En un verdadero manicomio se convirtió hoy esta capital y todo el país con la victoria de Uruguay 2-1 ante Portugal que le dio el pase a cuartos de final del Mundial de futbol Rusia-2018. La explanada de la Intendencia de Montevideo resultó pequeña al acoger a miles de hinchas sentados y de pie ante la pantalla gigante que trasmitió el partido desde la ciudad rusa de Sochi, y que esta vez fueron cerradas las calles aledañas.
ÂíUruguay, Uruguay, Uruguay!, retumbaron una y otra vez las gargantas de niños, mujeres y hombres que no creyeron en el frío y convirtieron el frente del gobierno departamental en una verdadera cancha.
El primer gol del indomable Edinson Cavani a los siete minutos de iniciado el partido adelantó lo que sería después una locura incontrolable.
Un gol de cabeza del lusitano Pepe a los 55 del complemento provocó un poco de silencio, pero del medio de la multitud salió un alma que comenzó a azuzar a la hinchada con la frase ÂíVamos Uruguay, carajo!, y de nuevo la algarabía, los nervios y las uñas resurgieron.
El segundo gol de Cavani al minuto 62 condujo al paroxismo a los miles allí presentes, en medio de una algarabía de voces, petardos y gritos ensordecedores que no cesaron hasta el pitazo final.
Los rostros tensos y la preocupación cada vez que el astro portugués Cristiano Ronaldo se apoderaba de la pelota fueron constantes y solo se relejaban cuando la férrea defensa de los charrúas lograba despejar el balón lejos de su portería.
Fue un duelo difícil para ambos equipos, con un Uruguay inmenso y garra de siempre, pero también con un buen planteo técnico táctico que limitaron las posibilidades de gol del delantero estrella del Real Madrid.
La Celeste ganó en buena lid para avanzar a cuartos de final, un triunfo que permite seguir soñando al equipo y a su cuerpo técnico, pero que mantiene ilusionados a más de tres millones de uruguayos que quieren llegar a mucho más.
Al menos eso es lo que se respira ahora mismo en las calles con miles de gente con banderas, autos y ómnibus pitando a todo tren, porque la fiesta sigue.