En la intimidad de su dormitorio, o de su baño, el presidente Piñera ha de reconocer que los primeros setenta días de su gobierno han sido de dulce y de agraz, aunque quizá lo amargo supere con largueza la probable miel de su temprana segunda administración, ya que las actuaciones de varios de sus asesores y ministros no han sido precisamente acertadas, ni se corresponden con lo comprometido en campaña.
Las acusaciones de nepotismo no son fútiles. Tienen asidero y en la Moneda lo saben. Aquello de “designar a los mejores” no se compadece con nominar a la familia completa para dirigir el país. No se trata de una empresa ni de un local comercial, pese a que la histórica frase de Carlos Ibáñez del Campo podría venir en auxilio del actual mandatario. “Excelencia, usted designa solamente a sus amigos en los más altos cargos”, le espetó un periodista a Ibáñez, a lo que este respondió: “¿y qué quiere?, ¿qué designe a mis enemigos?”.
Amigos son amigos, pero algo muy distinto y mal visto es designar a parientes y familiares. Al parecer, se ha desmentido en los hechos aquella pretenciosa frase expresada por Sebastian Piñera en su campaña, cuando aseguró que con él “gobernarían los mejores”.
El respetable público le aceptó, por desinformación o acostumbramiento tal vez, la nominación de su primo hermano –Andrés Chadwick- en el cargo de ministro del Interior, pero la escandalera fue grande al momento de hacer lo mismo al designar a su hermano Pablo como nuestro embajador en Argentina, donde ocupa un importante puesto en alguna de las sociedades financieras en las que ambos (Pablo y Sebastián) tienen intereses directos. Ya no se trataba de nominar “al mejor”, sino a aquel que más le convenía comercialmente y con el cual pudiese matar dos pájaros de un tiro.
Pero, suma y sigue, Piñera no aprende e insiste en provocar a la oposición y a la razón ciudadana. Ha nombrado, entonces, embajador de Chile en Argentina a Sergio Urrejola Monckeberg, quien era el presidente del Consejo de Defensa del Estado (CDE) cuando ocurrió el escandaloso "perdonazo" a la mega tienda Johnsons (US$ 120.000.000 en impuestos nunca pagados al fisco chileno), quien se hizo el desentendido y no actuó como la norma establecía que lo hiciera, ello por expresa petición de quien era presidente de la república en ese momento (Sebastián Piñera),a objeto de proteger los intereses de un grupo de empresarios fraudulentos. Además, Urrejola Monckeberg es primo de dos de sus ministros, según acusa en su cuenta de tuiter el diputado Leo Soto.
El primer mandatario tuvo la magnífica oportunidad de cumplir con aquel duro discurso suyo de campaña contra el nepotismo y a favor de la “meritocracia”, nombrando en el cargo a un buen diplomático de carrera. Parece que era mucho pedir. Definitivamente, Piñera no ha entendido aún lo que significa, en esencia y en rigor, el nepotismo en política y en una democracia. Es lo que pasa cuando la mayoría de los derechistas se cría en una endogamia insular, como viene ocurriendo en Chile desde los inicios de la república.
Estos primeros setenta días han sido negativos para el gobierno de Piñera Echeñique. Los niveles de delincuencia y de victimización se han incrementado, conjuntamente con una profundización de la violencia en los actos delictuales. La tasa de desempleo ha aumentado al igual que los niveles de endeudamiento de la clase media. Los componentes de la Educación –académicos, profesores, estudiantes- se encuentran prácticamente en estado de alerta ante la nula respuesta efectiva del oficialismo en los asuntos que permean al sector, como es el endeudamiento del estudiantado, la mala calidad de la educación, los insuficientes presupuestos universitarios, el estancamiento de la desmunicipalización de la educación pública y un etcétera bastante largo.
En materia de Salud los estándares son igualmente deficitarios. La Moneda ha hecho esfuerzos principalmente para beneficiar a los inversionistas que meten su dinero en clínicas y laboratorios. Pero, en lo que tal vez resultó ser el único hecho de salud “pública” que el gobierno encaró en estos dos meses, una vez más el error se transformó en ‘patinazo’ cuando la Contraloría General de la República emitió su informe respecto de un desvaído “protocolo” oficialista que pretendía minimizar –o derrumbar- la aplicación de la ley de aborto tres causales mediante la protocolización de la “objeción de conciencia”. El políticamente torpe ministro de Salud, Emilio Santelices, con su patronal intervención ante la comisión ad hoc de la Cámara de Diputados, le puso el broche de oro al fracaso gubernamental en estas materias.
Ya sobra referirse a las decenas de seremis que han renunciado en los primeros meses de gobierno, sea porque no contaban con los requisitos mínimos establecidos legalmente, o porque sabían que la Contraloría los inhabilitaría por otras razones.
Las redes sociales han sido las peores ‘acusetes’ que asfixiaron al gobierno de Bachelet y ahora lo hacen en el de Piñera, demostrando que los filtros no existen en la Moneda, ya que –es sólo un ejemplo- Juan de Dios Fuentes, agricultor de la comuna de Ercilla, fue fotografiado por la prensa hace un par de meses cuando acompañaba a carabineros portando una pistola al cinto (no registra inscripción), vistiendo además una polera con la inscripción “Paz en la Araucanía” (¿?). Este agricultor, por si lo anterior fuese insuficiente, cuenta con la presencia de una caseta de Carabineros en su fundo para "evitar" ataques. ¿Hay algo más que incremente la gravedad en todo esto? Claro que lo hay; el agricultor Juan de Dios Fuentes es hoy el nuevo Director Regional del Registro Civil de La Araucanía, designado por Piñera.
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“Vamos a ordenar la casa”, dijo el Presidente refiriéndose al delicado asunto de los inmigrantes que, en honor a la verdad, entraban a Chile como Pedro por su casa, con una facilidad que espantaba debido al bajísimo control de sus antecedentes. Sin embargo, ese ordenamiento no ha sido ley pareja, ya que abiertamente beneficia y privilegia a los migrantes de un país (Venezuela) y castiga a los inmigrantes de otra nación (Haití). ¿Cuál es la razón? Las sospechas van cobrando forma cada día. La mayoría de los venezolanos que migran a Chile pertenecen a la oposición derechista contra Nicolás Maduro. Los haitianos, en cambio, son apolíticos y por ello podrían interesar menos a un gobierno que comienza sospechar que, progresivamente, irá perdiendo apoyo y fuerza.
Mientras tanto, lo acaecido en el obispado chileno también ayuda poco y nada al mandatario. Es oportuno recordar que hace algún tiempo la derecha negó en el Senado la posibilidad de otorgar la “nacionalidad por gracia” al padre Pierre Dubois, ícono de la defensa de los derechos humanos en plena dictadura y defensor de los vecinos de la población ‘La Victoria’. Todo el bloque derechista (UDI, RN) con la presencia –en ese entonces- de senadores como Carlos Cantero, Evelyn Mathei, Jovino Novoa y Andrés Chadwick, votó en contra de la iniciativa. Sin embargo, ocurrió exactamente lo contrario con respecto a Fernando Karadima y John O’Reilly, pederastas con sotanas que hoy son fuertemente criticados por la sociedad chilena.
Se han sucedido las noticias confirmando el actuar deleznable y delictual de muchos obispos, párrocos y curas), el que ha sido incluso denunciado por la más alta jerarquía de la iglesia católica. Sin embargo, el gobierno ha callado y pareciera estar dispuesto a mantenerse al margen del dolor de muchas familias y de la vergüenza que el país experimenta en el exterior, donde ya hay cierta prensa publicando la existencia de un “Cartel de las Sotanas” en Chile.
Lo concreto es que existe una asociación ilícita destinada a violar a menores de edad, la cual cobija y protege a pederastas pertenecientes a la iglesia vaticana. Y las fiscalías, el ministerio de justicia, el gobierno, ¿qué hacen? Recordemos que varios de los actuales asesores y seguidores del presidente Piñera también llevan –indirectamente- velas en este entierro, como es el caso del ex candidato a la presidencia de la república, Manuel José Ossandón, quien había puesto “sus manos al fuego” (sic) defendiendo la inocencia del cura Karadima.
Para darle un toque de grandiosidad a estos duros primeros setenta días del gobierno de la derecha, ha explotado –justa y merecidamente- una decidida ola feminista que comienza a convertirse en imparable marea. Si ella suma algunas de sus demandas a las que poseen los protestantes del “No más AFP”, y a las de los estudiantes secundarios, y de los universitarios, y pronto, más pronto de lo supuesto, a las de muchos trabajadores organizados en federaciones y centrales, el panorama político de los próximos doscientos días será de un color más oscuro para Sebastián Piñera, quien todavía apuesta a convencer a la gente con la monserga de que a su gobierno lo avala el haber sido electo con un “alto porcentaje de votos”, lo que no se condice con la realidad, pues las frías cifras demuestran que obtuvo sólo el 26,5% de los sufragios del total del padrón electoral (la abstención superó el 54%).
Entonces, ese mismo 54% del electorado se ubica en terreno incógnito. Más allá de las cámaras, los micrófonos y los discursos de frases hechas, el presidente lo sabe, no lo dice, pero lo sabe. Además, para rematar el cúmulo de problemas, grupúsculos de ultra derechistas han salido a la luz pública tildando de “traidor” a Piñera porque decidió que se incluyese en la Ley de Identidad de Género el cambio registral de sexo a los adolescentes de entre 14 y 18 años. Fue por ello que el líder del nacionalismo rampante, José Antonio Kast,criticó duramente a quienes apoyan la iniciativa de identidad de género; al respecto, expresó a través de su cuenta de tuiter que “es una tristeza ver a católicos hacerle el juego a las <minorías progresistas>”, las que según él nunca han respetado a quienes defienden la vida, la familia y la fe.
Sebastián Piñera, quiéralo o no, está en medio de fuego cruzado, y es “fuego amigo” principalmente. Mal pronóstico tiene su futuro político inmediato.