La incapacidad de la izquierda para responder a la crisis política pos dictadura, centra la atención en la capacidad del movimiento social para enfrentar parcialmente los efectos devastadores de la crisis. Los sectores populares y de la llamada clase media o sectores medios o, mejor dicho, los sectores de empleados públicos y privados no comprenden bien el tema de la crisis -fundamentalmente por el profundo sentido valórico conque ella se presenta-, pero sí comprenden y sienten algunos efectos inmediatos de la crisis en su vida cotidiana.
No es de extrañar que la primera manifestación contra el gobierno derechista de Piñera sea protagonizada por estudiantes y por aquellos que luchan contra las AFP.
Este incipiente movimiento opositor desde las movilizaciones sociales es comprendido –con razón- por sectores de la derecha como focos incendiarios en la yerma pradera de las desigualdades sociales. Le temen. Ven a Kast como presidente de un pequeño Partido de extrema derecha que algunos reconocen como Nazi, que luego de obtener el reconocimiento de los hombres de armas –jubilados de las FFAA, únicos que legalmente pueden expresar opiniones políticas y por ello representan el sentir de los altos mandos activos- los que oficialmente lo han nombrado “su representante”, se ha dedicado a provocar polarizaciones en el mundo estudiantil universitario visitando estos centros con discursos de adoctrinamiento contra el pueblo mapuche, contra el Partido Comunista, contra el legado de Michelle Bachelet, contra el aborto por tres causales, contra la gratuidad educacional, contra una Nueva Constitución –desde luego contra una Constituyente-. Es hoy el único que a la sombra del gobierno de Piñera recorre el país construyendo su propia alternativa política.
Por otra parte, la UDI, partido de los golpistas, no solo sigue defendiendo a los culpables de crímenes de lesa humanidad a pesar de sufrir un revés en los Tribunales y haber perdido buena parte de su cúpula de coroneles pinochetistas. Su actual presidenta, confesa de boletas falsas, declara que se “deben desvincular a todos los funcionarios públicos que no comparten los lineamientos del actual gobierno” y el diputado UDI Urrutia desconoce a los torturados por la dictadura y públicamente expresa su desprecio hacia ellos. Muchos piensan así, así también pensaban los coroneles hoy acusados de defalco al estado por boletas falsas, y financiamiento ilegal de sus campañas, pero ellos nunca se atrevieron a hacer tales declaraciones. El tema es que hoy, el evangélico Kast y la opus dei Van Rysselberghe se atreven. Diera la impresión que no comprenden que ganaron la elección presidencial y pueden pasar tranquilamente cuatro años deshaciendo lo obrado por el gobierno de Michelle Bachelet y administrando los dineros del Estado en beneficios de los grandes capitales. O haciendo “políticas sociales” como mercancía de un negocio privado.
Ocurre que ellos saben que tras el movimiento social puede venir el surgimiento de un movimiento político que se plantee un cambio en la raíz misma de las desigualdades sociales provocadas por el desarrollo capitalista monopólico.
Lo increíble es que la llamada centro izquierda no se percate de lo mismo. Siguen nuestros parlamentarios defendiendo la exclusividad política del parlamento. Sigue el Partido Socialista obteniendo ganancias con la especulación financiera de sus haberes. Sigue el desconocimiento de sus direcciones políticas regionales, sigue intentando ser el eje de una coalición de oposición sin por ello proponer nada que le de coherencia y futuro político a dicha coalición. Parecieran pensar que si ganan la próxima elección presidencial se supera la crisis. Siguen dialogando con la derecha más abstrusa, golpista y monopólica. El concepto “parlamento” lo ha transformado en conversar con todos, dialogar con todos, acordar con todos (Ahora parece se hará oposición en la medida de lo posible, fijando “lo posible” en sus propias y parlamentarias cabecitas, donde incluye a la UDI y a KAST).
El PC parece aún busca sacar certificado de buena conducta y se desgasta explicando si defiende a Maduro o no, si defiende a Cuba o no (lo paradójico es que ni Venezuela ni Cuba le preguntará hacia dónde deben marchar; menos Cuba, que ni ella sabe cómo manejará este caballo sin bridas que se llama mercado). La política nacional nos convoca. Pero la derecha sabe que saca más dividendo si los lleva al plano internacional, tan lleno de contradicciones como nuestro país, pero donde es poco o nada lo que podemos hacer. Escuchemos a Neruda cuando nos recuerda que mientras más local es nuestra poesía más tendremos qué decir al mundo.
El PPD ha hecho últimamente un recordatorio que es “Partido Instrumental”… ¡vaya! Cuando definamos por donde ir lo llamaremos; a los que queden.
El Partido Radical, aunque pequeño, se aferra con fuerza encomiable a su historia, carácter laico y republicano; se les aplaude. Pero no es suficiente para enfrentar la crisis.
La Democracia Cristiana, única en el mundo que milita en mundo de la izquierda lo que de por sí es un triunfo de sus fuerzas progresistas y que explica la huida de aquellos que perdieron la batalla por derechizarla (imagínense la derecha, con las fuerzas armadas, con la prensa, con los evangélicos mercantilistas al estilo brasileño… y además con una Partido Demócrata Cristiano). Para ellos la tarea es mayor: no pidan concesiones a la izquierda, hagan sus propias propuestas de izquierda nacidas de la Declaración de Principios de su propio Partido y de la concepción social cristiana de su raíz ideológica.
Finalmente recordar al Frente Amplio, que cuando al fin salimos del sistema Binominal, no entramos al Sistema Trinominal. Nadie debe temer perder fuerzas por entrar a un debate de definiciones; al revés, se perderá fuerzas o se perderá todo si no entramos en este proceso. Nuestro campo natural de desarrollo es la llanura antimonopólica, por una Asamblea Constituyente –aunque gruñan los parlamentarios de todos nuestros partidos que se quieren llevar la pelota a las cuatro paredes del parlamento, lugar donde la presidenta de la UDI recalcará que “La Asamblea Constituyente es un disparate, porque no está en la Constitución”-; la llanura de las políticas sociales, de encarar el sistema económico y definir cómo relacionarnos con el mercado, como desarrollar la mediana y pequeña empresa, como desarrollar una política Estatal de intervención y o control de nuevos capitales. Nuestra llanura es la transparencia para mirar el medio ambiente con la vitalidad que merece el planeta que nos sustenta. Nuestra mesa de acuerdos es una mesa de amor, de humanidad, de justicia social. Nadie debe temer, porque somos una amplia mayoría.