Chile no es un democracia, así sea que se vista de elecciones de tarde en tarde. En este país manda una oligarquía compuesta de empresarios, milicos, curas, jueces y políticos profesionales y corruptos.
No es democrático ni decente un país en el que no pasa una semana sin que se sepa que algún funcionario uniformado está vinculado a algún tipo de robo millonario. O un político metido en algún tipo de fraude
Sigue aumentando hasta límites insospechados la fortuna del erario nacional que fue robada por una banda de delincuentes que ejercía sus maniobras desde oficinas fiscales, luciendo grados y charreteras de Carabineros.
Con todo y lo abultado de las cifras robadas por esa banda de forajidos, que ya suma la friolera escandalosa de 30 mil millones de pesos, jamás se va a saber con exactitud el monto total, ni los mandos que estuvieron detrás de ese escándalo. La cosa va a morir en breve con algún suicida que dejará todo por escrito y/o unos cuantos pacos de baja graduación condenados a penas ridículas.
Sería un programa de televisión el que desenmascara otro fraude urdido por los empingorotados altos mandos militares y policiales, que se hacían sueldos paralelos en sus funciones institucionales.
¿En qué se han convertido esos adalides de la tradición militar, severa, austera, honesta y proba de la que han cacareado desde siempre?
En un país decente, de verdad democrático, estas acciones delictuales no podrían suceder. En este, en el que vivimos, se conocen por la prensa estos escándalos y el mundo sigue andando como si nada. No ameritan ni una marcha.
Tan enfermo de dictadura está este país, que al conocerse de los innumerables escándalos que se suceden semana tras semanas, muy pocos elevan la voz. El mutismo vergonzoso de las anteriores autoridades más parece una corrupta lenidad o, peor aún, una complicidad que no tiene nombre.
¿Puede ser que la policía y las Fuerzas Armadas sean un nido de ratas que roben a manos llenas sin que nadie del sistema político, ninguna institución, sea capaz de saber lo que pasa en sus barbas?
A los altos mandos de carabineros y las Fuerzas Armadas se les quedó en el alma de la dictadura en la que participaron entusiastas y contentos. Pinochet y su familia fueron ladrones de la primera hora que se robaron el cacareado oro de la reconstrucción nacional usurpado a los incautos que colaboraron. Y luego siguieron con el Estado.
E hicieron escuela en sus soportes uniformados que venían a instalar la decencia en el país.
De ahí en adelante, la gestión genocida del tirano y sus Fuerzas Armadas, lejos de su supuesta honradez, severidad y austeridad, no fue sino una pantalla para hacerse millonarios mediante el robo descarado.
La pos dictadura no se dio el trabajo de sacudir a los cuerpos armados de la peste de la sinvergüenzura que echó sus bases solidas en los tiempos del tirano.
En manos de quienes renunciaron a principios y consignas, se asentó una cultura del robo y la exacción en la que se han visto envueltos hasta los más encumbrados y poderosos mandos de las Fuerzas Armadas.
Si les fue fácil traicionar sus propias definiciones y discursos, puede ser igualmente fácil volver a patear el tablero y si la cosa se les pone cuesta arriba, volver a empuñar sus armas en contra del pueblo y del orden político.
Una de las primeras medidas de higiene democrática sería redefinir el carácter de los cuerpos armados, su validez democrática y ética, su doctrina y estructura clasista y racista.
Y luego, procesar y meter en la cárcel a esos ladrones con charreteras y quitarles todo lo que se ha robado en decenios de sinvergüenzuras.