El exmarino argentino, Adolfo Scilingo, fue capturado por las cámara de un medio de comunicación español caminando libremente por las calles de Madrid, España, luego de ser condenado a 1084 años de prisión por estar implicado en los llamados "vuelos de la muerte" que se llevaron a cabo durante la dictadura militar argentina (1976-1983).
El excapitan Scilingo fue acusado de lanzar desde un avión a 30 prisioneros del régimen argentino que expresaban su postura en contra de la dictadura de ese entonces.
#NingúnGenocidaSuelto. Cárcel común, perpetua y efectiva.
"Les torturaban durante días, semanas o meses (…) les subían en aviones. Cuando sobrevolaban el océano, abrían la compuerta y les lanzaban desnudos al vacío". #HOY > Adolfo #Scilingo en la calle.https://t.co/geaaF8w0ap pic.twitter.com/WWpfG3RH9c— Susana Caro (@mscaro13) May 10, 2018
Scilingo cumple su condena en Alcalá de Henares, ciudad ubicada al noroeste de Madrid, y debido al progreso de su pena y tras ser clasificada de segundo grado, tiene derecho a salir de la cárcel un total de 36 días de cada año, estos repartidos en tramos no superiores a los 7 días.
Los "vuelos de la muerte", consistían en arrojar en pleno vuelo y a una altura que asegurase la muerte a personas que no tenían consonancia de pensamiento con los líderes de la dictadura.
Fue un método de exterminio que cobró la vida de incontables víctima, a quienes se les indicaba que iban a ser trasladados de prisión. Tras un sorteo, los seleccionados debían realizar una cola todos los días miércoles para ser supuestamente "reubicados".
Las víctimas eran previamente inyectadas con pentotal sódico, un somnífero, para justificar esta práctica les indicaban que esto era una vacuna, luego eran arrojadas de la nave parcialmente desnudas sobre el mar o el Río de la Plata, con el fin de hacer desaparecer los cadáveres y las pruebas de los crímenes.
Pese a estas prácticas que violaban todos los derechos humanos que no prescriben, exmilitares como Scilingo en pleno siglo XXI gozan del respeto de los derechos que no les fueron otorgados a las víctimas.
Un caso similar es el de Miguel Osvaldo Etchecolatz, expolicía argentino condenado por secuestro y asesinato durante dicha dictadura, a quien actualmente le fue concedida la prisión domiciliaria por orden del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de La Plata, Argentina. Tras un fuerte rechazo popular, Etchecolatz debió volver a la cárcel.
Para muchos personas entre familiares y ciudadanos de diversos países, estas acciones manifiestan un retroceso en materia de Derechos Humanos.