Tiene que haber mucha convicción para marchar más de 10 cuadras bajo el agua-nieve y a 2ºC de temperatura. Fueron cerca de 100 mil ciudadanos protestando en las calles bajo estas condiciones, y la tacaña “clase política” no logra entender que las demandas sociales encabezadas por los estudiantes no cesarán porque se les conceda una rebaja en la tasa de interés de los préstamos con el aval del estado para pagar sus costosos estudios.
Lo que se está exigiendo, no es que el estado sea aval y bonifique a las entidades financieras malgastando la plata de todos los chilenos, es sencillamente que el estado disponga la gratuidad de los estudios, invirtiendo ese dinero decididamente en la educación de sus jóvenes.
Los estudiantes, la generación 20-11, están encabezando una verdadera revolución bajo los cánones de la no violencia activa. Existe la determinación de romper con el círculo vicioso del poder garantizado por la actual Constitución Política del Estado. Dicha institucionalidad creada durante el gobierno de los militares golpistas, y “perfeccionada” en los gobiernos concertacionistas, ha facilitado la alianza oprobiosa de los detentores del dinero con los del poder, que sin escrúpulos de autodenominan “clase política”.
La generación veinte-once ha logrado levantar el antipoder capaz de contrarrestar el orden burgués, antipoder que no existía, la clase política estaba gobernando sin contrapesos, puesto que la otrora vigorosa clase obrera, fue diezmada por la fuerza de los decretos-leyes durante el gobierno de facto, y por el engaño y la traición durante los gobiernos del arco-iris. La ciudadanía que ha sido consultada mediante encuestas, ha desconocido la representatividad de los senadores y diputados que se les ha impuesto con el artificioso sistema binominal, y se ha constituido desde hace algunos meses en el antipoder que estaba faltando, ha surgido de manera fluida una generación de jóvenes inteligentes, valientes y con convicciones, que están liderando felizmente esta revolución.
No nos debe extrañar la desconfianza que hay hacia los políticos, lo más prudente, es dejar que la juventud libremente conduzca las demandas sociales.
Si para satisfacer las demandas sociales hay que hacer un nuevo pacto social, pues bien, hagámoslo sin derramar una sola gota de sangre. La ciudadanía ha despertado, ha tomado conciencia de que el país es de todos, ahora es de esperar que los poderosos les sigan, que tomen conciencia de ello, un país en paz social es un preciado ambiente también para hacer negocios.
René Dintrans
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