Punta de Tralca, ese hermoso y pequeño balneario de la costa central, fue durante un tiempo de la dictadura, en los años ochenta, un sinónimo de sitio acogedor para sindicalistas y políticos democráticos. Encabezaba la Iglesia chilena el cardenal Silva Henríquez y la Pastoral Obrera Monseñor Baeza. No lo olvidamos.
Hoy todo lo contrario. Hoy la Iglesia chilena no es sinónimo de defensa de las víctimas y de apoyo a la organización social.
Por el contrario, en Punta de Tralca se reúnen los peores abusadores, tocan temas de atentados y delitos contra los más débiles, los niños inocentes y los jóvenes cándidos que vieron en ellos el necesario puente de relación con Dios, el perdón a sus pecados y la salvación eterna.
Porque estos delincuentes son los peores: dicen entregar su vida a la pureza, se organizan para atender con esmero a sus víctimas y juegan con su educación y su salvación eterna.
Han sido y son lujuriosos, fraudulentos y traidores, al decir de Dante, el gran escritor católico del siglo XIV.
Rezan desde temprano, esto es se encomiendan a su Dios, que de existir no los va a escuchar, para que los salve de la justicia ordinaria y de los tribunales del Estado y los ayude a callar a los que denuncian, a olvidarse de sus llantos y gritos de angustia y a incinerar las pruebas y documentos que los inculpan.
Son la cúpula de la Inquisición Chilena que busca ocultar las torturas y atropellos con los que atormentaron a los más débiles e inocentes.
¿Lo lograrán?
Ya están condenados.
Por los principales actores de su mundo religioso que ya determinaron mandarlos a los infiernos.
Por los recuerdos que no los dejan ni los dejarán dormir.
Por el desprecio que la sociedad chilena les tiene. hasta que los olvide.
Bienvenidos, entonces, Uds. que han atropellado la doctrina de su Maestro con respecto a los niños y la han traicionado, bienvenidos al peor de los infiernos del Dante y entren ustedes guiados por Satanás y para siempre a los círculos de ese infierno.
Les corresponden a Uds. al menos, si la sacaron barata, el círculo de los lujuriosos, el de los fraudulentos, el de los aduladores, el de los falsos profetas, el de los corruptos y el de los traidores.
Y a las penas correspondientes, que en su fe no son alegorías sino afortunadamente muy concretas.
Les recuerdo al Dante:
Vivirán en un río de sangre.
Soportarán capas de plomo dorado.
Se cubrirán de lepra.
Los lujuriosos, además, vivirán el agobio de la soledad absoluta.
Y todos en un mar de excrementos por toda la mierda que dijeron en vida.