Han pasado años que estos personajes y otros de reconocidas apariciones en la historia reciente, no lograron demostrar que son inocentes. Todo se redujo a una especie de danza de boletas y dineros que de manera silenciosa transitaba por cuentas de bancos, otros pagados al negro, una especie de carnaval que nunca posiblemente se imaginaron se harían públicas.
En estos casos los empleados de los empresarios que llegaron al parlamento con votos de todos los chilenos, no sólo rompen y hacen polvo la fe pública, que ya se encuentra extraordinariamente deteriorada. La opinión pública está muy lejos de creer en los políticos, sencillamente porque se hace pública esa rastrera conducta de pordiosero, mendicante, limosnero, andar pidiendo el raspado de la olla, pero especialmente cuando ellos involucran a sus cercanos, con una actitud miserable y paupérrima.
Todos llegan a los tribunales clamando inocencia, que exista la justa presunción de inocencia. Todos bien peinados mostrando papeles donde sostienen que están las pruebas de inocencia, cuando del otro lado los legajos de culpabilidad son abismantes y casi incontables.
Hay veces en que la justicia se viste extraña, algo así como que parecer que castiga pero termina finalmente haciendo regalos.
Cuando todo Chile se enteró de la espuria relación que existía entre dinero regalado por empresas a políticos, para que actuaran bajo sus órdenes como si de empleados se tratara, todos juraron que eran inocentes. Una vez más quedó demostrado que es la clase dominante, los empresarios, los grupos económicos los que imponen el modelo que ellos necesitan para que su proyecto económico/político funcione como ellos lo necesitan.
Es el patrón el que manda y el que paga pone la música, sus empleados parlamentarios le llevan boletas falsas.
Todos los actuales que se encuentran en la mira de la opinión pública por haber intentado robar al fisco, no son personajes sencillos, sucede todo lo contrario. Los chilenos de a pie, los que están más de nueve horas trabajando son los verdaderos recaudadores de impuestos; cuando compran pan aportan a las arcas fiscales, eso que algunos no lo hacen, como por ejemplo Piñera, que tiene su dinero en paraísos fiscales para NO pagar impuestos en Chile pero sí hay que pagarle con dinero en pesos nacionales su salario.
Lentamente va quedando al desnudo lo que verdaderamente sucedió en esos momentos de locura pesetera. Los viajes de billetes regalados por el yerno de Pinochet para que MEO llegue a la política y se convierta en un Catapilco de los tiempos modernos. Se entiende ahora cuando MEO sostenía que había que privatizar el 7% de cobre para financiar la educación en Chile, o su ida y venidas pretendiendo formar un bloque con algún sector de la Nueva Mayoría, o el PDC. Todo en ese segmento es confuso, avión, millones en boletas, pero con esa molesta cantinela de gritos de inocencia que se convierten en lastimeros gemidos de clemencia, cuando ya estaba abandonado y cruzando las puertas del olvido.
Longueira es un caso diferente. Pretendió ser el abanderado de la derecha y el empresariado pero se sintió obligado a renunciar, él sabía que las boletas, el cohecho, y facturas falsas le reventarían en la cara y el costo para su sector habría sido extremadamente violento en corto tiempo. Las cosas en aquel sector se olvidan fácilmente, tiene ese sello que todo se perdona y que el agua que compran lo cura todo, como si llegara de Lourdes. Ahora no es creíble su cuadro depresivo.
Patricio Contesse, el hombre de Ponce Lerou, SQM, la llave de la caja de billetes, sencillamente cumplió con su oficio, entregar recursos a su sector social, al que lo representa ideológicamente, él es heredero del pinochetismo y su proyecto lo constituye apoyar a quienes lo sostienen, o lo ayudan a mantener vigente como si de un cuartelero se tratara.
Hay otros que no sólo entregaron boletas o que fueron sus hijos quienes hicieron el trabajo sucio, como el caso del ex presidente del PDC Jorge Pizarro, que se sintió obligado a renunciar ante la evidencia indesmentible de dinero fácil, y que actuó siempre como mensajero de los empresarios pisqueros de su distrito.
Los problemas de la corrupción en Chile son enormes, y muy profundos en el segmento político. Están muy lejos de superarse.
Hay otra corrupción más agresiva y violenta como lo es SALVAR a Jorge Abbot luego que dijera que castigar los delitos cometidos por actores de un poder del Estado. Es poner en peligro de la institucionalidad. Olvida que él fue elegido luego de haber sido el pavo salvado en el día de gracia. Notable es intentar llegar para dar la batalla contra quien lidera la impunidad que hace feliz a la clase política y empresarios.