La personificación terrenal del agujero de la capa de ozono es la defensa de Argentina, que hoy hizo aguas como el Titanic y le abrió las puertas a Francia hacia la etapa de cuartos de final en la Copa del Mundo de fútbol.
Kylian Mbappé, ese fantástico delantero galo, parecía Edson Arantes do Nascimento 'Pelé' en el Kazán Arena. Cada vez que agarraba el balón y encendía las turbinas dejaba en evidencia todas las miserias de la zagua argentina.
Pero más allá de las carencias defensivas de los sudamericanos y del extraordinario nivel de la selección del Gallo, una de las grandes favoritas antes de comenzar la Copa, el gran causante de la debacle 3-4 de los argentinos fue su técnico, Jorge Sampaoli.
El entrenador alineó un equipo sin pies ni cabeza, sin delantero centro -imagino que fuera la primera vez de todos los tiempos que Argentina prescinde de un jugador en esa posición del campo-; su planteamiento táctico, con Lionel Messi de falso nueve, era una apuesta al despropósito, al sinsentido.
Messi jugaba de falso nueve en el FC Barcelona, pero rodeado de los mejores jugadores del mundo, y eso Sampaoli lo pasó por alto como una casa, dejando desahuciado al cinco veces Balón de Oro, quien tenía que salir de la posición ordenada por el técnico para poder asociarse con sus compañeros.
Argentina es un Ferrari 488 GTB en la delantera y un Ford Edsel en la defensa, y entonces Sampaoli decide dejar en el banquillo a los delanteros titulares del Juventus de Turín y el Manchester City, una falta de respeto total, un atentado contra el fútbol, coinciden analistas.
Durante todo el campeonato, el seleccionador fue incapaz de encontrar una solución que potenciara las habilidades de Messi en su zona de confort, algo imperdonable porque si la mejor pieza argentina sobra en el esquema entonces la victoria sería casi imposible, mucho más ante una superpotencia como Les Bleus.
Francia salió delante, de penal, gracias a Antoine Griezmann, aunque Mbappé fue quien provocó la falta tras dejar atrás a cinco jugadores argentinos, a lo Usain Bolt.
Los sudamericanos lograron igualar antes del descanso por intermedio de Ángel Di María, quien marcó un golazo desde 40 metros.
Apenas empezar la segunda parte, Messi disparó a puerta y Gabriel Mercado desvió el balón, lo cual descolocó al arquero Hugo Lloris y permitió que el equipo argentino tomara la delantera.
Era un espejismo en medio del desierto. Pese al crecimiento de Argentina, Francia tenía potencial de sobra para revertir la situación, como finalmente pasó.
De cualquier manera, Argentina se las arregló -nadie sabe cómo- para llegar delante en el marcador por 2-1 hasta el minuto 57, cuando Benjamin Pavard logró igualar las acciones con uno de los mejores goles del Mundial, posterior, obviamente, a un mal despeje de la defensa argentina.
A partir de ese momento, los contragolpes franceses eran letales; cada vez que robaban el balón parecía que se le acababa el mundo a la lentísima y desarticulada zaga Argentina.
Solo unos minutos después, en el 68, ya Francia ganaba por 4-2, Mbappé se encargó de ello con un doblete relampagueante, mostrándole al mundo que, en muy poco tiempo, será el sucesor de Messi y Cristiano Ronaldo en el trono de mejor jugador del mundo.
Argentina hizo gala de amor propio y logró recortar diferencias 3-4 en el 92 por gol del suplente Sergio Agüero a pase milimétrico de Messi e incluso estuvo a muy poco de alcanzar el empate 4-4 en la última jugada del partido, pero Ángel Di María no pudo embocar el balón a gol.
Así, Kazán sirvió de cementerio para Alemania y Argentina, el campeón y subtitular de la Copa del Mundo de Brasil-2014.
De paso, Messi se quedó sin su Mundial.
Sin embargo, quedó demostrado una vez más que el fútbol no le debe nada a Lionel Messi como muchos piensan, incluso le ha dado fama y gloria con su club Barcelona, pero en Argentina es otra historia, porque el letargo de la Albiceleste va mucho más allá.
Más tarde jugarán Uruguay y Portugal y de ese encuentro saldrá el rival de Francia en la ronda de los ocho mejores. Argentina, mientras tanto, ya estará haciendo las maletas a casa.