Son las 20,00 horas.
Vengo llegando del acto celebrado en la explanada del Museo de la Memoria, convocado por intelectuales y artistas en apoyo a la Verdad.
En apoyo a la Memoria Histórica.
En rechazo de la impunidad y del negacionismo. El acto se inició a las 15.00 horas y aún no actúan los platos de fondo: Manuel García, Los Quilapayún, los Inti históricos, sus hermanos los Intillimani y el Illapu.
Antes habían actuado bandas rock, pop y otras tradicionales, algunos solistas, poetas, recitadoras en lengua mapudungun. Nadie se quiso restar.
Será una jornada continua de al menos ocho horas, colmada de amor, dignidad, entusiasmo, alegría, espontaneidad, solidaridad, futuro.
¿Cuántos años que no teníamos un acto tan multitudinario? Espontáneo, genuino, pleno de convicciones, exaltando los valores más altos del ser humano. Todos nos saludábamos con genuino afecto sin conocernos. No hubo una sola acción disonante que manchara el evento.
¿Cuántos éramos? ¿Quince mil, veinte mil corazones? ¿Treinta mil, cuarenta mil manos?
La hermosa explanada del museo lucía totalmente colmada, además de la rampa que sube hasta calle Catedral, así como las calles laterales.
El escenario tenía como telón de fondo la imponente fachada del Museo, revestida de punta a cabo con láminas cribadas de nuestro magnífico cobre, que van adquiriendo con los años una pátina de color verde.
Nos convocó un poeta: Raúl Zurita, algo disminuido físicamente, pero de una fuerza colosal. Un mariscal que luchó con las armas de la poesía, para recuperar el derecho a la verdad, sin matices ni contextos. Con él marcharon las indomables agrupaciones de Detenidos Desaparecidos y de Ejecutados Políticos. Se sumaron los destacamentos de Derechos Humanos, los infatigables estudiantes y las alzadas organizaciones femeninas, los representantes de los pueblos originarios, las organizaciones profesionales y sindicales. Todos, unidos, nos armamos de un misil imbatible: el derecho a la memoria.
Zurita recitó unos versos de su Canto a un Amor desaparecido. Hoy día, su poema fue como nunca antes: desgarrador, acompañado por una banda rock que va subiendo en intensidad a medida que avanza el poema y concluye en un verdadero paroxismo, con la muchedumbre aplaudiendo enardecida mucho antes de concluir la recitación.
¡Qué jornada memorable!
En mi opinión, es un hecho histórico, que debiera marcar la recuperación de las fuerzas progresistas de este país. Nos han inyectado una dosis enorme de entusiasmo inimaginable.
Como dijo Francisco Estévez, director del Museo de la Memoria: ¡No pasarán los detractores de la Memoria! ¡No pasará la impunidad!
Bravo por nuestros compañeros detenidos y desaparecidos. Estuvieron como nunca junto a nosotros. No los olvidamos. No los olvidaremos jamás.
Miguel Lawner.
A las veintiuna horas del 15 de Agosto del 2018. No se olviden de esta fecha.