El exilio no fue, como muchos creen, una aventura de turismo, ni tampoco significó placer y paz para la mayoría de quienes debieron huir de la criminal persecución dictatorial.
El escándalo político provocado por las declaraciones de quien ocupara brevemente el cargo de ministro de la Cultura, no sólo da fe de los verdaderos pensamientos de la derecha chilena, sino también lo hace respecto de las características de amoralidad que posee ese sector de la política nacional.
Mauricio Rojas –el ministro de marras que duró sólo 90 horas en el cargo referido- amigo, discípulo y socio escritural del actual canciller, el otrora comunista Roberto Ampuero, demostró que lo mencionado en las líneas precedentes es absolutamente cierto. Este hombre aprovechó la condición de víctima de la dictadura que tenía su señora madre (detenida y torturada por los esbirros del totalitarismo cívico-militar que encabezaba Pinochet) para solicitar asilo político en Suecia, cuestión que adornó con una falsa militancia en el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) para, de ese modo, obtener de las entonces crédulas autoridades suecas habitación gratuita y cupones que podían ser canjeados por enseres para amoblarla.
El ‘breve’ ministro sabe también –porque fue parte de ello- que en ese país escandinavo cualquier persona puede escribir lo que le venga en gana y solicitar al estado apoyo económico para publicar su ‘obra’, la que además no cuenta con revisión oficial de ningún tipo. Oportuno es señalar también que la educación superior en Suecia tiene un nivel inferior al que la mayoría de los chilenos supone, pues presenta escasas exigencias académicas y los profesionales egresados de las casas de estudios son de menor tono que aquellos que egresan en Chile, Uruguay, Argentina, Cuba y México de las universidades públicas.
Todo lo anterior, Mauricio Rojas lo captó en breve tiempo y supo sacarle provecho para beneficio propio, mientras decenas de exiliados verdaderos, aquellos que sufrían doblemente por la persecución totalitaria en Chile y por tener que habituarse a los estándares del país que les acogió brindándoles asilo, amén de aprender el idioma, se esforzaban honradamente por forjarse una situación que les permitiera asegurar un estar digno para ellos y para sus hijos.
Sin embargo, hubo otros, los menos, pertenecientes al lote de los vivarachos, mentirosos e inmorales, que estuvieron dispuestos a exprimir al estado sueco, y mediante ello confeccionarse de manera fácil un traje de “profesional pulcro e inteligente” para retornar a Chile e insertarse en las cofradías políticas y gubernamentales a como diese lugar.
Mauricio Rojas es un ejemplo de lo dicho, y para construir su personaje aprovechó que algunos falsos exiliados llegaban a ese país contando historias fantasiosas asegurando que en Chile eran profesores, escritores, músicos, pintores, y que se habían visto obligados a huir con presteza de las garras dictatoriales, por lo que no pudieron obtener los certificados que acreditaban sus profesiones, pues –decían- apenas tuvieron tiempo para escapar del país y salvar sus vidas.
De esa cofradía de frescos e inmorales procede este caballerete que fungió 90 horas como ministro de Cultura. Pero ello no es lo más importante, pues lo que se debe resaltar a partir de la historia menor del señor Rojas es que ella constituye el meollo de la esencia moral que cautela y exhibe la derecha política y económica de Chile. Es parte fundamental de su propio ADN. Por ello, la mayoría de los dirigentes derechistas salió en burdo tropel y con ánimo belicoso en defensa de los desmanes de don Mauricio, ya que más allá de cualquier discusión resulta un hecho cierto que lo relatado apuradamente en estas líneas les interpreta y representa a cabalidad.
Para muestra, otros botones. El 5 de Julio recién pasado, Sebastián Piñera firmó un proyecto destinado a erradicar el nepotismo de los escenarios de la administración pública y, principalmente, del gobierno. Días después nombró a Consuelo Valdés Chadwick (familiar suyo y de su ministro del interior) como nueva Ministra de Cultura reemplazando al impostor y converso Mauricio Rojas. ¡Definitivamente, con este acto público el presidente Piñera ratificó –oficialmente y sin ambages- la inmoralidad que caracteriza a la derecha!
Hace horas nada más, el diputado (PS) Leonardo Soto, escribió en su cuenta de twitter: << Lorena Recabarren ha hecho lo que parece declaración del abogado de los presos de Punta Peuco; pero no, pues se trata de una declaración de la actual Sbseecretaria de Derechos Humanos, la que sugiere que las restricciones a la libertad condicional de los delincuentes de lesa humanidad rijan para el futuro -o sea no para ellos (los que están hoy en Punta Peuco)- y excluye el arrepentimiento como condición mínima. Una vergüenza>>
Sin embargo, estos derechistas no están solos en su cruzada de nepotismo, inmoralidades y estulticias. “Celebro que alguien formado en el exilio sueco sea ministro aquí” –dijo el sorprendentemente despistado Pepe Auth, pues en realidad bien sabemos ya que Rojas no ‘se formó’ en Suecia, llegó a ese país siendo ya un inmoral, políticamente hablando. En absoluto ocurrió como lo aventura Auth:”la crisis del marxismo y de los socialismos reales lo llevó a la derecha liberal”.
¿Estará Pepito anticipando una decisión personal también, dispuesto a formar parte de los ‘conversos’? ¿O ya lo es? En realidad, de un dirigente actual del PPD (Partido por la Democracia) puede esperarse eso… y más.