Noviembre 24, 2024

El rey se muere

Cuando don Sebastián Piñera visitó Argentina el 25 de abril, para reunirse con el presidente Mauricio Macri, las campanas del amor fraterno sonaron a arrebato. A ambos lados de la cordillera de Los Andes, se escuchaba la melodía de sus sones de júbilo. ¡Aleluya! Quienes les rinden devoción, indicaban que tañían como si anunciaran boda, pero los suspicaces decían que repicaban a réquiem.

 

 

Desde esa fecha eufórica, banquete tan regado y concurrido como el del rey Asurnasirpal II, y tango de por medio, donde hubo promesas de sempiterna amistad, han transcurrido tres meses y unos días y el amor idílico, entre cófrades plutócratas, empieza a diluirse debido a las suspicacias. ¿Infidelidad de por medio? ¿Qué habría sucedido si don Pablo Piñera, hermano del jefe, hubiese sido embajador en Argentina? A estas alturas, ya habría regresado al hogar. “Hay malos aires en Buenos Aires y el río de La Plata parece de lata”, le habría susurrado al oído a su hermano chico. El FMI prestó 50.000 millones de dólares a Argentina, pues va camino a la debacle financiera, pero una cantidad al parecer mayor, ya se había fugado del país en las faltriqueras de la oligarquía, rumbo a Suiza, aconsejado por el cejijunto.

En la historia de la humanidad, a partir de la Biblia, hay tragedias familiares de distinto carácter. Caín asesinó a Abel con una quijada de burro, abrumado por los celos, en tanto, Eteocles y Polinices se matan por conseguir el trono de Tebas, lo cual es frecuente en la vida, cuando los hermanos, tíos e hijos se asesinan entre sí, ansiosos por alcanzar el poder.

El amor y la amistad, dentro de los sentimientos humanos, son quizá los más veleidosos. Sí, porque el amor y la amistad cuando naufragan en el mar de los celos, se convierten en odio. Alguien dijo: “Yo me cuido más de mis amigos, porque los conozco; no tanto de mis enemigos, porque apenas los conozco”.

El músico argentino Charly García, en la ciudad de Córdoba, durante un concierto de esta semana, insultó a Mauricio Macri y le enrostró: “La puta que te parió”, y parte de la asistencia aplaudió a rabiar. Puede tratarse de exceso, verdulera grosería, antojo de artista idolatrado, pero en Argentina utilizan el lenguaje descarnado, sin eufemismos. En Chile, donde impera la hipocresía rampante en el habla, en cambio, nos sonrojamos por todo y a menudo se lee: p. en vez de puta, a causa de la censura oficial.

A todo esto, don Piñera otea consternado a su alrededor para encontrar nuevas amistades, quizá un vecindario amable, dispuesto a hacer negocios, pues no confía en nadie. Temprano ha llegado la hora de la maldita desconfianza. Sus ministros abren la tarasca y vomitan sapos y culebras, por no decir heces. El de Hacienda expresó: “Más que pensar en el pasado, hay que mirar para delante”. Frase de inspiración poética y belleza del lenguaje, que de haber estado vivo Nicanor Parra, la incluye en uno de sus artefactos. Alguien comenta que el jefe empieza a sufrir la soledad del poder, a cuatro meses de su ascensión al trono, al comprobar que hay ministros con lengua ligera, mientras aumenta la cesantía, se tambalea la economía y su popularidad se esfuma. En la obra de teatro “El rey se muere” de Ionesco, se trata de la vida del hombre medio (borrego), del Rey Berenguer, que ha tenido una vida de excesos y se ríe de la proximidad de su muerte. Historia que emula a don Piñera. Apenas ganó la presidencia, mediante martingalas, juego sucio y cuchufletas, vistió el ropaje de la soberbia. Se encasquetó un sombrero emplumado de tres picos, calzó botines de charol —es decir, sus sirvientes se los pusieron— y se arrebujó en una capa de armiño.

No dudamos que ha visto la obra de teatro “El Rey se muere”, al esforzarse por imitar a Berenguer. Donde concurre, brotan de sus labios, chirigotas, burlas, chistes añejos, mientras baila sau sau en la isla de Pascua, que en vez de hacernos rememorar al inmortal payaso “Chicharrita”, y desternillarnos de la risa, nos obliga a acordarnos de Pinochet.    

 

 

 

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