El anuncio de la presidenta respecto de un proyecto de ley que busca reformar la actual constitución no pasa de ser una selfie para mostrar a sus amigos, luego del ocaso de su fracasada gestión.
Descontado la genuflexión de los incondicionales sin capacidad de crítica, no hay quien pueda creer de verdad que ese anuncio en la pisadera, tiene algo de serio. Tuvo tiempo para hacerlo. Pero no quiso. Y lo anuncia cuando ya no hay ninguna posibilidad.
Para decir las cosas como son, a ninguno de los partidos que ahora conforman los restos humeantes del naufragio de la Nueva Mayoría, le interesó alguna vez, salvo en el discurso para la galería, modificar el estado de cosas que tan bien les queda, al que le han sacado tanta maquila, y que, después de todo, no resulta tan gravoso si se mira desde el poder.
Más aún, está hecho para los poderosos y a esos no los van a tocar ni con un pistilo.
Lo irrefutablemente cierto es que el verdadero legado bacheleteano quedará en la más vergonzosa de las evidencias cuando tenga que entronizar ¡por segunda vez!, a Sebastián Piñera y su equipo de ultraderechistas transmutados en respetuosos demócratas. Agreguemos: hasta cuando les convenga esa pose.
En estos días finales del más estruendoso fracaso del que se tenga memoria, la presidenta hará gala de una generosidad y contacto con la gente que emocionará.
Como si de verdad fuera una gracia entregar migajas luego de treinta años en que pudieronn haber hehco infinitamente mucho más que las cagarrutas que hoy muestran como logros generosos de un gobierno con sensibilidad social. Migajas que no se merece la gente castigada.
Pero prefirieron gobernar con la derecha, con los ricos, con los milicos y no les importó seguir castigando a la gente abusada y mentida, por la vía de sueldos de miseria, salud denigrante, educación para reproducir la pobreza, transporte de animales, poblaciones de espanto, y luego de una vida de traqueteos, una pensión de vergüenza. Muchos de sus ministros más parecían fachos de la primera hornada.
Lo cierto es que Michelle Bachelet fue una presidenta que gobernó para los ricos y poderosos.
Es cosa de ver las ganancias de los bancos, de las Isapres, de la AFP, las multitiendas y de los grandes empresarios. Todos se hicieron mucho más ricos en este período.
Y es cosa de comparar con los trabajadores y sus reajustes ratones, sus deudas infinitas, sus condiciones de vida cada vez más desmejoradas, y con derechos sociales regateados, chamullados y finalmente desconocidos.
Michelle Bachelet ha permanecido sistemáticamente callada ante los hechos de corrupción sin parangón en la historia en la que están involucrados uniformados de todos los colores, por quienes tiene un cariño que enternece.
Destella con la luz propia la enorme fortuna, miles de millones de pesos, robada por centenares de oficiales de carabineros. Y no hay semana en que no se sume a ese cogoteo monumental, otros fardos de billetes robados por quienes se supone son quienes nos cuidan precisamente de los ladrones.
Razones misteriosas mantienen al Director de Carabineros en su cargo. Y ni siquiera la suma increíble de escándalos bajo su mando, cuya coronación desbordante fue la Operación Huracán en la que los sistemas de ¿inteligencia? policial hicieron el más soberano de los ridículos en su intento por falsear una investigación que buscaba artificialmente condenar al mapuche, hizo que Bachelet reaccionara.
La lista tiende al infinito aún cuando las guindas finales de una torta que huele pésimo, ha sido la nominación del ex Fiscal Toledo, que llevó el caso de su hijo y que por cierto no le encontró nada malo, como Notario de San Fernando que es como ungirlo millonario a piori.
Lo cierto es que Michelle Bachelet entrega el mando de un país más corrupto, más inseguro, más desigual y, peor aún, con una ultraderecha empoderada, sin pudores, armada de argumentos entregados por su gobierno, mucho más peligrosa que en el pasado inmediato y destilando su eterno odio en contra de la gente más desposeída.
Un país alineado con el imperio genocida que busca desestabilizar a Venezuela y a Cuba, impulsando el TPP que atenta contra lo que queda de soberanía, como el más entusiasta y generando un perfil de matón de barrio que desprecia a los vecinos en una política exterior agresiva y desatinada.
Michelle Bachelet entrega el mando de la nación sin que las demandas sociales hayan encontrado eco en su gestión, a las que respondió con farfollas que se dan la vuelta en redondo y dejan las cosas como estaban o peor.
Veamos no más el caso de su política de Derechos Humanos que ha despreciado sistemáticamente las demandas de familiares y víctimas, además de no decir esta boca es mía respecto de su promesa de cerrar el Penal de Punta de Peuco. Bachelet traicionó a las víctimas de la dictadura con su falta absoluta de empatía con su causa.
Y ahora, como la vez anterior, se va a desentender de su legado de oprobió, se calzará sus zapatillas viajar, y desaparecerá de la escena dejando a la ultraderecha en el poder y en la gente el agrio sabor de la burla repetida.