En Siria las posiciones estratégicas de Vladimir Putin son, sin duda, las más acertadas para los intereses de Rusia. En la Asamblea de Naciones Unidas Putin propuso con claridad la formación de un bloque de países, cuya tarea central fuera expulsar de Siria a los elementos terroristas de ISIS y Alcaida: en geopolítica, siempre hay que privilegiar el ataque al enemigo principal y aliarse con los rivales secundarios. Estados Unidos y Europa plantean como condición previa el derrocamiento de Bashar Al Assad, sin tener en cuenta que su caída podría traer el caos y, por consiguiente, regalar Siria a los terroristas islámicos.
No se puede negar que Al Assad es un dictador bastante sanguinario, sin embargo, las formas de democracia occidental son de difícil – si no imposible – aplicación en países del Medio Oriente. Rusia e Irán han elegido el camino de la alianza política y militar con el Presidente sirio, que estaba en los suelos antes de la intervención militar de Rusia, sobre todo, en las principales ciudades de Siria central, fundamentalmente, la batalla de Alepo – famosa por la demolición que trajo consigo -, además de Hamas y Idleb.
Rusia tiene la base naval de Tartus, de gran importancia estratégica de la política rusa en el Mediterráneo, (hay que considerar que la Federación Rusa es el principal exportador de gas natural a Europa y necesita, para su transporte, oleoductos), y una de las salidas sería por Siria.
La Comunidad Europea y Estados Unidos, “creadores” del Estado Islámico, (ISIS), han demostrado incapacidad militar y falta de voluntad política para aniquilar la base del Estado Islámico en Siria. El cuento de los “rebeldes moderados” es cada vez, menos creíble.
El bombardeo de Estados Unidos, Inglaterra y Francia contra Siria ha resultado un fracaso, pues la Comisión de la ONU, encargada de investigar e intervenir en el uso de armas químicas en la guerra, aún no ha podido probar si Siria ha hecho uso de estas armas letales.
Según algunos técnicos militares, Rusia ha tenido éxito en la modernización de sus Fuerzas Armadas y demuestra, por consiguiente, gran capacidad para resistir un ataque por parte de la OTAN. En la última arremetida de Estados Unidos, Francia e Inglaterra el 70% de los misiles lanzados contra Siria fueron derribados por los antimisiles, vendidos por Rusia a ese país. Hay que reconocer que la política de Putin ha sido exitosa en Siria.
Para Rusia, el acceso al Mar Negro por Sebastopol es un punto central de su estrategia, pues la Marina asentada en este lugar, Rusia se limitaría sólo al Mar de China y al Mar del Norte, que permanece helado la mayor parte del año. La Península de Crimea siempre ha estado relacionada con Rusia, pues fue anexada en 1774, por Catalina II, y sólo en 1954 fue entregada Nikita Kruchov a Ucrania, en ese tiempo una república del bloque soviético, por consiguiente, no representaba ningún problema.
En la Segunda Guerra Mundial la minoría tártara, (unas 250 mil personas), fue acusada por el entonces dictador soviético J. Stalin de haber colaborado con los nazis y deportada a Siberia.
La mayoría de los habitantes de Crimea hablan el idioma ruso, y por medio de un plebiscito se declararon, en primer lugar, República independiente y, posteriormente, en otro referendo decidieron anexarse a Rusia. Occidente condenó la intervención rusa en Crimea y decidió tomar algunas medidas de bloqueo económico contra el gobierno ruso. El bloqueo, en cierto sentido, ha sido favorable a Rusia, pues le ha permitido diversificar su producción agrícola, ya que antes dependía del petróleo y del gas. A su vez, Rusia tiene el poder para cortar la cañería del gas y condenar a Europa al gélido invierno.
Ucrania era antiguamente el granero de Europa, además, geográficamente se encuentra en el centro del antiguo Continente. Actualmente cuenta con una población de 50 millones de habitantes, que hablan el ucraniano y el ruso. Su capital, Kiev, fue el centro muy importante en la Rusia antigua. Ucrania ha sido disputada por varias naciones: perteneció a Polonia entre 1385 y 1569; posteriormente, a la Rusia de las Zares, con Catalina II; antes de la Primera Guerra Mundial era disputada entre el imperio Austro-Húngaro y el de los Zares. Después de la guerra civil rusa pasó a manos de la URSS.
Con el derrumbe de la Unión Soviética Ucrania devino en una República independiente, que rige hasta hoy.
La OTAN y la Unión Europea, sobre todo los ex Estados de la Unión Soviética, entre ellos Polonia, han tenido mucho pesa en la OTAN.
So pretexto de la “revolución naranja”, la Unión Europea y la OTAN intentan penetrar en Ucrania, lo cual significaría colocar misiles justo en la frontera con Rusia, con el consecuente peligro de un enfrentamiento entre Rusia y la OTAN.
Actualmente, Ucrania es víctima de una grave recesión económica que ha empobrecido al otro rico país.
Políticamente, Ucrania está bajo el régimen semipresidencial: en 2014 tenía como Presidente a Viktor Yanukovic, quien rechazó las condiciones para el ingreso de Ucrania a la Unión Europea, y acepto, por parte de Rusia, la ayuda económica, con la compra de bonos del tesoro.
En la Plaza Maidan, en Kiev, se produjeron una serie de revueltas que duraron los meses de enero y febrero de 2014. El poder armado de los manifestantes logró vencer a la fuerza pública, hecho que provocó la huida del Presidente Yanukovic a Rusia, y se instaló un gobierno provisional compartido entre los oligarcas y los neonazis del Partido Svoboda.
Convocadas las elecciones presidenciales, fue elegido como jefe de Estado el “rey del chocolate”, el oligarca Pedro Poroshenko.
Ucrania siempre ha estado dividida entre el Occidente pro-europeo y cuasi-fascista – habitado por ucranianos, checos, eslovacos, húngaros, polacos… – y el Oriente, que habla ruso y que se ubica en una rica región minera e industrial.
Con al triunfo de los oligarcas fascistoides en la Ucrania occidental, las provincias del Este se declararon Repúblicas Populares Independientes, entre ellas Donetsk y Lugansk, (ambas se unieron para formar la Nueva Rusia). El ejército ucraniano ha atacado incesantemente a la milicia de los Estados del Este, claramente pro-rusa y, muchos de ellos nostálgicos de la URSS. La acción más criminal del ejército ucraniano fue la quema de cien personas, en un edificio en Odesa.
Putin, como siempre pragmático, aconsejó a los Estados de la Nueva Rusia de posponer los plebiscitos para declararse como República Popular. Posteriormente, en Minsk se acordó el alto al fuego y la supresión de armamento de alto calado, acuerdos no cumplidos por ambas partes. La guerra civil lleva, hasta el momento, 10.000 muertos y 26.000 heridos, además de ciudades devastadas.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
07/05/2018