Septiembre 20, 2024

Dos pastores desatan la guerra económica entre Estados Unidos y Turquía

El Pastor Andrew Brenson se encuentra actualmente bajo prisión domiciliaria en Turquía, acusado de espionaje, de servir a los kurdos y haber colaborado en el golpe de Estado de julio 2016. A pesar de innumerables presiones por parte del gobierno de  Donald Trump, Erdogán se niega a su liberación.

 

Por su parte, Fatulá   Gulen, un pastor millonario musulmán,  antes socio de Erdogán y hoy convertido en su peor enemigo, está asilado en Estados Unidos y Trump se niega a extraditarlo.

A partir de la occidentalización, en que Turquía era el mejor amigo de los países occidentales, el amor oriente-occidente se fue acrecentando, especialmente por los éxitos económicos de Erdogán que, en los últimos años ha tenido un crecimiento, incluso, mayor que el de China. Estambul era uno de los destinos más atractivos para los turistas – en algunos hoteles “todo incluido” – se sumaba la comida francesa y los mejores platos internacionales, a fin de que nadie sintiera nostalgia de la buena mesa de su respectivo país.

El ejército turco es el segundo en importancia de la OTAN, después de Estados Unidos. El entonces Presidente de Francia, Giscard D`Estaing, decía que no podían entrar juntos, Turquía y Grecia, a la Comunidad Europea; Jacques Chirac, por su parte, privilegió a Grecia y atrasó  el ingreso de Turquía, imponiendo condiciones que, hasta ahora, no se han cumplido. (Hay que considerar que el ingreso de los turcos aumentaría de un 4% al 18% la población musulmana dentro de Unión Europea).

Erdogán, que pretende ser Califa y el “hermano mayor” de los Hermanos musulmanes, ha soportado, pacientemente, la espera, no sin graves incidentes cuando Alemania y Holanda negaron a los partidarios del Partido AKP realizar concentraciones políticas en estos dos países. Erdogán trató a Ángela Merkel de nazi. (Hay que considerar que la diáspora turca, sobre todo en Alemania, es decisiva en los procesos electorales de ese país).

Hoy, las alianzas cambien cotidianamente, no sólo por pragmatismo, sino también por el fin de la ética de la convicción.

 

Erdogán, en uno de sus discursos, expresó que Estados Unidos – su principal aliado – lo estaba apuñalando por la espalda: en el norte de Siria los norteamericanos apoyaban a los kurdos, los peores enemigos de Erdogán, por lo tanto, los turcos no encontraron  ningún obstáculo en invadir el norte de Siria.

Los rusos, a su vez, acusaban a Erdogán de apoyar al DAEsh, el Estado Islámico, proporcionándole asilo y armas (en la frontera turco-siria fue descubierto un camión con armamento destinado a los fanáticos islamistas). Posteriormente, los turcos derribaron un avión ruso, llevando al cúlmine el quiebre entre Moscú y Ankara.

En un Tratado con la Unión Europea Turquía se comprometió a evitar el ingreso de los millones de refugiados, provenientes fundamentalmente de Siria, África y Afganistán a Europa, bajo las condiciones del pago de tres mil millones de dólares por parte de la Comunidad Europea (hasta ahora hay tres millones de refugiados).

Erdogán emplea el chantaje a la Comunidad Europea amenazándola con liberar sus fronteras y la consecuente invasión de refugiados a Europa.

Erdogán, aburrido de tanta dilación de UE, cambió radicalmente de frente y se alió con Rusia, Irán, China y Catar, más cercanos a sus convicciones orientales e islámicas. Lo único que separaba a Turquía de Irán y Rusia era el tema sirio, pues los primeros apoyaban al gobierno sirio, mientras que los segundos a los rebeldes.

La alianza con Rusia es un muy buen negocio para ambos países, es decir “win, win”. Rusia, por medio de la empresa Gazprom ampliaría el gaseoducto que transporta el gas natural hacia los países europeos; por otro lado, proporcionaría energía atómica a Turquía, (como se comprende, muy peligrosa para los intereses de Estados Unidos y la OTAN. En el caso del gas, baste imaginarse  su corte para que Europa se helara en invierno).

Rusia ha propuesto, tanto a la Unión Europea como a sus nuevos aliados, el reemplazo del pago en dólares por el barril de petróleo, usando las monedas nacionales o, en su defecto, el euro. Estados Unidos se la ha buscado al tratar a sus aliados como sus mozos y subordinados.

La inclusión del tema  de  los pastores es una excusa para aplicar la clásica política de Donald Trump, que consiste en atacar a todos los países, sean amigos o enemigos, para luego pactar con ellos. El éxito de la economía turca se basaba en el endeudamiento externo, aunque el arancel del 50% para el acero y el 20% para el aluminio, no es fundamental para Turquía considerando que este país exporta muy poco de dichos minerales a Estados Unidos.

La baja de la Lira turca, en un 40% anual, tiene otras causales relacionadas con la debilidad de la economía de este país.  La respuesta de Erdogán en esta guerra comercial tampoco es fundamental, pues el arancel de 140% para los autos, por ejemplo, que en su mayoría son de marcas alemanas, y la carrocería de Estados Unidos, sumado a una cifra similar de impuestas a las bebidas alcohólicas, no causan mayor daño a la economía norteamericana.

El llamado de Erdogán a los ciudadanos para que cambie el dólar, el euro y el oro, escondido bajo su colchón es, francamente, ridículo: ningún turco avaro e inteligente  va a cambiar dólares por liras turcas, y si quisieran hacerlo, serviría de muy poco, pues la masa de dinero que circula es inmensa, por consiguiente, el dinero “bajo el colchón” sirve de muy  poco.

En política internacional no hay amigos, sino intereses.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

24/08/2018     

 

 

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