México, el país latinoamericano más grande después de Brasil, ha elegido un gobierno de izquierda.
Si Brasil tuviere hoy elecciones democráticas, haría algo muy parecido.
Un similar temor político ha penetrado en los gobiernos más reaccionarios del continente – Argentina, Chile, Perú, que no reconocieron de inmediato el triunfo de Andrés Manuel López Obrador- y el de los EEUU, disfrazado ante la novedad por su Presidente impreciso.
México es una inmensa nave -con más de 100 millones de habitantes- que avanza a tropezones frenada por múltiples problemas que se alimentan entre sí: -alto nivel de desigualdad en los ingresos; un gran porcentaje de pobreza; un capitalismo desatado; una corrupción antigua que se acrecienta y que golpea desde el actual Presidente de la República (que se va el 1 de diciembre) hasta el último de los policías; y el reinado de las mafias, que luchan entre ellas a muerte y que amedrentan a todos con asesinatos previstos e imprevistos.
Todo ello pegado, por el sur, con Trump. Tan lejos de dios y tan cerca de los EEUU.
Ya en el siglo XIX, EEUU le cercenó el 50% de su territorio. Ahora Trump busca ampliar el Muro fronterizo y con fondos mexicanos. Y trata con odio racial al país de Juárez y Zapata de delincuentes y violadores. Alrededor de un 20% de todas las mexicanas y mexicanos vive en los EEUU, y más de seis millones de ellos lo hace como indocumentado.
EEUU importa droga desde varios países limítrofes y en especial desde México. El centro imperial es un país adicto a la cocaína, la heroina y los opiáceos y, últimamente, el fentanilo, 50 veces más fuerte que la heroína, que llega también desde México.
En 2016 murieron por sobredosis de heroína 64 mil estadounidenses.
En 2017 murieron en México, según cifras oficiales, 29.168 personas asesinadas, unos 80 asesinatos diarios.
En los países que limitan por el sur con EEUU se ha producido una tendencia a la debilidad de sus estados nacionales (Puerto Rico, Haití, México) y al fortalecimiento de los aparatos norteamericanos y las mafias de la región. La lucha contra las mafias en México tiene que ver con el fortalecimiento de sus estados, y con el combate que contra ellas se haga en el poderoso país receptor.
Contra este estado de cosas votó la ciudadanía mexicana, como nunca antes lo había hecho.
Fue su protesta nacional multitudinaria.
La reacción ante miles de asesinados, que pueden llegar a más de 30 mil en 2018 si se mantiene la horrible tendencia. La reacción por sus 30 millones de exiliados económicos. La reacción ante los más de 50 millones de personas pobres, un 43,6% de la población.
El cambio y la recuperación en México será una tarea homérica en los hombros de Andrés Manuel López Obrador, que valientemente encabezó su tercera carrera presidencial con éxito.
Ya el triunfo de la protesta fue una victoria que remeció a una América un tanto aletargada y abrió paso a la esperanza.
La renovación que puede encabezar AMLO en los próximos seis años puede abrir una puerta grande para todos nosotros.
Los ataques contra el Presidente electo han comenzado de manera mercurial: se dice que entre AMLO y Trump hay coincidencias porque ambos son “nacionalistas”, como si los “nacionalismos” no pudieran ser contradictorios entre ellos.