Noviembre 15, 2024

Los obscenos privilegios de los parlamentarios y de la oligarquía empresarial

Piñera se muestra dispuesto a bajar la obscena dieta de los parlamentarios chilenos. Desde las filas de sus apoyos partidarios no tardó en llegar la negativa. La UDI lo motejó de populista. Si se las compara con las dietas de otros parlamentos de otros sistemas democráticos liberales del planeta, las de los chilenos no corresponden al ingreso medio de la gran mayoría de la población. Es indignante.

 

Esta debería ser una norma coherente. El ingreso de los representantes de la ciudadanía debe corresponder a salarios normales y no constituir un privilegio. El único debe ser el de representar la voluntad popular. Pero en Chile se ha construido el relato interesado de que altas dietas permiten atraer al servicio público a los mejores. Lo que es evidentemente falso por varias razones que ni siquiera vale la pena enumerar. La profesionalización de la política es una deformación de la democracia ciudadana. Es una burocratización de una actividad que debe estar abierta a todos y a todas.

 

En Chile hay senadores y diputados que no han hecho otra cosa en su vida que ser parlamentarios. El caso de Girardi, Montes, Moreira, Navarro, Walker, Chahuan, Pizarro y de demasiados otros es una aberración democrática. Y el dispositivo de corrupción existente en Chile ha desvirtuado completamente el mecanismo de la representación al permitir que el poder económico compre las voluntades y votos de muchos parlamentarios.

 

Sin embargo, es el principio mismo de la democracia formal el que habría que desmontar: aquel que tal como lo sintetizó Karl Marx estipula que puesto que no pueden representarse ellos mismos (los ciudadanos), éstos necesitan ser representados (por los electos). La tesis de Marx resume en ella misma todo un programa político: el de la democracia real y autogestionada.

 

Pero volvamos a la actualidad. Es obvio que hay que bajar las dietas, pero Piñera olvida que, por su parte, nadie le pide que renuncie a sus emolumentos de presidente.

 

Lo que se le exige a un gobierno es que él y los de su clase (los del 10 % más rico y la clase empresarial) paguen más impuestos para financiar salud, educación, pensiones y vivienda. Cosa a la que Piñera y la oligarquía que él representa se niega, junto con sus ministros neoliberales: los Larrain, Fontaine, Valente, Moreno, todos íntimamente vinculados con los poderes económicos y fieles representantes de la oligarquía dominante.

 

Escrito por Leopoldo Lavín Mujica

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