Una burda campaña de propaganda lanza el Gobierno de Piñera para imponer su línea económica de claro corte neoliberal. Antes de irse al fondo en las encuestas. Después de titubeos acerca del momento propicio para lanzar la ofensiva decidieron hacerlo ahora con un equipo coordinado desde Hacienda con el Larraín de turno, Valente de Economía — que estuvo en las cuerdas por irse de lengua con sus consejos a los ricos de sacar la plata a los paraísos fiscales — y con Monckeberg, el del Trabajo que ya hizo parte de lo suyo al convertir a la juventud trabajadora en carne de explotación para los empresarios con su nueva ley recién aprobada.
El momentum del llamado “ajuste ministerial” será aprovechado para lanzar la ofensiva de la oligarquía política y empresarial con el inquebrantable apoyo de sus dispositivos mediáticos. Ya era tiempo dicen. Así podrán satisfacer las constantes presiones empresariales en la rebaja de impuestos a la gran empresa y a los ultra ricos. la famosa “productividad” se traducirá en ataques a las leyes laborales para que los trabajadores y trabajadoras sean manipulables o flexibles con bajos salarios compensados con el yugo del endeudamiento. Y las condiciones favorables a la inversión, en garantías al capital y empresas foráneas para que saquen el 40% de sus beneficios a los paraísos fiscales y así pagar menos tributos en Chile.
Son las medidas para que los empresarios de la Sofofa bajo la dirección de Bernardo Matte Larraín y de Alfonso Swett de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) dejen de vociferar y sentirse defraudados en sus “expectativas” por su Presidente, el acaudalado Sebastián Piñera y su corte de empresarios.
Ante la situación económica global inestable y la guerra económica-mercantil entre potencias se aprieta el torniquete de los controles económicos neoliberales sobre los asalariados, hombres y mujeres. No se le ocurre otra cosa al equipo económico de Piñera que descargar el costo de la situación mundial sobre su propio pueblo.
La respuesta sindical no debería hacerse esperar. La del movimiento estudiantil y del promisorio movimiento feminista tampoco. Comparten demandas comunes. En un mundo de gente consciente de sus propios intereses, al menos … se haría todo lo posible. Ojalá los diputados y diputadas del Frente Amplio hayan aprendido a leer los códigos de la política neoliberal y los de RD se hayan despabilado (Echecopar sólo piensa en las próximas elecciones municipales).
Cuando la oligarquía decide tomar ella misma las riendas del poder, sin intermediarios concertacionistas y sucedáneos, se nota. Los de la Nueva Mayoría bacheletista siempre anduvieron con medias tintas. Es lo que hemos visto: los neoliberales se exponen de manera vistosa e incluso obscena. Se van de lengua porque en el fondo es lo que piensan hacer. Y las editoriales de sus pasquines se aplican a destilar lo peor y más vetusto del dogma en nombre de “la productividad”, “la competitividad”, “las estructuras tributarias competitivas”, “las rigideces de la reforma laboral” “la responsabilidad del trabajador”.
Nada Nuevo bajo el sol: la misma cantinela economicista y de sentido totalitario. Y la “editorial” de La Tercera (que permuta sus ejecutivos por ministros) del viernes 10 de agosto es para los efectos un panfleto clarificador acerca del tema.
Las únicas expectativas que el equipo de Piñera siempre alimentó fueron las de la concentración de la riqueza en pocas manos y del abuso institucional descarado de la oligarquía en tiempos de corrupción ciudadana, de desafección de la democracia liberal y representativa, y de amparo del Ejecutivo a los supremazos que otorgan la libertad a los violadores de Derechos Humanos. Contra todo avance del derecho. Goya decía que cuando la razón se adormece —habría que agregar cuando los movimientos sociales se institucionalizan— se despiertan los monstruos.
Es más que evidente que la ultraderecha chilena sigue siendo fiel a lo más ordinario del dogma neoliberal; el de Milton Friedman y Von Hayek … porque de las ideas del escocés Adam Smith, que ni siquiera vio la primera industrialización ni la máquina de vapor, ni un carajo …
Escrito por Leopoldo Lavín Mujica