Patético fue el espectáculo protagonizado por Sergio Bitar y el economista neoliberal Joseph Ramos en la pantalla chica. Ante la coherencia de los planteamientos y la tranquilidad para exponerlos de Francisco Figueroa, vicepresidente de
En el fondo, con su irracional analogía, el profesor Ramos defendía la tesis mercantil ya expresada por Piñera de que la educación es un bien de consumo individual y el endeudamiento una consecuencia normal del acto de compra. Posición cuestionada por el movimiento estudiantil y por la mayoría ciudadana ante el fracaso flagrante de la educación chilena. Ya no es un secreto que ésta -en manos de sostenedores privados y empresarios que creaban sociedades inmobiliarias espejos- se transformó con anuencia estatal concertacionista, sacrificando contenidos y creando carreras de consumo, en industria para lucrar.
En la pantalla, mientras Sergio Bitar justificaba lo que fue la política de los créditos bancarios usureros con aval del Estado, el joven dirigente estudiantil defendía con aplomo la concepción de un proceso educativo permanente del ciudadano, garantizado como un bien público por la sociedad entera, según el principio de la gratuidad para todos y todas. La filosofía del don, de la creación libre, del vínculo social solidario y del compartir. Además, sin prepotencia, Francisco Figueroa explicó el valor del conocimiento en las sociedades modernas donde éste debe ser liberado de las trabas del poder del capital y de sus consecuencias nefastas: la jibarización de los espíritus y el empobrecimiento simbólico al cual el lucro somete la creatividad.
Seamos claros. Desde el Renacimiento, rompiendo con ciertas concepciones del mundo griego, el conocimiento y su transmisión son concebidos filosóficamente como un bien libre de acceso universal. Más tarde,
El aspecto ético perverso de una empresa educativa que hubiera continuado si el movimiento estudiantil no hubiera levantado la cabeza para sacudir la modorra neoliberal de la sociedad chilena ha quedado manifiesto. A ningún político o ideólogo neoliberal de esos que como Harald Bayer (CEP) hacen gárgaras con la libertad en abstracto, se les ha ocurrido pensar que los padres, madres y estudiantes endeudados son rehenes de un sistema educativo mercantil que priva de libertad concreta, empobrece y genera al mismo tiempo angustias permanentes a millones de ciudadanos endeudados hasta más no poder.
“Este movimiento llegó para quedarse”, les dijo a los dos dinosaurios el vicepresidente de
Máxima que previene de las vueltas de la historia. Para que ésta no nos lance en la cara el mote de “oportunistas y desvergonzados”.