Sebastián Piñera E. botó de su ministerio a horas de haberlo nombrado a su Ministro de las Culturas y las Artes don Mauricio Rojas Mullor. En buen chileno y sin decirle nada le dio una fuerte patada en la rendija.
Mintió al despedirlo pero lo despidió. Dijo que Rojas toda su vida había sido un destacado defensor de los derechos humanos. Más que el promedio de su gabinete, por cierto, allí están los cómplices de la dictadura, como él los ha llamado. Ahora no se sabe quién, además, le va a hacer los discursos. Tendrá que ser Ampuero porque es escritor y tiene una sensibilidad muy parecida a la de Rojas; pensaban y piensan muy parecido y escribieron un libro juntos, cosa casi imposible de hacer a no ser que sean siameses ideológicos y políticos, como lo son.
Rojas, antes de 1973 era del Mir, según él, y Piñera dice que le cree. Luego, en Suecia, fue un “pensador”, escritor y diputado de un partido de derecha; escribió y planteó tesis contra el Estado de Bienestar (derechos sociales), contra los inmigrantes y por cierto contra los inmigrantes chilenos en Suecia, entre los cuales estaba él (!).
A su vuelta a Chile no hizo nada por los derechos humanos; se dedicó a hacer clases en una universidad de los dueños de Penta, recién condenados a clases de ética empresarial; a escribir junto a un más claro traidor que él y a inventar discursos para un Presidente reconocido antimirista. ¿Cuáles derechos humanos?
La patada en la rasga o hendidura no se debió a los dichos de hace dos años del Sr. Rojas.
Si fuera por dichos contra derechos humanos y de alabanzas explícitas o implícitas a la dictadura (de esas que no le gustan a Piñera, según él) habrían salido con la hendidura partida el Sr. Larraín, Ministro de Derechos Humanos, uno de los más destacados alabadores de Pinochet y de Colonia Dignidad; el señor Ampuero, siamés de Rojas, y otros cómplices de la dictadura como su primo y sus ministros de Odeplan, de Economía y por cierto su ex Ministra de Bienes, entre otras y otros.
No es por ese sincero gaffe, que no fue patinazo, que salió despedido Rojas sin decir chus ni mus.
Fue por la inmediata reacción decidida del mundo de la cultura, de los artistas progresistas chilenos convocados por Zurita, que no son sólo los mejores sino que evidentemente los más.
La reacción generalizada de los artistas mostró claramente que ellos recurrirían al mismo método utilizado horas después por Piñera, obligándolo a lo mismo que él hizo de inmediato.
Con ese golpe, no consultado con los partidos de su alianza (todos los cuales piensan igual que Rojas, salvo una parte de Evópoli) o peor que Rojas, como Kast y su ultraderechismo), Piñera, además, quería imponer su mirada aparentemente contraria a los atropellos de la dictadura, que harto lo benefició.
Y ahí si que no pudo. Piñera es minoría en su base, entre los partidos que lo apoyan y entre los que votaron por él. Esa base no votó por el NO, votó por el SI y en gran medida sigue pensando que Pinochet lo hizo muy bien y que “los comunistas bien muertos están”. A mí me lo han dicho: “Pinochet debería haber matado más comunistas; así estaríamos tranquilos”. Son viejas y viejos fachos de 65 ó más años, pero pesan y el mensaje se hereda.
Rojas Mullor pasó como un flato en la cultura y en la historia pero su herencia dejó con aún más problemas al “bloque en el gobierno” incluido al creativo autor de su nombramiento.
Y ahora ¿cuándo se va Ampuero? Para el plebiscito estaba muy cómodo en su admirada y querida Alemania.