Noviembre 16, 2024

¿’Pungas’ en La Moneda, de nuevo?

¿QUÉ ES REALMENTE un ‘punga’? La palabra proviene del argot italiano, y por esos lados significa ‘bolsillo’. Acá en Chile, de acuerdo al argot nuestro, el término vendría a señalar despectivamente a “una persona de mal aspecto, ordinaria, delincuente, picante, inculta, mal hablada”.

 

 

Pero, en estricto rigor, ‘punga’ es el vocablo que se utiliza en casi todo el mundo latino para referirse a ladrones especializados en robarle a la gente -sin violencia física- objetos y dinero de los bolsos y bolsillos. A este tipo de delincuentes en Chile se les conoce como “lanzas a chorro”, a quienes también se les adosa la calificación de ‘punga’ según nuestro argot criollo.

Fernando Collor de Melo, Alan García, Augusto Pinochet, Ferdinand e Imelda Marcos, Fulgencio Batista, Leonidas Trujillo, Alfredo Stroessner, ‘Tacho’ y ‘Tachito’ Somoza, Vladimiro Montesinos, entre muchos otros eméritos personajes de la política de ‘alto nivel’ (todos ellos miembros de familias ‘bien’), fueron sin duda alguna unos completos pungas en el amplio sentido de la palabra. Todos ellos, sin excepción, buscaron enriquecerse con el erario público, vale decir, metiéndole mano a los bolsillos de sus propios compatriotas, ‘legalmente’, ’políticamente’; y a todos ellos, cuando la justicia pudo echarles el guante, se les comprobó que habían amasado una fortuna, cuyo volumen en dinero resultaba imposible de conseguir por medios laborales, profesionales o comerciales respetuosos de las normas jurídicas.

La lista anterior podría ser ampliada si consideramos a centenares de gerentes -tanto en ejercicio como past-presidents-, de instituciones públicas, empresas estatales y empresas privadas, compañías mineras, bancos, financieras, AFP’s, Isapres, Universidades, etc. Estafar, engañar, expoliar y caminar por el sendero de la usura, constituye también parte del escenario ‘punga’. Qué duda cabe.

¿Recuerda usted amigo lector a Juan Guillermo Dávila, de CODELCO? ¿Y a los propietarios de la archi conocida mina San José, en Atacama? ¿Y al desquiciado asesino Gerardo Rocha, dueño de la Universidad Santo Tomás? ¿O ya nadie  se acuerda  de los responsables del tristemente célebre ‘corralito financiero’ en Argentina, los señores Menem, De la Rúa, López Murphy, Cavallo? La mayoría de ellos pertenecía a  familias con mucho abolengo…pero…de acuerdo a la definición pura, eran pungas a todo dar (o a todo quitar, en este caso).

Este tipo de espécimen acostumbra exigir al resto de sus conciudadanos un cierto respeto hasta en el uso del lenguaje, creyendo (o intentando que los otros crean) que el insulto es sólo aquel que descansa en una palabra soez, en un garabato, en una grosería. Incluso en estas cuestiones, los pungas de cuello y corbata muestran un inmanejable clasismo que les chorrea por todos sus poros.

De estas trincheras provienen muchos dirigentes políticos, ministros, parlamentarios e incluso mandatarios. Conforman un tipo de ‘punguerío’ que esconde sus desechos bajo el disfraz del ‘servicio público’, y desde allí -a través de andamiajes legales que ellos mismos construyen y sancionan- meten sus manos en los bolsillos de la sociedad civil jurando que lo hacen en beneficio del “desarrollo” de la nación. ¡¡Pungas a todo full!! ¿Alguien lo duda?

Hablar de esos personajes no difiere en nada de pillastres y delincuentes como el Loco Pepe, los Car’e Jarro y cualquier otro ‘picante’ que cae en manos de la policía en pleno centro de cualquier ciudad de Chile. Estos individuos de baja estofa, dedicados a ‘afanar’ cuanto encuentran a su paso, se caracterizan por ser ‘cuáticos’ al momento de su detención, es decir, arman un escándalo de padre y señor mío, patalean, gritan, se lanzan al suelo, lloran e imploran la ayuda del público gritando a los cuatro vientos que ellos son inocentes, que no saben por qué les detiene la policía ni por qué les están maltratando.

Ser ‘cuático’ implica necesariamente mentir, pero mentir con aderezos de una bien estudiada teatralización, pues muchos pungas y ‘patos malos’, al momento de caer en manos de Carabineros, a grito pelado piden socorro al público presente asegurando que están muy enfermos y que el “maltrato” policial podría enviarlos a la tumba. Esa es la ‘cuática, elemento usado y archi utilizado por los pungas de clase popular.

Los otros pungas, los que proceden de  familias acomodadas o que, simplemente, tuvieron la suerte de pasar por alguna universidad donde lograron recubrirse de cierto barniz cultural, esos, la verdad sea dicha, son también ‘cuáticos’, aunque en forma algo diferente. No gritan de manera destemplada ni se lanzan al suelo para revolcarse en el barro. Pero mienten tanto o más que sus colegas de clases populares, aunque es el engaño mediático, la promesa fútil y el discurso baladí lo que mejor les acomoda y usan con profusión.

Digamos, sin temor a equivocarnos, que un sector de este punguerío cuático, desglosado de clases sociales económicamente acomodadas y eclesiásticamente bendecidas por la curia chilensis (esa misma que es tan proclive a proteger pederastas con sotanas), ha logrado acceder nuevamente a los salones, oficinas y pasillos de la casa de Toesca, desplazando  a sus propios mayordomos (pungas también, pero de menor densidad en el pelaje), instalándose en ese vetusto edificio por lo menos durante los próximos cuatro años.

Sebastián Piñera, ex líder de la derechista Renovación Nacional, prometió que si llegaba a formar gobierno excluiría a los colaboradores de Augusto Pinochet porque su Ejecutivo estaría “mirando al futuro”. Ganó los comicios y es desde marzo de 2018 el máximo mandatario del país. Sin embargo, no ha cumplido lo prometido. Un ejemplo de ello es la nominación de Hernán Larraín como Ministro de Justicia y Derechos Humanos…, pues nadie olvida que Larraín fue no sólo defensor de la Colonia ‘Dignidad’ y del pederasta y asesino Paul Schaeffer, sino además lo protegió y privilegió durante los años de la dictadura. 

Escribir una promesa en política para después borrarla con el codo o hacerse el de las chacras, es simplemente ‘cuática’… de mejor nivel, pero cuática en su perfecta esencia. Por cierto, es grave y vergonzosamente delicado que en la prensa independiente y en l prensa del extranjero el extranjero le corrijan la plana a nuestro Presidente, por boquiflojo, por mentir en política e intentar pasar gato por liebre. Eso, aquí y en la quebrada del ají,  se llama ‘punguerío cuático’.

Por esto –y por lo ya explicado en las líneas precedentes- la pregunta es válida: “¿llegaron de nuevo los pungas a La Moneda?”.

*PUNGAS:”Están ahí, pero no los ves. De eso se trata. Están pero no están. Así que cuidá el maletín, la valija, la puerta, la ventana, el auto. Cuidá los ahorros, cuidá el culo. Porque están ahí, van a estar siempre ahí.

Marcos (Ricardo Darín), en Nueve Reinas (2000), de Fabián Bielinsky

 

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