Pedro Pablo Kuczynski, presidente de Perú, manifestó hace un año ante una audiencia universitaria estadunidense, que Washington no se ocupa de América Latina porque ésta es como un perrito echado en la alfombra que no da problemas
. Añadió que la excepción es Venezuela. Kuczynsky y el impresentable secretario general de la OEA, Luis Almagro, coinciden en su feroz obsesión antivenezolana porque ambos tienen tejado de vidrio, carecen de autoridad moral y prestigio, y su único mérito es servir, ellos sí, a Estados Unidos como los canes más obedientes.
Hoy la cúpula estadunidense no ve un enemigo más importante a destruir que al presidente Nicolás Maduro y al bravo pueblo venezolano cuyo liderazgo se ha ganado a pulso. Del chavismo, piensa, no debe quedar ni el recuerdo –da un pésimo ejemplo a los pueblos del mundo– y luego seremos dueños del más grande yacimiento de petróleo de la tierra. Pues bien, allí están Kuczysky y Almagro disputándole a sus también impresentables socios del llamado Grupo de Lima (GL) el lugar más servil para cumplir ese objetivo. Debo decir que tengo una particular devoción por los perros y ya por eso rechazo que seres tan inteligentes, nobles y leales hayan sido aludidos en forma peyorativa por su señoría presidente de Perú. Sin contar el menosprecio que evidencia por nuestros pueblos latinos y caribeños y su ejemplar historia de luchas emancipatorias. Menosprecio que siente por sí mismo, pues le resulta inconcebible otra cosa que menear la cola al imperialismo yanqui.
Hay que reconocer que la hoja de servicios de Kuczynski a Washington y al capitalismo trasnacional es difícil de superar. Inició su vida laboral como economista para América Central en ese chupasangre de pueblos que es el Banco Mundial (BM). Luego regresó a Perú, en 1966, a colaborar con el primer gobierno de Belaúnde Terry, enfilado por Estados Unidos contra la revolución cubana y las protestas populares. Nombrado presidente del Banco de Reserva tuvo que huir a la potencia del norte acusado por el gobierno de los militares patriotas del general Juan Velasco Alvarado (1968) de propiciar la fuga de 115 millones de dólares a la International Petroleum Company. En premio a ello fue ascendido a economista jefe para América Latina del BM. Hombre de la élite financiera, fue ejecutivo de varios bancos de inversión y luego regresó al BM a un puesto más importante. Hasta fue invitado al Club Bilberg, cofradía de referentes internacionales del neoliberalismo.
El presunto anfitrión de la Cumbre de las Américas (CA) ha dedicado su carrera política y su presidencia a hacer avanzar la agenda neoliberal de saqueo y desposesión y a negocios non sanctos. Todo apunta a que siendo ministro de economía recibió millones en sobornos de la brasileña Odebretch, razón por la que hoy se votará en el Congreso peruano si se admite a trámite la declaración de vacancia de su cargo, equivalente a una destitución.
La pregunta es si un gobierno tan impopular, cuyo presidente es cuestionado en grandes protestas por corrupto, tiene posibilidades de ofrecer las mínimas condiciones políticas al desarrollo de una cumbre que, de celebrarse, será borrascosa. Aunque el tema central que se anuncia es la gobernabilidad democrática frente a la corrupción, no es más que un pretexto. Muchos de los jefes de Estado convocados están señalados precisamente por corruptos y antidemocráticos, comenzando por Donald Trump. Van allí con el propósito de sentar a Maduro en el banquillo, a quien desinvitaron ilegalmente a la cumbre, para arreciar el aislamiento internacional a que se quiere someter a Caracas, como en su momento a Cuba.
Ese fue el objetivo central de la gira por nuestra región del ahora defenestrado secretario de estado Rex Tillerson. Ha sido notable el incremento después de entonces de las acciones antivenezolanas de los cancilleres más activos del GL. De la misma manera que la de Almagro, cuyas últimas hazañas son la destitución del vocero de la comisión anticorrupción enviada por él mismo a Honduras, justo porque este se tomó en serio la encomienda; y, más recientemente, el apaño al escandaloso fraude electoral en ese país, sugerido en su momento por el funcionario.
Cabe recordar que la Venezuela chavista tiene gran apoyo popular en Perú y que los países de la ALBA decidieron en su última cumbre de Caracas tomar las medidas diplomáticas que estimen pertinentes para exigir que Maduro sea invitado a la CA. Ni Trump ni el GL ni Almagro la tendrán fácil.
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