Este documental es la historia del matrimonio García Ramírez, una modesta familia de origen obrero, residente en Talcahuano al momento del golpe militar, constituida por el padre Vicente, dirigente sindical, su esposa Rita y tres hijos adolescentes: Vicente hijo, Márlin y Mireya.
Es un hogar plenamente feliz. Los padres se aman y respetan. Los hijos estudian en diferentes establecimientos de educación pública. Todos se identifican plenamente con el programa del gobierno popular. Se entregan por completo al sueño de construir una tierra más justa. Vicente padre, asume tareas en la dirigencia regional de la CUT, los hijos participan en sus horas libres en los trabajos voluntarios: limpian calles, pintan muros, colaboran en las cosechas.
El 11 de septiembre de 1973, se desencadena de un golpe la tragedia.
Pronto el padre es detenido y se ignora su paradero. La casa es allanada y Mireya despierta con un fusil ametralladora apuntándole en su cabeza. Es un momento aterrador que no podrá olvidar jamás en su vida. El padre y sus hijos Vicente y Mireya, seguirán el itinerario que sufrieron decenas de miles de chilenos: detenidos, vejados, abusados sexualmente, torturados atrozmente una y otra vez, confinados en la idílica Isla Quiriquina, convertida en un campo de concentración por la Armada de Chile.
Vicente hijo es detenido y figura en las listas de las personas desaparecidas hasta el día de hoy. La familia debe refugiarse en el exilio. Regresan años más tarde a un país irreconocible, donde impera el consumismo, la codicia, el individualismo.
Mireya García asume un cargo de dirección en las luchas incansables que libra la Agrupación de Detenidos Desaparecidos, en un país donde cada jirón arrancado a la verdad, ha requerido múltiples movilizaciones sociales, junto a un puñado de abnegados abogados defensores de los Derechos Humanos.
El documental Los Caminos de la Ausencia, tiene el mérito de contarnos el drama de una familia perseguida tras el golpe militar. Tengo la impresión que es el primero en este sentido. Hemos visto muchas películas que denuncian en su conjunto, las atroces violaciones a los DDHH cometidas por la dictadura cívico militar que nos gobernó durante 17 años, pero ninguna que nos relate el caso particular de una familia tan atrozmente castigada y destruida como núcleo. Por lo mismo, creo que es una historia más conmovedora. Es un relato que nos toca más en el alma.
La película aparece en un momento muy apropiado. Numerosas acciones y declaraciones de Piñera, de diferentes autoridades del actual gobierno y de la Corte Suprema, dejan en claro el propósito de imponer la impunidad a los crímenes de lesa humanidad.
La declaración de Piñera manifestando que Chile era un país enfermo mucho antes del 11 de septiembre, lleva implícita la intención de justificar los crímenes. Las renovadas argumentaciones del contexto o la versión sesgada atribuida a este Museo de la Memoria, son todas tentativas de darle justificación a atrocidades que ningún contexto podrá justificar jamás.
¡Qué decir de la estúpida decisión de montar un Museo de la Democracia!
¿Qué incluirá? ¿Tendrán lugar las múltiples masacres cometidos por el Ejército y Carabineros de Chile a lo largo de nuestra historia?: San Gregorio, Ranquil, La Coruña, Santa María de Iquique, el incendio de la Federación Obrera de Magallanes, la matanza de la Plaza Bulnes en Santiago, Herminda de la Victoria, Pampa Irigoin en Puerto Montt, y varios etc. etc. etc.
¿Conoceremos las atroces torturas infligidas a Víctor Jara antes de acribillarlo con 44 balazos? ¿Estará registrada la muerte de Rodrigo Rojas de Negri, rociado con parafina hasta quemarlo vivo?
¿Sabremos del atentado en Buenos Aires que costó la muerte del General Carlos Prats y su esposa?
¿Sabremos del atentado en Washington, que costó la muerte de Orlando Letelier y su secretaria Ronnie Moffit, ordenado personalmente por Pinochet, según lo confirman documentos desclasificados recientemente por la CIA?
¿Podrá eludir estas tragedias el Museo de la Democracia que planifica Piñera?
Enfrentamos horas difíciles, además de hipócritas, por cuanto quienes fueron altos funcionarios de la dictadura, que juraron obediencia al tirano en Chacarillas y que apoyaron el Si, programan una reunión en la Moneda para celebrar la victoria del No en el plebiscito del 5 de octubre de 1988.
Me los imagino mirándose a las caras seriamente unos a otros en la ceremonia de La Moneda, oficiada por un fraile que hará esfuerzos por darle solemnidad a semejante evento. ¡Qué cinismo!
Por todas estas razones, la película Los Caminos de la Ausencia, nos bien como anillo al dedo para el particular momento que hoy enfrentan las fuerzas democráticas en Chile.
Es un testimonio que constituye un granito de arena en la permanente tarea de enfrentar la mentira y restituir la memoria histórica.
Mis sinceras felicitaciones a Mireya García, protagonista principal de una historia a veces desgarradora, recorriendo paso a paso el itinerario de las atrocidades cometidas contra una familia modelo de honestos militantes comprometidos.
Mis agradecimientos y felicitaciones a Claudio Mandler y a su equipo, por este conmovedor y necesario registro cinematográfico.