Noviembre 17, 2024

Demagogos en La Haya

Al final de la discusión en La Haya no vamos a hablar de demagoguitos, del tipo de un altísimo mandatario boliviano que llamó – o propuso publicamente- que su país llegara al mar “pasando por arriba de Arica” o como los senadores Guillier, Pizarro o Allamand o el ex diputado Tarud (chovinista derrotado en las urnas), que se esmeran por ser los más patrioteros, desde La Haya o desde Santiago.

 

 

Vamos a hablar de demagogos importantes, claves en este proceso, a los cuales los jueces de este tribunal de Naciones Unidas prestan obligadamente oídos y atención porque representan a los Estados que concurren a la Corte de Justicia.

Uno es boliviano, el otro, chileno.

Uno es Evo Morales, el otro Roberto Ampuero.

Uno es Presidente de la República del Estado demandante.

El otro, Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno del Estado demandado.

Los dos son grandecitos. La ausencia de conocimientos de derecho internacional, en ambos casos, no los exime de intentar hablar en serio y de no hacer poesía barata para enervar los instintos, irresponsablemente, como no exime a los borrachos chocar curados.

Evo Morales, en un arranque patriotero de mala clase, planteó a todo pulmón: “Antofagasta fue boliviana, es boliviana y será boliviana”.

Concedémosle, porque así es, que Antofagasta fue boliviana, porque perteneció a Bolivia hasta la dominación chilena que se inició en 1879 y el Tratado de 1904, y concedémosle que en un futuro lejano podría volver a serlo, porque nadie ha clavado la rueda de la historia, pero está clarísimo – y esa es una de las razones de la justificada angustia boliviana- que Antofagasta es chilena desde principios del siglo XX y es hoy chilena. Y más: que la Corte no tiene atribuciones para, en este juicio, declarar algo en contrario. La Corte no está compuesta por ignorantes y despistados. El juicio de hoy en La Haya no es un juicio de límites, ni la Corte, por muy “en justicia” o “equidad” que legítimamente falle, no tiene atribuciones para “devolver” Antofagasta a Bolivia.

El Canciller de Piñera hasta hace unos pocos días no desentonaba, aunque muchos temíamos que, en cualquier momento, porque se trata de la misma persona que conocimos en los setenta, ochenta e inicios de los noventa, volviera a caer en el invento, la contradicción vital permanente, la deslealtad, la falsedad y ¿por qué no? la encubierta traición.

Y he aquí que saltó, poniéndose -para los jueces- a la altura demagógica de Morales:

Dijo: “Bolivia insiste en imponer sus deseos a Chile. Puso ahora el acento en despojarnos de nuestros territorios soberanos…sin importarle ni la tragedia humanitaria que eso implicaría…¿Aspira Bolivia a que el gobierno de Chile viole los derechos humanos de miles, cientos de miles y hasta un millón de personas, que viven hoy en territorio chileno?”

¿Se refería, en su demagógica hipótesis, el canciller Ampuero al desplazamiento humano que provocaría un corredor soberano de Bolivia al norte de Arica, por tierra hoy casi desértica y poco habitable? ¿O daría el novelista Ampuero cierta certeza al culebrón también demagógico de Morales sobre Antofagasta?

Demagogo vs. demagogo.

Pero demagogos que el juez de Somalía (Presidente de la Corte) y el juez chino (Vicepresidente de la Corte) deben considerar como tales a pesar de no pensar “en cristiano” sino siguiendo a Mahoma o a Confucio, como seguramente lo hacen.

Los musulmanes y los confucianos, presentes en la Corte, también saben distinguir a los demagogos.

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