Noviembre 28, 2024

La Razón es el miedo

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zalaquettUna nación que se precia de tal es soberana, se autodetermina, se basa en el principio fundamental del Derecho Internacional público. Si el Banco Mundial (BM) expresa que la educación superior es un bien privado, no público, que se trata de una oferta limitada y que está disponible por precio, se lo está diciendo a su feligresía, a los mercaderes del templo, aunque pretende sorprender a quienes no adoran a su dios.

 

 

 

En la Edad Media, época en que surge la universidad, ésta es una corporación intelectual compuesta por profesores y estudiantes, cuyo método pedagógico, el debate (llamado disputatio) los mantenía enterados de los problemas de la realidad local, regional y del exterior. Fue justamente esta fuerza intelectual la que conquistó la autonomía corporativa sobre el poder de la monarquía feudal, el derecho a huelga y el monopolio de los grados académicos; entonces no había Estado-nación o de unidad “nacional”, como se conoce desde el tratado de Wuestfalia (1648), y no se concebía aún la ciudadanía ni los derechos humanos, cuyos antecedentes se encuentran en la Asamblea Nacional Constituyente de Francia (1789), pero la efervescencia estudiantil causaba desasosiego e irritación a la burguesía lo mismo por sus excesos que por su intervención en los asuntos del mercado (límite de precios, justicia en las transacciones comerciales y otros).

Esto nos dice que los intelectuales son un peligro para los intereses de los mercaderes: ésta es la verdadera razón por la que a un personaje político del sector oficial le faltan argumentos, pero le sobran insultos, signo de irritación incontenida, o por la que un funcionario de gobierno puede amenazar con echarle los perros a la estudiantina y al movimiento social en potencial reagrupamiento, como ocurrió hace algunos días, cuando Pablo Zalaquett, alcalde de Santiago, se declaró partidario de sacar a las FF. AA. a la calle si las protestas que atentan contra la “seguridad de los vecinos” (el edil no identifica aún a los actores del conflicto) no paran antes del 11 de septiembre, la fecha fatídica chilena. Es la misma razón por la que, a modo de adelanto, un bellaco, probablemente de las fuerzas de orden, puede disparar y quitarle la vida a Manuel Gutiérrez Reinoso, un muchacho de dieciséis, símbolo del despertar de Chile después de una larga noche. La oligarquía de hoy (el término “oligarquía” fue acuñado en la antigua Grecia para decir “los riquillos gobernantes que se creen los mejores”) se siente complacida cuando las organizaciones políticas y de trabajadores de oposición parecen carcasas vacías y algunos oportunistas toman la estafeta para correr por la pista de la conciliación, pero se siente amenazada cuando la maduración del pensamiento y el rescate de la memoria histórica coinciden en una reivindicación dura que daba por extinta. Pero, no; no está extinta, estuvo latente y ahora es manifiesta: No queremos componendas. Queremos educación pública de calidad, pagada con el patrimonio de Chile, con los recursos naturales hoy enajenados a la nación y con la contribución de todo el país, incluyendo las tasas de retorno que aporta la juventud educada. ¿O acaso, por excepción, éstas no cuentan en la economía nacional?

La oligarquía, complaciente consigo misma, no se confiesa que hizo un desfalco del tamaño del país. ¿Qué le va a decir ahora a quienes les vendió lo que no era suyo?

*Poeta chileno, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); colaboración especial para Clarín.cl

 

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