El Estadio Santa Laura es de los pocos recintos deportivos en los que actualmente se juega futbol profesional en Chile que no carga con el estigma de haber sido centro de detención, de tortura, de muerte y de desaparición durante los primeros años de la dictadura cívico militar que rompió con la institucionalidad democrática y con la tradición constitucional de las fuerzas armadas chilenas.
El antiguo Estadio de Playa Ancha, hoy Elías Figueroa Branden; el Estado Regional de Concepción, actual Ester Roa Rebolledo; el Estadio el Morro de Talcahuano, el Estadio Regional de Coronel y el emblemático Estadio Nacional, Julio Martínez Pradanos, entre muchos otros recintos deportivos a lo largo del país, constituyeron en la práctica una red de infraestructura que sirvió para implementar la política de persecución y represión masiva que en los primeros meses utilizó en Chile la dictadura militar para deshacerse de los adherentes y simpatizantes al gobierno del Presidente Salvador Allende.
Sin apoyo gubernamental y antes que el Estado de Chile comenzara a desarrollar una progresiva política de construcción de infraestructura deportiva en el país, el estadio de los hispanos fue construido en la zona norte de Santiago, muy próximo a la Avenida Independencia, en noviembre del año 1922 e inaugurado seis meses más tarde con un partido que concitó el interés de la hinchada itálica, española y de los crecientes seguidores que comenzaban a ver y a seguir la práctica del fútbol en las numerosas canchas de las ciudades puerto, ferroviarias y de la capital del país en donde este deporte ancló.
En el año 1922 se había materializado el sueño de aquellos emigrantes españoles que a fines del siglo XIX y comienzos del XX llegaron a Chile desde diversas zonas de España para iniciar sus nuevas vidas, desarrollando actividades productivas ligadas principalmente al comercio, al calzado, a la madera, a la agricultura, a la banca, etc. Riojanos, vascos, catalanes, gallegos, valencianos, aragoneses, castellanos, andaluces, extremeños, asturianos, entre otros, llegaron con sus tradiciones, costumbres, expresiones artísticas, deportes, colores, sabores y olores a insertarse en la vida nacional y contribuir al desarrollo del país en diversos ámbitos de su quehacer.
Dirigentes de la época como Rosendo de Santiago Alvarez y Evaristo Santos Planillo, jugadores como Juan Legarreta Ugarte y Juan Lapiedra Cañizar, con la colaboración del arquitecto catalán José Forteza Ubach, entre muchos otros activos y entusiastas socios, adquirieron, despejaron, prepararon el terreno de la antigua chacra La Obra y levantaron las primeras tribunas y galerías del estadio que en el medio deportivo local de aquel entonces fue conocido como “las canchas de Santa Laura” y que con el tiempo el estadio tomaría el nombre de la calle que tenía ese nombre.
El estadio Santa Laura no fue concebido únicamente como un recinto destinado a la práctica del fútbol, como se conoce hoy. Muy por el contrario, para la época constituyó un verdadero complejo deportivo que ofrecía modernas instalaciones para practicar el ciclismo, la natación, el basquetbol, el tenis, el waterpolo, la pelota vasca, el hockey; y una nutrida actividad social tanto para los socios del club como para los vecinos que progresivamente comenzaron a instalarse en las proximidades del recinto.
Diez años después de la inauguración del Estadio Santa Laura, el objetivo de los dirigentes fundadores de la actual Unión Española se había cumplido con creces y gozaban de un reconocido prestigio, respeto y agradecimiento por el aporte y la contribución que habían hecho al poner a disposición del país, del deporte nacional, de la ciudadanía y de la comunidad sus instalaciones deportivas y comunitarias.
La unidad lograda entre los migrantes que provenían de las distintas comunidades de la península ibérica, no sin dificultades, problemas y conflictos dolorosos, mostraban y proyectaban la imagen de una comunidad plenamente inserta en el desarrollo y el progreso del país, pujante y dispuesta a continuar contribuyendo en diversos ámbitos del quehacer nacional. Las modernas instalaciones del Estadio Santa Laura eran prueba de ello.
Con el pasar de los años, el agotamiento de su dirigencia y con el nacimiento de otras instituciones y recintos deportivos en Santiago y en provincias, el Estadio Santa Laura vio disminuir en forma paulatina su influencia sobre la comunidad y en el ambiente deportivo, para transformarse casi por obligación en un recinto para la práctica únicamente del fútbol.
Por algunos periodos el Estadio sufrió el abandono, el descuido y la despreocupación. Se convirtió así en un espacio deportivo íntimo, al que acudían solo los hinchas más fieles del fútbol a disfrutar las jornadas de la segunda división a media semana o a las jornadas dobles que se jugaban los días sábados y que eran transmitidas por la televisión abierta. Entre hinchas del fútbol y el fortín de los hispanos se consolida un mutuo sentimiento de cariño, aprecio y respeto.
En sus 96 años de existencia, desde su construcción, el Estadio Santa Laura ha cambiado en varias oportunidades su fisonomía inicial para responder de ese modo a los requerimientos y demandas que el fútbol profesional y el deporte exige de tiempo en tiempo, sin embargo, nunca ha cambiado su relación de intimidad con los habitantes del espacio urbano en el que se encuentra inserto, de cariño y de proximidad con los hinchas del fútbol, con la comunidad, con la ciudadanía y con el país. El estadio varias veces fue refaccionado y su capacidad pasó de los cinco mil espectadores que cobijó en el año 1923 a 28.000 en la década de 1980.
El reducto hispano ha pasado a formar parte de la historia de Chile, ha estado presente, de muy diversas formas, en los distintos acontecimientos históricos, políticos, sociales, artísticos, religiosos, deportivos y culturales vividos en Chile en los últimos 90 años.
Muy pocos son los espacios urbanos de carácter deportivo que logran construir y mantener en el tiempo tejidos comunitarios, sociales y culturales de relaciones, emociones y sentimientos con quienes acuden a ellos a disfrutar de sus instalaciones y de los espectáculos que ofrecen. En Chile el Estadio Santa Laura ha logrado estructurar y hacer perdurar esa relación simbiótica con quienes han acudido por décadas a sus tribunas y galerías.
De ahí entonces que el Estadio Santa Laura no podía estar ausente de los acontecimientos que rodearon las luchas y las movilizaciones por la defensa de los derechos humanos, por la recuperación de la democracia y por el establecimiento del estado de derecho en Chile, en las que cientos de miles de personas participaron activamente en la década de los ochenta en contra de la dictadura cívico militar que instauró Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973.
En efecto, y quizás por su carácter de recinto privado, el Estadio Santa Laura fue uno de los primeros espacios urbano deportivos utilizados por la oposición a la dictadura para desarrollar en Santiago actividades políticas con amplia convocatoria social y política. Los primeros registros datan de marzo del año 1979, cuando un grupo de mujeres opositoras lo consigue para realizar un acto de celebración del Día Internacional de la Mujer. La prensa de la época indica que el acto opositor no pudo efectuarse porque a última hora las autoridades de facto negaron la autorización.
El estadio también fue utilizado el 11 de julio de 1987 para la celebración del Día de la Dignidad Nacional, acto organizado por la Confederación de Trabajadores del Cobre y organizaciones opositoras. Ante más de siete mil asistentes los dirigentes de oposición, Nicanor Araya de la Cruz y Radomiro Tomic Romero, llamaron a oponerse a la privatización del cobre, a la unidad de las fuerzas opositoras y recordaron también, con emotivas palabras, el día en que el gobierno del Presidente Salvador Allende nacionalizó en 1971 las riquezas minerales del país.
Al año siguiente, en el estadio de los españoles se realizaron dos actividades artístico-culturales con un marcado trasfondo político opositor.
El 15 de enero de 1988 la Radio Umbral, nacida al alero de la Iglesia Metodista de Chile, organizó la actividad denominada “Por el rescate y defensa de nuestra identidad”. En aquella oportunidad más de 20 mil asistentes de todas los barrios y comunas de la región metropolitana concurrieron a una jornada de música, poesía y canto que congregó a numerosos artistas y grupos musicales, tales como Raúl Acevedo, Payo Grondona, Quelentaro, Sol y Lluvia, Mauricio Redolés, Pedro Yáñez y Schwenke y Nilo, entre otros.
En tanto, el 25 de marzo del mismo año, y después de estar cinco años fuera del país, las tribunas, galerías y la cancha del estadio colmadas con una multitudinaria asistencia reciben a Los Jaivas, en un histórico concierto de celebración de sus 25 años de vida como grupo y que además constituía la despedida de Chile y el inicio de una larga gira internacional. El concierto convocó a un gran número de jóvenes opositores a la dictadura, quienes no perdieron la oportunidad de expresar en cánticos y consignas su rechazo al régimen militar, dada la proximidad del plebiscito de ese año. En concierto es recordado también porque fue el último en el que participó el baterista del grupo, Gabriel Parra, muerto trágicamente en Perú el 15 de abril de ese año.
Durante el año 1989 en el estadio Santa Laura se realizaron numerosas actividades políticas, artísticas y culturales opositoras que reafirmaron la idea y la imagen de ser un recinto, un espacio de resistencia frente a la dictadura y de lucha por la recuperación de la democracia y por el respeto a la vida y a los derechos fundamentales de las personas.
En enero de 1989 las Juventudes Comunistas de Chile celebran en el Estadio Santa Laura el Tercer Festival Víctor Jara, con una gran concurrencia y una intensa jornada político cultural.
En mayo de 1989, y después de 15 años de vivir el exilio, el Grupo Quilapayún retornó al país y realizó su primer concierto masivo en el Estadio Santa Laura junto a artistas como Keko Yunge y el Grupo Congreso.
En junio de 1989 el Partido Comunista de Chile convocó al acto político cultural con el que clausuraba su XV Congreso, con la participación de más de 20 mil personas en la tribuna, galerías y cancha del estadio.
En octubre de 1989 las Juventudes Comunistas de Chile realizaron un acto político, artístico y cultural con el que clausuraron su VIII Congreso. En el acto llamado “Hey, queremos Chile” y al que llegaron cerca de 30 mil personas actuaron Illapu, Luis Lebert, Mauricio Redolés, entre otros.
El año registra también la realización de masivos conciertos en el Estadio Santa Laura con la presencia del grupo Congreso y del cantautor argentino Piero. Este último, y después de seis o siete intentos por ingresar a Chile a mostrar sus canciones, logra presentarse en el estadio, en un masivo concierto en el que pudo interpretar canciones como “Para el pueblo lo que es del pueblo” y “Que se vayan ellos”.
El 13 de enero del año 1990, y en el contexto de la celebración del 78 aniversario del Partido Comunista, el estadio de los hispanos vuelve a ser utilizado por la oposición para realizar un acto multitudinario en contra el régimen militar y por la recuperación de la democracia. La oradora principal de la actividad fue la fallecida ex parlamentaria comunista Gladys Marín.
Finalmente, el 10 de marzo de 1990, un día antes del cambio de mando en el país y del inicio del periodo de transición hacia una plena democracia, el Estadio Santa Laura abrió otra vez sus puertas para recibir a más de 30 mil personas que acudieron a ver al grupo Sol y Lluvia. En esa actividad memorable se cantó y bailó por el retorno a la democracia, por el último día del dictador en el poder, en un acto que se llamó “Adiós General, Adiós Carnaval”.
Durante casi una década el Estadio Santa Laura se transformó en la trinchera desde la cual el pueblo y la ciudadanía enfrentaron política, artística y culturalmente a la dictadura de Pinochet. Durante una década el estadio Santa Laura se convirtió en el fortín que resguardó el espíritu democrático y los anhelos de justicia y libertad de los chilenos. Por casi diez años el Estadio Santa Laura fue el espacio urbano deportivo que se transformó en uno de los íconos, de los símbolos de la resistencia contra la dictadura y la lucha por la recuperación de la democracia en Chile.
Nada de lo anterior pudo haber sido posible si la dirigencia de la Unión Española de la época no hubiese tenido la voluntad, la decisión y la valentía de facilitar su estadio para la realización de actividades que terminaron siento contrarias o abiertamente opositoras a la dictadura militar de Pinochet. Era conocida la distancia ideológica y política que Francisco Fluxá Ginart y Abel Alonso Sopelana, ambos dirigentes de Unión Española y de la Asociación Central de Fútbol, tenían con las autoridades de la dictadura militar de la época.
Al recordar un nuevo aniversario del golpe cívico militar de 1973 que terminó con la democracia y la libertad en Chile, es importante y necesario reconocer y destacar que el Estadio Santa Laura fue uno de los espacios urbanos deportivos en los que la vida, la democracia, la justicia, la libertad, la diversidad, la cultura y el respeto a los derechos fundamentales de las personas, anidó en sus pastos para volver a renacer en primavera.
Patricio Bustos Pizarro
Profesor de Estado
Magister © en Ciencia Política
patriciobustospizarro63@gmail.com