A golpe de vista tales conceptos no guardan relación, sin embargo, al tenor de ciertas opiniones surgidas durante las últimas semanas, relacionadas con el pasado reciente de nuestro país a propósito de las violaciones a los DDHH, ocurridas durante los diecisiete años de la dictadura cívico- militar, convendría dar una revisión de ellos.
Veamos: De acuerdo a Janet Maslin quien escribió para el New York Time en noviembre de 2009 plantea que: “En comportamiento humano, el negacionismo es exhibido por individuos que eligen negar la realidad para evadir una verdad incómoda”. El negacionismo es en esencia un acto irracional que retiene la validación de una experiencia o evidencia históricas".
Todas estas explicaciones tienen en común la idea de que el negacionismo es una forma de revisar lo acontecido para validar un proyecto político de cambio que recurrió a la violencia y a la negación de derechos fundamentales reconocidos universalmente, y que buscaba normalizar y naturalizar el hecho de que, para realizar un proyecto de país y sociedad, había que “limpiar para normalizar”.
Con el fin de la segunda guerra mundial, y la declaración universal de los derechos humanos en diciembre de 1948, la comunidad internacional fija –al menos en el papel- un conjunto de normas y reglas que buscan que hechos como el holocausto, el trabajo esclavo, el sometimiento de civiles a los traumas de guerra etc., nunca más vuelvan a ocurrir, todo lo cual, en el período que va de la posguerra al presente, han tenido una serie cuantiosa de vulneraciones.
En el presente de Chile del siglo XXI, y en particular después de pasados 28 años del fin de la dictadura, en un proceso político el que aún cuesta definir como integralmente democrático, vuelven a revivirse los fantasmas del pasado con episodios como los protagonizados por José Antonio Kast, ex diputado y ex candidato presidencial, y el parlamentario de la UDI Osvaldo Urrutia, respecto del rol que le atribuyen al régimen dictatorial y el papel que en él tuvieron los civiles, y que en versión de ellos “merece restituir a los militares y civiles condenados por violaciones a los derechos humanos, como “salvadores de la patria”. Y que en boca del diputado Urrutia, busca reinstalar la idea que las víctimas de violaciones a los derechos humanos eran “terroristas con aguinaldo”, expresiones usadas por el diputado UDI, en el marco de la discusión del proyecto de ley que buscaba la reparación económica para los expresos políticos, iniciativa de ley que fue retirada por la actual administración de Sebastián Piñera. Sucesos como este llaman la atención porque a nuestro juicio se inscriben en una estrategia mediática y que tienen como máxima expresión el espectáculo, el que no es más que una réplica de lo que ocurre en otros países, esta es una estrategia de características globales, basada en la polarización, y que busca la ruptura con lo que ellos consideran “las debilidades del liberalismo”, y que en Chile, pretende reinterpretar la historia reciente de nuestro país, otorgándole al golpe de estado, el sitial de “gesta” que permitió a Chile el “despegue económico y el progreso”.
El movimiento político del ex candidato presidencial José Antonio Kast, Acción republicana, es una réplica del Frente Nacional Francés, que en definitiva trata de aglutinar a la ultraderecha nostálgica de la dictadura militar, en sus declaraciones a relevado sus críticas a los partidos y grupos de derecha que, con posterioridad a la detención del dictador en Londres, paulatinamente han tomado distancia con la represión y las violaciones a los DDHH de esos años. A esos grupos él los cataloga como hipócritas que por razones electorales han renegado de sus convicciones. Con su discurso, ha logrado obtener una representación, no menor, (un 8% del electorado) de quienes hoy se identifican con él y con el pasado dictatorial, y en el presente defienden causas tales como las políticas discriminatorias de género y orientación sexual, la militarización abierta y total del conflicto del estado chileno con el pueblo mapuche, y una política anti-migración basada en argumentos racistas y xenófobos.
La Impunidad y sus repercusiones.
Sin duda, que en este sentido hay señales políticas y sociales preocupantes, la más preocupantes de todas, la huella que está dejando en algunos segmentos de nuestra sociedad, particularmente en ciertos nichos de jóvenes y niños, el desinterés y el olvido en que están quedando los temas relacionados con memoria y derechos humanos. Un estudio reciente sobre educación cívica y ciudadanía para la evaluación del logro educativo (IEA) mostró que un 57% de los niños chilenos está de acuerdo con un estado dictatorial si este conlleva orden y seguridad. Ello en contraste a las percepciones que, en los mismos segmentos sociales, fueron medidas para el aniversario número cuarenta del golpe de estado, a menos de una década, en donde al régimen autoritario no se le atribuyen estas “virtudes”, lo que marca un retroceso en cuanto a la valoración de la democracia y los derechos humanos en este segmento de nuestra sociedad sobre este hecho, sin duda alguna puede establecerse que en el país existe una deuda educacional, cultural y ética atribuible al estado de nuestra educación en materia de valores, y de currículos, es inconcebible que cada cierto tiempo se cuestione la importancia de materias tales como la filosofía, la historia, y la educación cívica la que prácticamente ha desaparecido de los currículos vigentes.
Para Martina Escobar, vocera de la ACES, “los niños de octavo básico piensan así de nefasto debido a que la educación que estamos recibiendo, responde a los intereses de las instituciones privadas que da esa mentalidad a los niños”.
A nuestro juicio, son estas las nociones más notorias que el negacionismo pretende instalar en nuestra sociedad, en definitiva, es naturalizar la perversión que significó violar sistemáticamente los derechos humanos en Chile, cuestión que vuelve a ser parte de una ofensiva cultural y política que paradojalmente exhibe, como uno de sus principales logros el crecimiento económico por sobre el desarrollo y la equidad, desde la instalación de la dictadura cívico-militar que hoy aún prevalece. En definitiva, sigue estando presente en el imaginario de la refundación capitalista, las dos almas de la derecha, una liberal, con pretensiones de superación del pasado dictatorial, la otra integrista, autoritaria xenófoba, y tributaria de la dictadura, veremos cuál de ellas se impone durante el actual gobierno.