Septiembre 20, 2024

Los argentinos y uruguayos nos ganan de lejos en las libertades sexuales

Si Mauricio Macri pretendió desviar la atención sobre la grave crisis que atraviesa Argentina, hoy con el dólar a $27, sumado a la comprobación de que al rescate por parte de FMI será escalonado, y que el gobierno de ese país no sólo recibirá no el monto total, sino varias cuotas, sujetas a la evaluación permanente de los expertos, con el agravante de que el Banco Central no podrá seguir interviniendo con venta de dólares para evitar la devaluación del peso, Macri lo  logró plenamente al permitir que el Congreso discutiera la ley de legalización del aborto.

 

 

Por algunos días con sus noches los argentinos mantuvieron su atención  en las distintas intervenciones sobre la ley de legalización del aborto. La sociedad estaba dividida, prácticamente, en mitades irreconciliables: las jóvenes de “pañuelo verde”, partidarias de la aprobación del proyecto de ley, y las pechoñas católicas y canutas, que abogaban por el derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte.

Las comisiones de la Cámara no ahorraron esfuerzos para hacer comparecer a cuanto médico especialista y científico hubiera en Argentina, (incluso, en el mundo), convirtiendo a Buenos Aires en el ombligo del mundo en el tema de la ginecología, la obstetricia, la teología, la sociología, la metafísica, la ontología, la deontología y un sinnúmero de otras ciencias relacionadas con el tema.

El debate sobre el comienzo de la vida será tan insondable como el que Dios creó la vida, o bien, surgió de la evolución, o de los “hoyos negros”: para algunos, la vida comienza desde que el inquieto espermatozoide logra, después de pocos o muchos ensayos, fecundar al óvulo, (antes los ignorantes creían que con un beso o con la cercanía a un hombre, la mujer quedaba encinta, es decir, tan tabú hablar de sexo que una señora de 1900 quedó espantada, en su noche de bodas, al ver que el sexo de su marido era similar a una boa).

Otros creen, desde el punto de vista de la ciencia, que el cigoto se convierte en persona cuando posee su sistema nervioso completo; los más radicales están convencidos de que la verdadera persona se da a partir del momento del parto.

Chile, Nicaragua, el Salvador y el Vaticano, (este último Estado, el paraíso de los prostíbulos, regentados por algunos cardenales), eran los países más retardados y despectivos respecto a la mujer – como decía  mi madre, “no hay beato bueno”; En nuestro país, afortunadamente, se aprobó en el Parlamento la ley del aborto en tres causales.

España, que durante mucho tiempo fue dominada por el canalla de Francisco Franco, un pequeñín degenerado, y manejado por su mujer, la beata Carmen Polo y apoyado por cardenales, obispos y curas más degenerados, asesinos, corruptos y podridos, logró, hace pocos años,  la aprobación de la ley de legalización del aborto, con la sola limitación de que no excediera los 14 meses de gestación.

En Argentina, el Movimiento de Los Pañuelos Verdes, después de una noche de vigilia, logró la aprobación de la ley de legalización del aborto, hasta los 14 meses de gestación, con el apoyo de 131 diputados, contra 123. Pudimos apreciar la ridícula circunstancia de que hasta el último minuto de las 20 horas de debate, cinco diputados se declaraban indecisos, cabría preguntarse a quién diablos representan estos imbéciles que no tienen opinión fundada sobre temas tan trascendentales como el de la vida y la salud materno-infantil  y  los derechos de la mujer, que atañen a toda la sociedad.

Un historiador chileno se burlaba porque América Latina fuera llamada “nuevo continente”; en el fondo, decía que no somos otra cosa que españoles, (vascos, navarros, catalanes, extremeños…),  trasladados a otra tierra, y que teníamos muchas similitudes con los peninsulares. Por desgracia, la herencia española nos legó la inquisición, la beatería y, sobre todo, el desprecio a las mujeres, (muy propio del San Pablo, que Santa Tecla lo dejó siempre marcando ocupado, pues le dio por la virginidad).

Afortunadamente, y con vergüenza de nuestro atraso cultural, los argentinos y uruguayos nos ganan de lejos en las libertades sexuales.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

14/06/2018       

 

     

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