“(…) avísales a todos que Miguel estuvo más alto que nunca,
que nos dijo adelante cuando la ráfaga escribió su nombre en las estrellas,
que cayó de pié como vivió (…)” Gonzalo Rojas
La Red Solidaria Casa de Miguel convocó el pasado 5 de octubre a un acto de memoria y homenaje a Miguel Enríquez, en el Cementerio General de Santiago.
A mediodía, algunas decenas de compañeras y compañeros se reunieron en el Memorial de los Detenidos Desaparecidos, desde donde partieron en una marcha hacia la tumba de Miguel. La columna de participantes se ubicó detrás de la bandera del Movimiento de Izquierda Revolucionaria y durante el recorrido se detuvo frente a las sepulturas de Paulina Aguirre, los hermanos Vergara Toledo y Víctor Zúñiga, lugares en donde se depositaron claveles rojos y se realizó una semblanza de las compañeras y compañeros.
La primera detención fue frente al nicho en donde descansan los restos de PAULINA AGUIRRE. Una de las compañeras conductoras de esta ceremonia leyeron el siguiente texto:
“Saludamos y recordamos a la joven revolucionaria PAULINA ALEJANDRA AGUIRRE TOBAR, militante del MIR cuyo nombre político era “Luisa”, trabajó cinco años en la clandestinidad y acababa de cumplir 20 años cuando miembros de la CNI le dieron muerte a balazos, en una emboscada disfrazada de enfrentamiento, la medianoche del 29 de marzo de 1985, en el sector El Arrayán. El terror impuesto por la dictadura quería eliminar a los antiguos militantes y a la juventud rebelde que daba continuidad a las luchas populares. Paulina dejó los siguientes versos a su padre Luis Aguirre, también militante del MIR: “Cuando el dolor/la sangre, el odio y la muerte/son necesarios/miles de manos se tienden/para tomar las armas./acuérdense ustedes de mí/Siempre”.
Luego de que todas y todos los asistentes corearan la consigna “Compañera Paulina Aguirre ¡Presente!¡Ahora y siempre!”, el corteo continuó hacia la tumba de los hermanos Vergara Toledo, donde algunas participantes depositaron claveles rojos, para luego saludar y recordar a “ RAFAEL Y EDUARDO VERGARA TOLEDO , igualmente militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), asesinados en la Villa Francia, donde la siniestra mano de la dictadura cercenó la vida y los sueños de ambos hermanos, hijos de la rebeldía. Ellos representan la convergencia entre cristianismo y revolución, son símbolos y ejemplo de lucha contra el régimen militar-empresarial que implantó el terrorismo de Estado en Chile.”.
Los caprichos de la vida han determinado que en un espacio de menos de doscientos metros, se encuentren cuatro combatientes del MIR, Paulina de 20 años, Rafael de 18 años, Eduardo de 20 años y Víctor Zúñiga Arellano de 30 años de edad al momento de su muerte, asesinado por Gendarmería el 18 de octubre de 1985, cuando intentaba fugarse de la Penitenciaría de Santiago. También sobre su tumba quedaron claveles rojos como símbolo de homenaje de sus compañeros y compañeras de lucha, y al igual que con Paulina, Rafael y Eduardo, su nombre gritado al viento con energía, fue seguido de un potente ¡Presente, ahora y siempre!
Unos quinientos metros más adelante, poco antes de la intersección de las calles México y Los Alerces, en un sencillo nicho ubicado en la tercera fila de una pared de cinco niveles, se encuentran depositados los cuerpos de Miguel y sus padres, en cuya jardinera fueron depositados claveles rojos , se desplegó una pequeña bandera del MIR y un afiche en su homenaje con la frase: “hoy más fuerte que nunca tu legado de lucha consecuente…renace”.
En este lugar, las compañeras Marianela y Chely fueron las conductoras del acto en conmemoración de los 44 años de la caída en combate de Miguel Enríquez Espinosa, ocurrida el 5 de octubre de 1974.
Durante la introducción manifestaron que: “Nos hemos convocado para preservar la memoria de la lucha inclaudicable por los derechos y las aspiraciones de los marginados, para mantener con fuerza y persistencia nuestro compromiso con los derechos de los pobres del campo y la ciudad, para seguir luchando por la sustitución del orden social capitalista vigente en Chile y la construcción de un nuevo orden social que propone el fin de la explotación y la existencia de clases sociales, el poder popular, la acción directa de masas, la democracia de base, el internacionalismo y la continentalidad de la revolución.”
Después de esta introducción, intervino el compañero Toño Cadima, quien leyó un texto donde materializó una semblanza poética histórica, una mezcla de imágenes, reflexiones y personajes, en medio de las cuales se amalgaman los nombres de, Manuel Rodríguez, Luis Emilio Recabarren, Salvador Allende y Miguel Enríquez . En una parte de su poema, recita: “ en calle SANTA FE el día se hace largo/ el silencio se ha roto y las vecinas corren con sus guaguas/ los almacenes de barrio cierran sus cortinas/ 1974…”
Posteriormente, a nombre de la Fundación Miguel Enríquez hizo uso de la palabra Carlos Torres, quien en parte de su discurso expresó:
“ El NO de 1988 puso fin a Pinochet y a los militares en el primer dique de contención del capital, pero ese NO también dijo SI al modelo económico, al sistema institucional y a las políticas neoliberales que se proyectan hasta nuestros días.
El NO al golpe de estado de Salvador Allende fue muy señero, el NO a la represión y tortura de Bautista en diciembre del mismo año nos dejaron un legado de dignidad que nos permitió cruzar la dictadura y llegar desfallecientes al final.
El NO de Miguel, las ráfagas de Miguel en el enfrentamiento del 5 de octubre de 1974, también auguraban el NO del movimiento de la resistencia popular a la dictadura, en todas sus dimensiones y características. Ese es el legado fundamental que nos dejaba Miguel, pero Miguel no tan solo le decía NO a la dictadura, le decía NO a lo que él ya preveía como el proceso de reconstrucción y reformulación del capitalismo dependiente en Chile.
Más adelante, refiriéndose al legado de Miguel Enríquez expresó:
“(…)A veces tendemos a recordar a Miguel, el combatiente, el heroico, el dirigente, sin profundizar en su legado político, no tan solo por lo que él dijo en entrevistas o documentos que escribió, sino que a partir de la lectura de quienes vieron en Miguel un dirigente revolucionario, de quienes se atrevieron a mirar en sus textos y en sus palabras, un legado y un mensaje para las luchas del futuro. Empapándonos de su pensamiento proyectemos su legado político, su experiencia en las luchas actuales. Todavía queda mucho que aprender de nuestra historia.”
Como expresaron Marianela y Chely continuando con la ceremonia “las causas que nos llevaron a comprometernos en la lucha revolucionaria son todavía tareas pendientes para todos nosotros y nosotras, así como para todos quienes hoy luchan en las calles, en las fábricas, escuelas, poblaciones y campos”, para más adelante agregar “la lucha de Miguel fue creadora, amplia y audaz en contra del capitalismo en todas sus formas, por la superación del reformismo, luchaba por la unidad, la coordinación y la convergencia del campo popular(…)El eco del ejemplo de lucha de Miguel resuena hasta el presente, cruza la memoria y trasciende los tiempos, se anida en juventud rebelde, perfora los intersticios de la historia, se viste de joven militante, de trabajador temporero o tercerizado, de poblador sin paz y sin casa, de inmigrante discriminado, de mujer golpeada y asesinada, de transexual y minoría excluida, de infancia maltratada.”
El viernes 5 de octubre fue un día caluroso y luminoso, pero con una suave brisa que vino a refrescar a los y las compañeras presentes en este homenaje y a mover suavemente las verdes hojas de los árboles y palmeras que se encuentran en el sector.
Continuando con el programa, el cantautor Juan Carlos Pino realizó una interpretación musicalizada del hermoso poema de Gonzalo Rojas “Cifrado en octubre”.
Luego de esta emotiva intervención, Carmen Castillo realizó una profunda reflexión en torno a la importancia de la memoria , la figura de Miguel y el concepto de fraternidad, manifestando:
“ Cuando me invitaron de la Red Solidaria de la Casa de Miguel a este homenaje, sentí que más allá de mis palabras, era importante que estuviéramos juntos, era importante saludar el trabajo de todos aquellos que persisten en hacer perdurar la memoria.
Y pensé en el flujo, en el río, en la corriente de la memoria, que es movimiento. Un amigo, Joseph Andras Kanaki escribió sobre Miguel en París, y su texto dice así:
“Paradoja de sepulcros: Hay ausencia en la presencia y existencia fuera del cuerpo-si ninguna alma existe sin sustancia, ningún fragmento de conciencia escapando a la pérdida de todas las funciones del tronco cerebral, ningún espíritu en su aguja al final del juego, la vida no deja de prolongarse más allá de la materia a través de la sola potencia evocadora, el músculo del recuerdo, los nervios de la memoria, las brasas removidas en el hogar del fuego de un combate sin conclusión”…
Los nervios de la memoria, hay que ejercitarla como pide Carlos Torres, como piden todos los jóvenes, como nos exigimos a nosotros mismos…
Es a través de las vivencias de las batallas perdidas que la experiencia revolucionaria se trasmite de una generación a otra. La vida se pierde contra la muerte, pero la memoria gana en su combate contra la nada.
Nuestra exigencia de justicia frente a los crímenes de la dictadura alerta sobre las consecuencias de la supuesta clemencia, de la impunidad: esos crímenes no condenados por la nación obstruyen el devenir libre del mundo de hoy y el de las generaciones futuras. Esos crímenes impunes son maldiciones lanzadas a todas las generaciones futuras. Ellas nos dicen: no juzgar esos crímenes, vivir y sobrevivir en la indeterminación de lo que es justo o injusto, es dejar desplegarse esa maldición y abolir al arte de vivir libre. Esta clemencia culpable conduce a la desesperanza, a la apatía.
La memoria en movimiento nos llama a mantener la vigilancia para no desacostumbrarnos de ella. He pensado en el último tiempo en algunas nociones que me han llevado a estudiar, porque creo que hay que estudiar si uno quiere construir memoria, creo que los recuerdos son frágiles. No envejecen, pero hay que construir la memoria. La memoria no es un recordatorio fácil…”
Más adelante, al referirse a su compañero, Miguel Enríquez, Carmen Castillo expresa:
“Miguel combate para vivir. Miguel se guió por el ideal de servir a los trabajadores y los humildes de su patria, de buscar los caminos de la liberación para las personas y la sociedad. En la acción política y en el combate de ideas se fue convirtiendo en uno de los más descollantes dirigentes revolucionarios de nuestro continente. El estudiante de Medicina se transformó en un hombre de acción, en un organizador incansable de los vehículos que son imprescindibles para que los pueblos tomen conciencia de las cuestiones esenciales, abracen la causa liberadora y encuentren dónde pelear. Miguel poseía esa “fuerza del alma”, esa “reserva interior” que nutre la integridad. Nobleza de alma, hecha de coraje, de lucidez crítica, de espíritu de resistencia. (…) Miguel unió a la consecuencia revolucionaria, la valentía política y personal, y el aferramiento a los principios, una extraordinaria capacidad analítica. Fue uno de los más destacados marxistas latinoamericanos. Miguel Enríquez es una maravillosa herencia yacente que espera a los jóvenes que van a apoderarse de ella. Ahora me limito a evocar al estudioso infatigable de los grandes pensadores revolucionarios, que sabía utilizar la herramienta teórica para comprender e iluminar las prácticas y los proyectos.
Continuando con sus palabras, Carmen Castillo nos dice que al venir a este homenaje estuvo reflexionando acerca de la fraternidad:
“Fraternidad. Lazos de hermandad voluntaria que crearon una familia, no voluntaria. Un tejido de vínculos unidos por afinidades electivas para construir un Nosotros con Ellos. Cada sujeto libre de decidir su hermandad, su filiación. Una organización, el MIR, un colectivo en cada frente social. Fraternidad en acción (…) La fraternidad es un momento político cuando se constituye un grupo, un partido, una nación. Que sensación la de sentirse orgulloso no por lo que se es, sino
por lo que se hace junto a otros. Convocados por ese momento de fraternidad, de lucha compartida en Chile, para desear en común un futuro común, nos reunimos alrededor de un ideal, de un proyecto, de una perspectiva. La Revolución.
Hay riesgos que correr en las experiencias de la fraternidad, de seguro, tiene olor a pólvora, pero si se descarta es el instinto salvaje el que domina y dominará. La carencia de fraternidad es peor. Hoy atravesamos una brutal crisis de futuro, hay un exceso de “yo” y una escasez de “nosotros”. La fraternidad está dormida.
Esa fuerza, esa intensidad es cantar juntos, bailar juntos, combatir juntos, comer juntos. Una huelga, una manifestación, una marcha, un panfleto que circula de mano en mano. ¿Qué es la fraternidad? Es el afecto, no conformarnos entonces nunca de su ausencia. Tal vez eso sería lo que yo quería decir esta mañana.”
Luego de la intervención de Carmen Castillo, Flopy interpretó la canción “Compañero”, del cantautor Marcelo Puentes dedicada a Miguel Enríquez, que en parte de su letra nos puntualiza que “aquí nadie muere compañero, aquí nadie cesa de luchar, acá nada termina compañero, aquí cada día es continuar…”
Marianela y Chely, ya finalizando este homenaje expresaron que “aquí estamos, con nuestra historia y con nuestros héroes, hombres y mujeres, ellas y ellos demostraron dignamente el compromiso de lucha contra la dictadura, pero asimismo, señalaron una vocación combatiente por una sociedad mejor, les debemos la sociedad del futuro que soñaban”.
La ceremonia terminó con el himno “Trabajadores al Poder”, interpretado a dúo por Juan Carlos Pino y Flopy , canción que fue coreada por todos y todas quienes participaron en esta actividad de conmemoración de los 44 años de la muerte en combate de Miguel Enríquez, en Santiago, un 5 de octubre.
Guillermo Correa Camiroaga, 5 octubre 2018