Noviembre 15, 2024

El Negro Jorquera y sus recuerdos: Yo sabía más tangos que el Che

Su espacio habitual el Restaurant “Las Lanzas”, ahí en la Plaza Nuñoa, donde tendrá (me imagino)-por siempre, su mesa reservada-.  Hace un poco más de un año me había propuesto esperarlo para conversar y llegué más temprano  del momento que él acostumbraba ir, alrededor de las 18:00 horas, extrañamente estaba cerrado, me informaron que por la mañana había funcionado, era verano y hacían días que el local había re-abierto después de vacaciones.

 

 

Me senté en uno de los negocios disponibles a la espera que abriera  y que llegara el huésped más famoso del lugar: Carlos Jorquera Tolosa, conocido popularmente como el “Negro Jorquera”;  ya había pedido la cuenta para retirarme… cuando al lado, un poco desorientado por encontrar el local cerrado aparece su figura inconfundible, alto, con un excelente físico que no demostraba sus noventa y cuatro años,( Nació en 1924) y su típico bigote ahora encanecido.   Me adelanto y le pregunto ¿tienes idea porque no abren?  No, me contesta, ayer viene y no me dijeron nada.  Termino de pagar la cuenta y señalo una mesa al borde de otro bar contiguo, explicitando de inmediato, ¡sentémonos ahí al lado! Allí esperaremos,  insistiendo -quiero mostrarte unas fotos-… pensó como si sentarse en otro espacio, del que  ocupo decenas de años, fuera una traición vital, pero inmediatamente agregó,  muy bien ya abrirán y nos cambiamos.  

Al abrir el álbum de fotos, con retratos de emblemáticos periodistas y políticos chilenos, sus ojos brillaron, las pupilas se dilataron reflejando el intenso proceso de sinapsis que provocaban las imágenes en  la memoria y los recuerdos fueron aflorando poco a poco, desordenada pero fluidamente iba entregando sus valiosos comentarios a medida que observaba  y atendía a las preguntas, pero un contexto de camarería, sin ninguna intensión  o afán de entrevista.

La conversación, que duró más de dos horas fue pasando de un tema a otro, personajes, países, hechos relevantes que el vivió como protagonista privilegiado de la historia nacional y de los últimos cincuenta años del siglo XX.

Recordó sus estudios de Derecho “me falto un ramo” comentó, pero me atrapó el periodismo ¡y no me arrepiento de nada! Lo pasábamos muy bien, añadiendo  era muy divertido por los amigos que tenía, trabajaba en “Las Noticias Gráficas” estaba ahí en Teatinos frente a la Moneda, el diario tenía mala fama recuerda, pero eran acusaciones infundadas que nos hacía la competencia para desprestigiarnos, después me pasé a la “Última Hora”, pero antes que llegara el flaco Tohá a dirigirla (1960) estaba en el pasaje Tenderini.

Teníamos la FECH ahí en la Alameda, el flaco Tohá era el presidente  y tenía una gran amistad con Salvador (Allende);  al frente se instaló el Bosco, pero nosotros íbamos a la Fuente Soda Iris, que estaba en la esquina con calle Estado; a los dueños les costó  convencernos de que cambiáramos de sitio.  

 

Infancia y adolescencia

De pequeño mis padres se fueron a  vivir a la calle Francia, al llegar a Av. Independencia,  había un tranvía el 36 , que daba la vuelta en Plaza Chacabuco y su otro punto era el Matadero. Le menciono locales famosos de la época en ese territorio, como el Derby (que después se llamó la Montaña), allí casi esquina de la calle Echeverría, donde nació el club Iberia, concuerda con la grata bohemia de esos tiempo,  señalando era una época romántica.

No puedo dejar de hacer un comentario sobre la vieja bohemia de la “perdición y el pecado” y le recuerdo que la calle Francia al llegar a Vivaceta entre Rio Jachal y Central estaba el lupanar de la Tía Carlina. ¡No! Me contesta casi alterado, no puedes faltar a la historia, en esa época la tía Carlina era la reina de la calle Maipú, después de los sesenta puso esa sucursal  -si se puede llamar así- agregó, en  Vivaceta 1226 donde hizo  famoso al Blue Ballet.

Al evocar los estadios  la católica y Santa Laura, hace recuerdos de su pasado de deportista, “Yo quería ser futbolista y llegué a jugar  en primera, en  la cuarta especial de Green Gros, que salió campeón el año 1945”, era llamado el club de la aristocracia, porque sus dirigentes eran directivos del Club de la Unión y ellos me invitaban a este exclusivo espacio.  La sede del club estaba en la calle 21 de mayo al llegar a la Plaza de Armas.

Le consulto sobre sus viajes al exterior y me responde “Buenos Aires fue la primera capital que conocí después de Santiago”, me invitó, no me acuerdo porque,  Raúl Elgueta que era Ministro consejero de la embajada de Buenos Aires añade “ en esos años conocer Buenos Aires era algo especial”.  A estas alturas de la conversación los versos de la Cumparsita y los ademanes del acompañamiento del bandoneón hacían parte de la conversación y como un lamento  personas nos dejaba escuchar en su enronquecida pero afinada voz:

Si supieras, que aún dentro de mi alma, conservo aquel cariño que tuve para ti, Quién sabe si supieras, que nunca te he olvidado, volviendo a tu pasado, te acordarás de mí Los amigos ya no vienen, ni siquiera a visitarme, nadie quiere consolarme en mi aflicción. Desde el día que te fuiste, siento angustias en mi pecho, decí, percanta, qué has hecho e mi pobre corazón? Y concluía haciendo ademanes de cerrar su instrumento imaginario y exclamaba Chanchannn.

Prendía uno y otro cigarro, cuenta que después de Las Noticias Gráficas (puso fin a su  circulación en marzo de 1958) me voy  a “La Última Hora” y a la revista “Ercilla”, esta última en la calle Agustinas mis colegas eran Hernández Parker era un genio del análisis político y Lenka Franulic, mi escritorio, en medio de ambos, a Lenka  la tengo en un altar, agrega, fue muy buena amiga, como una hermana mayor.

Volviendo a sus viajes recuerda “Fui a dos o tres festivales de la Juventud en Europa entre 1952 y 1955, en uno de ellos, recuerda “me encontré con una delegación de Cuba que la presidia Raúl Castro, él estudiaba leyes en Londres, y comenta  “generé una amistad muy fraterna  ame invito  a su país y estuve a punto de ir, pero no tenía plata, esto mucho antes de que triunfara la revolución, después del triunfo de la revolución fui varias veces”.

Le pregunto por su relación con Volodia y me responde preguntando ¿ Volodia Teitelboim? y agrega, bueno que otro Volodia va ser, añade él vivía por aquí un poco más allá  tenía también un hermano en esa época venir para la Plaza Nuñoa era un paseo, una expedición.  Mis padres vivieron aquí en la esquina, Mi madre Orfilia, recibió a Neruda  cuando regreso a Chile en 1952, allí estaba nuestra casa, donde está ese edificio grande, señalado hacia una de las esquinas del oriente de la Plaza.

Este territorio era un espacio donde vivían muchos colegas y hace alusión al Perro Olivares, “que vivía aquí cerca y veníamos con él desde siempre, desde mediados de los sesenta, por eso Las Lanzas tiene un significado especial para mí”, continua. También vivió el chico Lucho Corbalán con quien conversábamos mucho en esas bancas. Saca otro cigarro y aprovecho de preguntar cuanto tiempo que fumaba. Ahhh exclama,  a propósito yo milite en las juventudes comunistas, no en el partido aclara y los compañeros de esa época me indujeron a este vicio, agregando se fumaba tabaco negro, el tabaco rubio era cosa de mujeres.

Sus recuerdos van de un lado a otro, comenta que José Tohá  (cuyo padre tenía mucha plata señala) me presentó al Chicho quien con sus afanes de ser presidente, me pidió que lo acompañara en sus campañas, ese mismo año 1952, recuerda  que ese año fue también  cuando ese batió a duelo con Rettig, esa madrugada fui uno de los primeros en llegar a unos potreros al final de lo que es hoy Vicuña Makenna ,porque el dato  a donde iban me lo dio el hijo menor de Manuel Eduardo Hubner , el Tinito ( Douglas Hubner, hoy presidente del Círculo de periodistas)

Agrega, para concluir igual los dos se querían y respetaba mucho, fue algo  que se les salió de las manos y como eran caballeros a la usanza de esa época tenían que concluir su altercado como se estilaba en ese entonces.

Le pregunto sobre un tema candente: la libertad de prensa y expresión y su opinión al respecto, me mira con cara de un asombro incrédulo y responde con un sonido característico de esfuerzo que no tiene resultados . “UUUffff  es un tema viejo,  como para darle un contexto práctico concluye “me tocó el período en que se peleaba  por la creación del Colegio de Periodistas, lucha donde el Círculo de Periodistas con Juan Emilio Pacull a la cabeza dio una ardua labor para formarlo. Además  señala él me consiguió pega en “Las Gráficas”, allí también trabajaba mi compadre el “Gato” Gamboa.

Sin darnos cuenta había transcurrido más de una hora conversando y llegó el pedido una copa de vino tinto para Carlos y caipiriña para mí, al ver el tragos se tentó diciendo  que le provocaba experimentar el característico cachaza con limón, por lo que le cambie mi vaso por la copa de vino. Al brindar levantó la copa y dijo:

« ¡Salud!». «Que en salud se le convierta.» «Con las mismas finezas pago.» «Que viva usted muchos años.» «Que asista usted a mi sepelio.»

Salieron a relucir muchos temas, su prisión, exilio, pero mi intención no era traerle recuerdos amargos dejaba que el solo hiciera una especie de catarsis ya que sentía el espacio y la confianza para hacerlo. En otro momento escribiré sobre eso.

Habló de su relación con Manuel Cabieses  comentando “creamos Punto Final, confía en lo que te digo no más sino me pongo a llorar, y agrega siempre fue un gran amigo, el guatón Cabieses es un gran amigo “estaba comenzando la revolución cubana, le sugerí que viajara a Venezuela”; pregunta ¿sale todavía Punto Final ?.

Se salta y comenta conocí al Che Guevara y era de uno de los personajes más impresionantes que haya conocido en mi vida, agrega es que ni parecía argentino, me siento orgulloso, yo sabía mas de tangos que el Che, concluye  con una sonrisa. Hace recuerdos de amigos como Elmo Catalán al que le decía hay que ser muy…hace un gesto con las manos para llamarse Elmo, y nos provoca una carcajada.

Además me cuenta que  trabajo en “El Nacional de Caracas”, y que también era colaborador Neruda, “siento orgullo de ese paso internacional”.

Contaba eso cuando una señora detrás de él se cayó en la calle, al pararme para ayudarla suspendimos la conversación un momento y el exclamó ¡Qué clase de periodista soy que no medí cuenta!

Al concluir lo acompaño hasta su lugar de residencia, unas doce cuadras desde la Plaza Nuñoa y un abrazo fraternal sella esa tarde de recuerdos.

Gracias querido negro Jorquera, que tu memoria y ejemplo de periodista y ser humano  comprometido con su época y su pueblo nos acompañe siempre y sigas siendo referente para nuevas generaciones.

 

Juan López Baldomá

Director Círculo de Periodistas

Presidente ANPJ

 

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