“S.S.
A este vocativo me acostumbré en el colegio alemán, de tendencia nacional-nacionalista, en que me eduqué en Santiago durante la Segunda Guerra Mundial y en los largos años que pasé en Alemania desde el 74 hasta entrada la democracia en Chile, según Silva H.
Pero entre nosotros, hoy, S.S. significa Su Santidad, no las recordadas Schutzstaffel.
Así es la vida, querido Bergoglio.
A pesar de los tres “abusados” por Karadima, no me quejo.
Recuerdo que nos conocimos -hoy he reflexionado y hecho memoria- yo de 28, recién cura, y tú de 24, seminarista, en la reconstruida Berlín, tú de pasada, yo trabajando ya allí. Me contaste de tu profesión de técnico químico.
Hablamos de fútbol. Yo me confesé de la UC, como era obvio, y tú de Boca, campeón en ese año de la Argentina. Después me desayuné con eso de que siempre fuiste de San Lorenzo. Bueno, los Papas sólo son infalibles en materia de moral (¿cuáles son los límites de la moral, Bergoglio? Yo no soy teólogo y sólo he sido pre-pre-pre candidato a Papa). Seguramente improvisaste en tus respuestas futboleras. Si uno lo hace sin pensar mucho se contradice.
Después supe de lo que en Argentina se señala: tus contradicciones con respecto a los curas perseguidos por comunistas y montoneros: que sí que los entregaste, que sí, que los protegiste. Bueno, pero es cosa pasada y creo que te has confesado y prometido nunca más mentir.
Veo, querido Bergoglio, que en Roma las cosas se balancean, van para allá y para acá. Me he puesto a estudiar lo de la Curia -como me lo pediste- y te compadezco, y comprendo al pobre Benedicto. Es muy difícil terminar un pontificado en esas condiciones. Parecen dominar las mafias. ¿Estás en una?
¿Qué hacer si por un lado debemos defender al Cardenal Pell, tu Tesorero, acusado judicialmente y hoy verdaderamente preso en Australia, por abusos sexuales reiterados contra decenas de niños, y por el otro debemos sacar a Barros sólo por el pecado de voyerismo, tan común en los humanos?
Porque ese es su pecado, de Barros, y no otro.
Además, él ya renunció dos veces y puede hacerlo la tercera.
Karadima, a quien defendimos durante cinco años como hoy lo hacemos con el Cardenal Pell, está ya cerca de los 90, se le olvidan las Cartas de los Apóstoles y a Pablo lo confunde con Caifás, como habitualmente lo hace el Presidente Piñera. ¿A Macri también se le arranca la moto?
Echo de menos en ti una coherencia pública normal y un poner fin a las peligrosas improvisaciones. Todos tenemos pecados pero el de la incoherencia es el más peligroso. Da píe al adversario para destruirnos.
Y en Chile ya hemos bajado, Bergoglio, de 72% a 41%, considerando los recién nacidos. En Australia ya estamos en el 20%.
Yo le agradezco al Altísimo, queridísimo Bergoglio, nuestra coherencia incluso familiar: en mi historia genética está la presencia de dos Presidentes de la República y de un candidato a serlo. No todos tenemos esa gracia, ni en Argentina ni en Chile, donde no tenemos monarquías sino repúblicas como en Alemania.
Te envidio, Bergoglio, porque jamás en Argentina ha habido un Presidente de la República que no haya sido católico, pero nunca a mí se me habría ocurrido decirle y dictarle a Chomalí “Escribe: de todas maneras voy a nombrar a Barros obispo de Osorno” cuando te pidió, hace años, calma al respecto, ni nunca habría improvisado diciendo que el movimiento anti Barros “Era un Plan de los Zurdos” y que “Osorno sufre por tonta”.
Ahora se les metió a los jesuitas vaciar Chile de obispos y hacer este cónclave con ellos en Roma, a vista y paciencia de todos los medios de comunicación del planeta, como si los obispos hubiesen sido nombrados así y nuestras democráticas elecciones de Papas se hicieran de esa transparente manera. ¿No habrá sido otra improvisación?
Hay mucho obispo chileno, además de Barros, dispuesto a dejar su cargo por haber cumplido ya sus años de servicios, como lo estamos nosotros, pasados ya hace rato los 75 máximos, y otros, cansados de caer en acusaciones como las hechas a Lot en Sodoma y Gomorra, y no es para tanto.
Eso te facilitará mucho la tarea.
Y ojalá no se diga que ahora entramos en el Plan de los Zurdos.
¡Que Dios no quiera que improvisemos!
Un beso en tu esposa.”
Attte.
S.S.S.”