Nada más funesto para la democracia que el gobierno de los curas y los jueces. El gran mérito de Maquiavelo fue el de separar la ética cristiana de la política, pues cuando se mezcla la religión y la política esta última se convierte en tiranía, (un buen padre de familia no tiene por qué ser un buen político, por el contrario, como decía Weber, “el político debe pactar con el diablo…”, y su tarea es la coerción que sólo es monopolizada por el Estado, poseedor de la fuerza “legítima” de las armas).
La derecha, que no tiene ningún aprecio ni simpatía por la democracia, siempre ha sabido elegir los mejores venenos para destruirla: los curas, los militares, la teocracia, la dictadura militar y, la peor de todas, la dictadura de los jueces, inaptos, por lógica, para ocuparse de los asuntos del Estado.
El tema de la corrupción, propio del poder, ha servido como vía para destruir el sistema político: todo comenzó en Italia, por ejemplo, en que la sed de figuración de un juez destruyó los tres partidos más importantes de Italia y colocó en el poder al más ladrón inmoral y corrupto de todos, Silvio Berlusconi. En España la justicia ha tenido más éxito, pues un fallo permitió el fin del hiper-corrupto gobierno de Mariano Rajoy, lo cual vendría a convertirse en la excepción que confirma la regla.
En América Latina el poder judicial de los distintos países, al servicio de una ultraderecha, so pretexto de combatir la corrupción política, se ha dedicado a perseguir a los líderes principales de la izquierda: Brasil, por ejemplo, el juez Moro ordenó la prisión de Luis Inacio Lula da Silva y lo condenó a 9 años de reclusión, aumentado a 12 años por un tribunal de segunda instancia. Las injusticias de la justicia tienen como objetivo sólo eliminar a Lula como candidato presidencial, quien asegurada la victoria, según la mayoría de las encuestas de opinión. El caso condenarlo es el más débil de todos: el de la casa de un balneario, cerca de Sao Pablo, y hasta ahora, ninguna de las pruebas ha sido contundente, por consiguiente, el fallo sólo se basa en presunciones y opiniones de los jueces.
De no haberse presentado Lula como candidato a la presidencia Brasil no estaría lejos de un golpe militar, o bien, el triunfo del fascista Joel Bolsanaro.
El ex Presidente de Ecuador, Rafael Correa, recibió su país prácticamente destruido y, en diez años la Revolución Ciudadana, dirigida por el Partido País, transformó a Ecuador, de una “república bananera” – un Presidente ladrón y corrupto, otro, loco y otro sinvergüenza – a un país estable, viable y respetable, pero cometió el error de apoyar a Lenin Moreno, (un traidor, como los hay muchos en la izquierda que se pasan a la derecha); nada más fácil que comprarse a un ex jacobino y convertirlo en termidoniano. En Chile tenemos ejemplos por docenas,(basta ver a Enrique Correa, Eugenio Tironi y Òscar Guillermo Garretón, y en la derecha, Roberto Ampuero). El dinero, un traje y corbata italiana…pueden convertir a un siútico en un caballero.
En Ecuador, Fernando Balda, quien militaba en el Partido País, se pasó a la ultraderecha convirtiéndose en el enemigo principal de Correa y, sintiéndose perseguido, se exilió en Bogotá, donde se desempeñó como asesor de Avaro Uribe; el servicio secreto ecuatoriano contrató a sicarios, que intentaron raptar a Fernando Balda, pero este intento resultó un fracaso – no podía ser de otra manera, pues la distancia entre Bogotá y Quita es de 3.000 kilómetros, con muchos controles policiales, en una región de guerra contra la guerrilla colombiana.
A raíz del bombardeo de parte del gobierno colombiano contra el campamento de uno de los líderes de las FARC, un Acuerdo entre Juan Manuel Santos y Correa permitió la extradición de Fernando Balda quien, además, tiene varios cargos en la justicia ecuatoriana.
Los tribunales colombianos apresaron y condenaron a los autores materiales del plagio y la mayoría de ellos ya cumplieron su pena, pero durante cinco años el fiscal ecuatoriano no investigó el caso Balda. Sospechosamente reapareció cuando el Presidente Lenin Moreno y la derecha estaban decididos a enviar a la cárcel al ex Presidente Correa. Lenin, que es bastante pérfido y hábil, aprovecho la aprobación de uno de los puntos del plebiscito, por el cual se nombraba un Comité interino para la designación de Contralores, Fiscales y otras autoridades, nombrando a dedo al Fiscal y al Contralor.
El Fiscal Pérez es un personaje al servicio del gobierno actual, y acusó a Correa de secuestro y asociación ilícita, que tiene penas de más de siete años de prisión. La jueza Daniela Chandia decretó, como medida preventiva, que el ex Presidente Rafael Correa deberá presentarse cada 15 días ante el tribunal, en Quito, sin tener en cuenta que el ex Mandatario vive en Lovaina, (Bélgica). El Fiscal Pérez, aprovechándose de su poder y de la delación compensada, concedida a los agentes de seguridad, Raúl Chicaisa y Diana Falcón, logró que acusaran al gobierno Correa de ser el instigador mediato de plagio.
El Contralor por su parte, mostró dos cheques del Banco de Pacífico, por una de 10 mil dólares el primero, y 11 mil dólares el segundo, atribuido a una operación llamada Wilson, que pertenecía a la Seguridad del Estado.
La jueza cometió el sinsentido de pedir el desafuero del ex Presidente Correa, que ya no existe por ser un simple ciudadano.
Probar que el ex Presidente Correa haya tenido alguna participación en el rapto del ex congresal Balda es muy difícil, por no decir imposible; por lo demás, los hechos ocurrieron en agosto de 2012 y podrían estar prescritos.
El objetivo de perseguir a Correa es político – como èl mismo lo ha expresado – se trata más bien de impedir que pueda volver a la presidencia de la república obligándolo a mantenerse al margen, en un exilio, en Lovaina.
La peor consecuencia de la judicialización de la política es la destrucción de la democracia. Los curas terminan como Savonarola, incitando a quemar vivos a los pecadores, y los jueces apresando a la gente honesta, por el solo hecho de no pensar como los fascistas.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
06/07/2018