Ante la creciente influencia de Rusia, China, Turquía y el Golfo Pérsico en los Balcanes, los líderes de la Unión Europea (UE) escenificaron el 17 de mayo un recuperado interés por esa desatendida región con una cumbre especial en Sofía (Bulgaria). Pero la Declaración de Sofía supone un claro retroceso respecto a la promesa de que “el futuro de los Balcanes está dentro de la UE”, efectuada hace 15 años en Tesalónica, ya que se limita a indicar “la perspectiva europea” de los países balcánicos, sin ninguna mención a su eventual adhesión a la UE.
La estabilidad de la región es clave para la seguridad de la propia UE, como lo ha mostrado la historia. Los Balcanes constituyen una amalgama potencialmente explosiva de etnias divididas por fronteras, de religiones y culturas en tensa convivencia, de nacionalismos contrapuestos y de estructuras democráticas deficitarias, combinadas con un limitado desarrollo socioeconómico, bajos niveles de ingresos y elevado desempleo. Dos décadas después de las guerras de la antigua Yugoslavia, las heridas siguen abiertas y las incumplidas promesas europeas han defraudado las expectativas de los ciudadanos balcánicos.
A causa de la política de austeridad, en lugar de ingentes inversiones europeas para diluir las tensiones con un mayor desarrollo y la mejora de las oportunidades para la población, la UE ha primado los gestos simbólicos, mucho más baratos, como la supresión de visados, que ha disparado la inmigración irregular de macedonios, kosovares, bosnios y albaneses.
El vacío dejado por la UE en los Balcanes durante estos años ha sido aprovechado por Rusia, que ha reactivado su influencia y sus históricos lazos con la zona, que se remontan a la época de los zares y del paneslavismo. Moscú “no desaprovecha ninguna oportunidad” en la miríada de problemas de la región para hacer oír su voz, ampliar su influencia y debilitar la de la UE y la OTAN, como señala el ministro de Asuntos Exteriores albanés, Ditmir Bushati. Rusia financia generosamente a partidos euroescépticos y está acusada de haber inspirado un intento de golpe de Estado en Montenegro en el 2016.
China y las infraestructuras
China, más discreta, ha multiplicado su influencia a base de la compra de industrias locales y créditos multimillonarios al 2% para financiar infraestructuras: autovías en Serbia, Macedonia, Albania, Montenegro y Bosnia y el eje ferroviario de Macedonia y Serbia. Para China, que controla el estratégico puerto griego de El Pireo, los Balcanes son esenciales para enviar con rapidez sus mercancías al centro de la UE y está sustituyendo a Europa como principal fuente de inversión pública.
Turquía, bajo el liderazgo de Recep Tayyip Erdogan, está tejiendo su propia red en esta región que estuvo durante varios siglos bajo control otomano y multiplica las inversiones, desde infraestructuras a la restauración de mezquitas y apertura de centros universitarios, en especial en los países con población musulmana, como Bosnia, Kosovo, Albania y Macedonia. Erdogan incluso celebra mítines, como el 20 de mayo en Sarajevo, y financia partidos, como el albanés Besa en Macedonia.
La intensa promoción por Arabia Saudí y los países del Golfo del integrismo y radicalismo islámico en Bosnia y Kosovo plantea un riesgo para la seguridad europea. La influencia de los países del Golfo se complementa con inversiones multimillonarias y la compra de empresas significativas. Emiratos Árabes, por ejemplo, controla el 49% de la aerolínea nacional Serbia.
Además del vacío, la UE ha dejado que los problemas endémicos de la región (crimen organizado, corrupción, déficit democrático) sigan sin corregirse, incluso en países que dependen directamente de la UE, como Kosovo.
Montenegro, con 620.00 habitantes y miembro de la OTAN, es una base internacional del narcotráfico y del contrabando de tabaco, algo inexplicable sin la connivencia de las autoridades. En Montenegro es rara la semana en la que no haya un tiroteo o la explosión de un coche bomba y los periodistas sufren frecuentes atentados, como Olivera Lakic herida por disparos este mes.
Albania, otro miembro de la OTAN, continúa siendo la base de potentes grupos criminales (tráfico de drogas, mujeres y armas) con influencia política y ramificaciones en la UE, con un control significativo, por ejemplo, del mercado de cocaína en Gran Bretaña, según la National Crime Agency.
No se entiende tampoco que la UE no se haya implicado en resolver el contencioso entre Macedonia y Grecia sobre el nombre de la antigua república yugoslava, que le impide desde hace 13 años iniciar las negociaciones de su adhesión a la UE (y también a la OTAN). A menos que el objetivo sea retrasar al máximo el inicio de esas negociaciones de adhesión a la UE. , 25/05/2018