impacto en el resto de las actividades económicas de la región y un impacto altamente perjudicial en el medioambiente y en las relaciones con el pueblo mapuche. Muchas de las tierras usadas por las forestales son reclamadas como territorio ancestral por comunidades mapuches.

 

 

 

 

 

El principal producto de exportación forestal es la celulosa, la que se envía al exterior prácticamente en su totalidad. Las estadísticas del año pasado señalan que la industria exportó 500 millones de dólares de madera aserrada, pero más de 2.500 millones de celulosa. Proporcionalmente, la celulosa es casi el 50 por ciento del total exportado por esta industria.

 

 

 

En cuanto a grado de elaboración de los productos, si no se considera el proceso industrial de la producción de celulosa ni el cepillado o aserrado de la madera, éstos prácticamente no lo tienen. Dejando estas actividades de lado, sólo un 20 por ciento de todas las exportaciones tienen un mayor grado de elaboración, como son los tableros, y apenas un tres por ciento corresponde a obras de carpintería.

 

 

 

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INCRUSTADAS EN MEDIO DE LA POBREZA

 

 

 

La estrategia económica chilena, que está atada a su estrategia exportadora, se basa en estos sectores, los que, dicen y repiten el sector privado y los oficiantes del modelo, son también la base del crecimiento del producto y el puntal del resto de los agentes económicos. Son también, dice la misma industria, grandes generadores de empleos, tanto directos como indirectos.

 

 

 

Hay ciertamente una directa relación entre el empleo y los sectores agrícolas y silvícolas. El sector forestal, informa la asociación Chilena de Seguridad, emplea a casi 60 mil trabajadores. De ellos, unos 18 mil laboran en los bosques y unos 25 mil en los aserraderos. Si consideramos que la actividad forestal está localizada en las regiones Séptima y, principalmente, Octava y Novena, éstas, sin embargo, no han conseguido salir de la condición de pobreza, pese a las bajas cifras desempleo regionales. Al 2015 la pobreza en Chile, según la Encuesta Casen, era de un 11,7 por ciento. En la región de La Araucanía, el 23,6 por ciento de la población vive bajo la línea de pobreza, con la tasa más alta del país.

 

 

 

La industria se nutre de madera de bosque nativo y plantaciones forestales, las que son básicamente monocultivos de pino y eucalipto. Existen 7,6 millones de hectáreas que corresponden a bosques productivos de especies nativas, en tanto 1,5 millones de hectáreas están cubiertas por plantaciones artificiales, en las que el pino radiata es la especie más relevante, con más del 80 por ciento del total.

 

 

 

Las plantaciones están concentradas en unas pocas manos, lo que explica, en parte, el bajo impacto de esta actividad en las posibilidades de prosperidad de la población de la zona. En la Octava región, que cuenta con una de las mayores áreas de cultivos, aproximadamente  un 70 por ciento del total de la superficie plantada está en manos de seis empresas forestales.

 

 

 

 

 

Según Infor, durante el mes de septiembre de 2018, la comercialización de productos forestales al exterior totalizó US$591 millones, con un crecimiento de 19,4 por ciento respecto de septiembre del año 2017. “Es importante destacar que la cifra registrada durante agosto 2018, US$ 720 millones, se convirtió en el récord mensual histórico alcanzado por el sector, dando como resultado un total acumulado de US$ 5.074 millones en los nueve primeros meses del año, lo que representa un incremento de 24,9% en relación a igual período del año 2017”.

 

 

 

 

 

 

 

El control de la producción, las exportaciones y las ganancias las tienen las grandes empresas de los grupos Angelini y Matte. A septiembre pasado, las utilidades reportadas en la Bolsa de Santiago estuvieron impulsadas por el sector commodities, principalmente forestal, y bancario. CMPC fue una de las firmas con más ganancias acumuladas, con un incremento de 297 por ciento respecto del mismo período en 2017.

 

 

 

 

 

 

 

La estrategia económica, productiva y comercial diseñada hacia comienzos del los 70 y mantenida bien aceitada durante ya varias décadas, muestra sus efectos como un regreso a los tiempos más primitivos del capitalismo. El sur de Chile, los trabajadores de estas zonas de extrema pobreza han pasado durante las últimas generaciones desde la recolección minera a la pesquera y a la forestal. Pero no ha variado ni la relación con el trabajo ni sus condiciones de vida, sometidas a la lógica de explotación por el gran capital.

 

 

 

El capitalismo posmoderno, en su fase más alta y planetaria, se incrusta en estas zonas de extrema pobreza para hacer uso de la mano de obra barata y, por extensión, alimentar, que es mantener y conservar, esa pobreza. Una estrategia que le permite, como se ha visto en el caso de las forestales, ser una de las empresas del rubro más rentables de toda la región. Chile, paraíso para los negocios de recursos naturales.

 

 

 

Esta estrategia económica bien aparejada, que es, hemos dicho, el neoliberalismo en su versión más bestial y tercermundista, es también la responsable de un proceso de clara involución social, que es el deterioro en poco más de una década de la distribución de la riqueza. Bajo este diseño económico, que ha permitido mantener durante toda la década pasada altos índices de crecimiento económico, y durante lo que llevamos de siglo XXI ingentes ganancias para la gran empresa, se ha creado también la mayor brecha de la historia reciente entre ricos y pobres. Un fenómeno que no sólo es la causa de la muerte a manos de las fuerzas de control, hoy inscritas en una estrategia de guerra por el denominado Comando Jungla, del joven Camilo Catrillanca, sino es la fuente de nuestro creciente deterioro ecoómnico, social y cultural.

 

PAUL WALDER

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