Alexander Dugin, llamado para algunos “el Rasputín de Putin” y, por otros, reconocido como uno de los inspiradores de la filosofía del gobierno ruso, habla varios idiomas, entre ellos un perfecto español; hace poco tiempo visitó Argentina, invitado por CGT, donde intenta asimilar la “cuarta teoría política”, nada menos que al Justicialismo. En lo anecdótico, Dugin es amigo personal del padre y del nieto del heredero del autoproclamado “rey de la Araucanía”.
Como eximio escritor, historiador y geopolítico, publicó su gran obra La cuarta teoría política, libro en el cual define el liberalismo como el “Anticristo”: hijos del liberalismo son el capitalismo, el marxismo – vendría a ser la izquierda del liberalismo – y el nacionalsocialismo fascista. El liberalismo incluye el neoliberalismo, exalta el individualismo, el marxismo a la clase social y el fascismo, al Estado totalitario.
El liberalismo postula una economía basada en el dinero, que convierte al hombre en un objeto a quien sólo le importa la acumulación de riquezas y el éxito individual.
El liberalismo genera un mundo unipolar, a partir de los años 20, bajo el dominio del imperialismo de Estados Unidos, que impone sus designios a los satélites serviles, a los que domina.
El liberalismo forma parte de la actual decadencia de la civilización materialista: el hombre se enajena en los objetos. Dugin adopta la teoría existencial de Heidegger por la cual el sujeto se libera de la enajenación real para convertirse en un ser comunitario.
El mundo unipolar, por su parte, corresponde a la enajenación total y trae consigo la globalización, que se expresa en el totalitarismo de Occidente. Dugin habla de fin de los Estados nacionales y de su superación por grandes ecúmenes, por ejemplo, la Euro Asia, conglomerado al cual pertenecería la Rusia actual, en un mundo multipolar, donde no habría ninguna potencia dominante.
La teoría del conocimiento aplicada al neoliberalismo sería unilateral, es decir, una visión parcial producto de la cultura moderna; en cambio, la del mundo multipolar sería holística, lo cual implica el conocer el mundo y los seres en su totalidad.
El liberalismo, desde Descartes hasta nuestros días, es la negación de Dios y de la religión, además, la modernidad margina la tradición, eliminando la historia y la cultura de los pueblos. Necesariamente, el liberalismo en sus tres versiones – capitalista, marxista y nazista – conduce al ateísmo y la cosificación del hombre
Muchos religiosos, (católicos, ortodoxos e, incluso, mahometanos), admiran la política implementada por Vladimir Putin, que resucitó la alianza entre el Presidente y el Patriarca de Rusia – como antes lo hicieran los zares con la iglesia ortodoxa -. Por otro lado, Putín viene de inaugurar una de las mezquitas más grandes y suntuosas en pleno corazón de Moscú.
Putin se jacta de haber sido bautizado, en secreto, a instancias de su madre, en pleno régimen soviético, y es habitual verlo en las grandes ceremonias ortodoxas; también concurre a actos rituales en otras iglesias, entre ellas las Mezquitas.
(En Siria, por ejemplo, gran parte de las religiosas y sacerdotes maronitas se declaran partidarios del régimen de Bashar Al Assad, no porque este gobernante sea un demócrata, sino por las consecuencias de su caída, que significaría el dominio de los Hermanos Musulmanes, Isis y otros grupos terroristas islamistas que hoy persiguen y asesinan a los cristianos).
La vuelta al mundo pre-moderno, al cual postula Dugin, significaría la revalorización de la familia que, según los términos ortodoxos, constituyen la “pequeña iglesia”; a su vez, la teoría de este filósofo tiene aspectos muy reaccionarios como la negación del aborto y, aún más grave, el rechazo de las relaciones homosexuales, que serían propias de la hegemonía del liberalismo unipolar, individualista y antihumano.
Según este politólogo, el concepto occidental racionalista de “el hombre es la medida de todas las cosas…” es propio de un antihumanismo, a pesar de las apariencias pues exalta al individuo por sobre la comunidad y, lo que es más grave, lo lleva a la negación de Dios y al ateísmo.
Este pensador ruso, en varios aspectos reaccionario, logra atraer a la izquierda – ocurre también con Putin – por el ataque frontal al liberalismo en tus tres vertientes: la neoliberal, la marxista y la fascista, sobre todo, en el plan o geopolítico debido a la propuesta de reemplazo delo mundo unipolar, dominado por Estados Unidos, por uno pluripolar donde Euro-Asia y América Latina podrían jugar un papel muy importante en el mundo pre y posmoderno.
(Si le interesa profundizar sobre las ideas de este filósofo pueden ser en Youtube el análisis del geopolítico argentino Damián Jacubovich, como también en un canal de televisión argentino en su Conferencia ante la CGT).
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Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
04/05/2018