En 1911 Robert Michels publicaba su libro Los partidos políticos, obra basada en la investigación del Partido Socialdemócrata Alemán; su tesis consistía en el planteamiento de la famosa “ley de hierro” de las oligarquías: los partidos de masas sacrifican la democracia interna en favor de las burocracias y de los políticos de oficio en razón de la eficacia en un sistema parlamentario, que exige a los líderes la dedicación exclusiva a sus tareas organizativas.
La democracia para Wilfredo Paleto, es una competencia entre las élites por el poder. Hoy, estas teorías de los partidos políticos ha degenerado, como producto de la democracia bancaria que enajena la soberanía popular, en el poder decisorio de la Banca, los mercados de acciones y bonos; en cada crisis, a fin de asustar a los electores, se utilizan las caídas de los indicadores de la Bolsa y el alza de la prima de riesgo de los bonos soberanos.
La mafia del Partido Popular, que aún domina los medios de comunicación de masa, trató de usar los indicadores económicos para asustar a la opinión pública y a algunos diputados, a fin de evitar la caída de Mariano Rajoy. Por muy cándida que sea la gente, al fin y al cabo probaron, fácilmente, que las bajas en la Bolsa española (IBEX), se debían a la crisis italiana y, por tanto, no tenían relación con el próximo gobierno del moderado Pedro Sánchez, un basquetbolista que ha probado su genialidad en los “rebotes”.
En la democracia bancaria, el rol de las oligarquías ha cambiado al desaparecer los partidos políticos de masas: El poder del Estado equivale al botín al que tienen derecho los triunfadores que, muchas veces, han soportado la “travesía del desierto”. El problema mayor no es que la política esté relacionada con los negocios, sino que, a la inversa, los negocios se han apropiado de la política.
Con nuestra débil interpretación del marxismo en épocas pasadas, hablábamos de “la democracia formal”; hoy, pretendemos entender la democracia electoral convertida en un sistema feudal, dominada por los jefes de Partido: se trata de repartirse los negocios del Estado entre los conglomerados de una determinada combinación política, y a cada uno le corresponde un área del quehacer político-estatal, (las preferidas son las Obras Públicas y las empresas fiscales).
Así como la Socialdemocracia fue el modelo de estudio para Michels, hoy podía serlo el Partido Popular español: en primer lugar, desde su nacimiento, el Partido Popular ha sido una asociación ilícita para perpetrar todo tipo de delitos, que han terminado por convertir la democracia española en un lodazal sin parangón; en segundo lugar, la citación de los delitos y tramas, llevadas a cabo por este Partido, cuya lista sería interminable que ocuparía el espacio de esta columna; en tercer lugar, en la democracia bancaria no sólo se borran las fronteras entre la política y los negocios, sino también los balances y contrabalances, que ocurre también en el parlamentarismo, y el Ejecutivo termina por dominar al poder judicial, sujetando de pies y manos a los fiscales y a los jueces; en cuarto lugar, en el caso del Partido Popular español, la corrupción se extiende a los ayuntamientos y a las comunidades autónomas.
Luis Bárcenas se diferencia de todos sus predecesores en la gerencia del Partido Popular por el solo hecho de haber sido descubierto con una cuenta en Suiza de más de 50 millones de Euros; la contabilidad B no es una invención del tesorero, (hoy condenado a 33 años de prisión), sino que ha existido desde su fundación, como una forma de remunerar el lucro cesante de los líderes de ese Partido que “sacrifica por la causa”.
Francisco Correa, líder de la Gurtel, en sus declaraciones ante los jueces, hace gala de un cinismo genial: dice que todas sus empresas han actuado correctamente y conforme a la ley, y que él, sólo se ha dedicado a hacer Lobby en su favor y, además, pasaba días y noches en la sede del Partido de la calle Génova desarrollando “la amistad cívica”.
Mariano Rajoy es un personaje genial para cambiar los hechos: no puedo explicar cómo pudo declarar que la trama Gurtel ha sido inventada para dañar al Partido Popular, y que los cariñosos e-mails enviados a Bárcenas son fruto de su ingenuidad, que ha sido burlada por el tesorero. Es difícil comprender cómo los jueces no condenan a Rajoy cuando, bajo juramento, comete falso testimonio al negar la existencia de la Contabilidad B.
Bárcenas amenaza con demostrar con documentos la participación de Rajoy en la comisión de delitos, si su mujer, Rosalía Hernández es condenada a la cárcel, hecho que ocurrió, sentenciada a 15 años de prisión; sin embargo, sospechosamente, el juez progresista y más duro contra la corrupción fue sacado de la causa el mismo día en que se haría efectivo su envío a la cárcel.
Principios tan fundamentales de la democracia, como la igualdad ante la ley y la presunción de inocencia, no pueden aplicarse en un sistema político dominado por el mercado y colusión entre banqueros y políticos. (Veamos sólo el caso de la Infanta Cristina y su marido, Iñaki Undargarín, que se dan el lujo de una rica estadía en los lagos suizos, mientras se condena a un desarrapado rapero por el solo hecho de burlarse de la monarquía borbónica).
La crisis de las élites políticas conduce al triunfo de los aventureros que, al fin y al cabo, son más corruptos y ladrones que los viejos líderes de partidos políticos de masas.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
02/06/2018