Una de las características permanentes de la cancillería dirigida por Heraldo, en el período gubernamental que está por terminar, ha sido la de buscarle “las tres patas al gato” boliviano y al gato venezolano.
Los que fuimos compañeros de Heraldo en el empuje democrático de los años 80 y en la Subsecretaría de RREE. en el 2000, esperábamos una política diferente.
Con respecto a Bolivia (que no es sólo Evo), Chile ha carecido de una política de relaciones activa, propositiva, de legítima ofensiva, y se ha limitado a una reiterativa defensa legal de un problema que es fundamentalmente político.
Con respecto a la Venezuela prosocialista de Chávez y Maduro -cuyos problemas guardan mucha parangón con los que la Unidad Popular y el Presidente Allende debieron enfrentar desde antes de llegar legítimamente al gobierno en 1970 y hasta el golpe militar criminal del 1973- nuestros gobiernos de los últimos veinte años se han mostrado distantes del socialismo venezolano y más cercanos a la oposición adeco y social cristiana y muy permeables a la política de los EEUU.contra Venezuela.
La postura política de Alvear ante el golpe a Chávez en el año 2002 es muy similar a la de Heraldo hoy. Ambas, por lo demás, han contado con el explícito apoyo de la derecha, que en sus intereses no se pierde. Ni en el 2002 ni en el 2018.
Parecen señalar en su mudez teórica y propositiva: cualquier cosa es mejor que la continuidad de un gobierno parecido al que en Chile se intentó en 1970.
Para Alvear es una postura coherente: siempre se opuso a las transformaciones revolucionarias. Pero ¿y Heraldo, joven socialista y contrario a dictaduras de derecha como la que inevitablemente se va a instalar en Venezuela si cae Maduro?
No hemos visto reacciones de la Cancillería chilena (ni del derrotado diputado Tarud) ante las declaraciones golpistas del ex alcalde de Caracas en Santiago y del Departamento de Estado norteamericano.
Si el post Allende fue Pinochet ¿qué será el post chavismo, que surgirá además después de un golpe militar aupado y alabado no sólo por los EEUU sino por Europa y los partidos centristas de América Latina?
Perdimos cuatro años sin proponer una salida diplomática, política y económica que incluyera a Chile, Bolivia y Perú, que significara una solución integral y apreciada por todo el mundo, como por ejemplo un polo de desarrollo conjunto en el norte de Arica, beneficioso para Bolivia, Chile y Perú.
Y con Venezuela seguimos permanentemente buscando las tres patas al gato, inventando problemas, exagerando los existentes, cerrando los ojos ante la oposición antidemocrática y de pasado corrupto, y las maniobras imperiales, cuando la verdad es que el gato no tiene dos patas, y no hay que buscarle tres: el gato, como el puma, el tigre, el leopardo y el león, tiene sencillamente cuatro.
Reconocer las cuatro patas del gato es la primera obligación de una cancillería.