Noviembre 16, 2024

Ángelo Sodano, mentor de la “mafia” vaticana

Hay santos que han sido funestos en vida y otros, muy valiosos: entre los primeros se cuenta el Papa Juan Pablo II y el sacerdote franquista, José María Escrivá de Balaguer. El Papa polaco fue uno de los grandes encubridores y protectores del degenerado Marcial Maciel, superior de los (“millonarios”) Legionarios de Cristo; entre los verdaderamente santos podemos anotar a Alberto Hurtado y a Arnulfo Romero.

 

 

El entonces Nuncio en Chile, Ángelo Sodano, fue íntimo amigo y defensor declarado de la dictadura, encabezada por Augusto Pinochet. Durante el Papado de Juan Pablo II llegó a desempeñarse como Secretario de Estado del Vaticano y poderoso dueño de la  degenerada Curia Romana, la cual regentaba un Banco de financistas sinvergüenzas, un prostíbulo en que servían unos incautos seminaristas, entre otros delitos, (como el del obispo descubierto con una maleta de euros, camino a Suiza).

Gran parte de la “mafia” de obispos chilenos, hoy renunciada, y en capilla para ser enviados a un convento de monjas, a fin de que lleven una vida de retiro y oración, para evitar que sigan amparando a violadores de niños.

El fiscal de Rancagua, Emiliano Álvarez, es de armas tomar y desempeña su función de investigador en el caso de encubrimiento de curas pedófilos: ha usado las facultades que le confiera para allanar casas y sedes de obispados y parroquias, además, ha solicitado al Vaticano los documentos redactados por la Comisión Scicluna, a fin de complementar la información sobre el caso.

En uno de estos allanamientos se descubrió una carta del obispo Alejandro Goic en la cual se demuestra la actitud de negligencia para acoger las demandas de las víctimas de pedofilia por parte del cardenal Ricardo Ezzati. Alejandro Goic era uno de los obispos creíbles, en medio de la actitud de encubrimiento por parte de la Conferencia Episcopal, pero desgracia, defraudò esta buena imagen.

Cuando el Nuncio Àngelo Sodano ejercía sus funciones en Chile fueron nombrados algunos de los actuales obispos, con el objetivo de reemplazar a aquellos prelados nombrados por Juan XXIII y Pablo VI, es decir, obispos que adherían al Concilio Vaticano II. La contra-reforma de Juan Pablo II terminó convirtiendo la irrupción de irrupción de los pobres en la iglesia en una “cofradía de ginecólogos”.

En la investigación que lleva a efecto el fiscal Arias aparecen, cada vez más, sacerdotes implicados, no sólo en  delitos de la pedofilia, sino también en el encubrimiento de estos abominables actos que, según el fiscal, muchas veces equivale a no denunciar un crimen.

Durante mucho tiempo los jerarcas de la iglesia ocultaron o minimizaron los actos de pederastia sosteniendo que sòlo eran pecados contra la pureza o bien, simples errores. Afortunadamente, hoy estos delitos comienzan a ser denunciados por las propias víctimas o sus entornos familiares, (algunos, varios decenios después de su ocurrencia, ya cuando han prescrito).

El Nuncio Sodano, en sus varios años en Chile, se hizo amigo de Fernando Karadima, quien se hacìa pasar por santo y, además, promovía muchas vocaciones sacerdotales; también contaba entre sus amistades al  emérito cardenal Medina Estévez, un funesto personaje quien, en sus postrimerías, terminó haciendo el ridículo al imitar el canto de pajaritos en la televisión, (hoy retirado de los medios de comunicación).

La pedofilia en los sacerdotes, especialmente en colegios catòtolicos, no es nueva. La gran libertaria y feminista Belén de Sàrraga relata, en un libro publicado en 1913, el escándalo del Colegio de los Jacintos, en que un niño se atrevió a denunciar las bajezas de los curas que lo habían violado.

También en el siglo pasado hubo obispos, como el de Valparaíso, Emilio Tagle, (pariente de la señora de Frei Montalva), quien amenazaba con excomulgar a las mujeres que usaran bikini en las playas de Viña. Afortunadamente, el Papa Francisco aceptò la renuncia del obispo Duarte, quien està acusado de encubridor.

El problema radica en que el Papa no se atreve a pensar en obispos que puedan reemplazar a los renunciados, pues tienen “santos” en la Curia Vaticana, como tampoco a nombrar párrocos comprometidos con la defensa de los pobres y más vulnerables de la sociedad, (por ejemplo, el caso del jesuita Felipe Berrìos, Mariano Puga, y otros ).

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

22/07/2018              

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