Nunca, hasta hoy, he dudado en exponer mis ideas abierta y públicamente, lo que me ha causado más de un contratiempo. No sirvo para ser calculadora, ni quiero serlo. Pero en esta ocasión escribo con dudas y recelos, porque me debato en la incertidumbre de molestarlo a usted, lo que significaría dejar de poner mi granito de arena, en una campaña que me ha hecho revivir mis más hondas emociones de infancia al lado de mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, que con el tiempo han adquirido mayor fuerza y claridad.
Temo escribirle públicamente, porque usted siempre ha rechazado mi adhesión a su candidatura y me preocupa que a usted le moleste que yo figure públicamente adhiriendo a su nombre. De ese sistemático rechazo es testigo permanente nuestro común amigo Alex Vernot.
Pero ese mismo hecho – el que Ud. me repudie – puede ser un elemento más para yo invitar a que los colombianos que estamos heridos y victimizados por estas oligarquías, representadas en los candidatos de derecha y de ultra derecha, sepamos que no es necesario una identificación absoluta con usted para votar por su nombre el próximo 27 de mayo, fecha en que los colombianos nos estamos jugando nuestro futuro y el de las generaciones por venir.
Si usted gana, nos estaremos encaminando, gracias al protagonismo del pueblo que lo acompaña y que lo acompañará, hacia la paz que la mayoría de los colombianos anhelamos. Si usted pierde, estaremos posibilitando que la Unión Europea y los Estados Unidos, en el marco de la economía globalizada, nos deleguen al miserable papel de despensas, como proveedores de recursos naturales perecederos y que hoy sean ellos los que, como ayer los españoles, nos saqueen unos bienes que no podremos reponer.
Usted es mucho más importante que usted mismo. Usted es un líder acompañado por la mística, la fe y la esperanza de un pueblo, principalmente joven, que es el futuro de la patria. Es una campaña que puede llevarnos a eliminar la delegación de nuestra ciudadanía en terceros, como sucede ahora en esta Democracia Representativa, para adentrarnos en la Democracia Directa, donde cada colombiano pueda ser protagonista actuante en el diseño y construcción de la Colombia que soñamos.
Usted no es Gaitán, pero es el camino de hoy para forjar el mañana, y le doy gracias a la vida que, gracias a su capacidad de liderazgo, se haya despertado la mística popular que había quedado enterrada con el asesinato de mi padre. Es ahora cuando será más necesario que nunca la generosidad de nuestro pueblo, su participación, su empeño para alcanzar la derrota de los enterradores del bienestar colectivo.
Y yo, que vengo luchando contra el MEMORICIDIO, recibí anoche, gracias a su manifestación en la Plaza de Bolívar de Bogotá, el regalo más grande que hayan podido darme en estos años de batalla inquebrantable por mantener vivo el legado de mi padre. Porque constaté que, a pesar de los Santos, los López, los Lleras, los Pastrana, los Gaviria, los Galán, los Gómez y demás familias reinantes de este país, cuando usted pronunciaba el nombre de mi padre estallaba una explosión de aplausos y de vivas que resonaron como volcán en erupción, lo que me demuestra que, a pesar de la campaña sistemática de estas oligarquías explotadoras y asesinas, no han podido borrar de los colombianos el recuerdo de mi padre, que ya está tatuado en nuestro ADN, haciendo parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial.
Gracias por eso, Petro, y gracias mil a todos los que van a votar por usted, porque de cada uno de ellos depende el futuro glorioso de Colombia, que enfrentará el continuismo que representan las demás alternativas.
Con respeto y aprecio,
GLORIA GAITÁN