Diciembre 27, 2024

Los errores de la política exterior boliviana

Hay muchas causas que determinan  una  Bolivia sin acceso soberano al mar. Hay razones, históricas  jurídicas, militares y políticas. Pero hay una de la que se ha escrito  poco y que es muy relevante: la errónea  política exterior de ese Estado.

 

 

Cuando escuchamos al presidente Evo Morales descalificar sistemáticamente a nuestro país uno no puede dejar de preguntarse ¿qué destino tienen esas diatribas? , cuando de lo que se trata es de obtener algo que necesariamente debe ser a la buena y no a la mala y por voluntad de un país que es sustantivamente muy poderoso en el ámbito de cualquier confrontación. Nunca Chile fue tan fuerte como hoy. No hay solución para el problema boliviano (que es de Bolivia no de Chile) sin el asentimiento de la opinión pública chilena, a ella también se le descalifica cotidianamente.

La política exterior de Evo Morales es desastrosa para Bolivia pero no es incoherente con lo que ha sido históricamente el actuar de la diplomacia de ese país.

La diplomacia boliviana tiene tres constantes:

1.- No atiende a la realidad de las correlaciones de fuerzas objetivas, derrotada ya en la guerra seguía actuando de manera tan prepotente como antes del inicio de esta. En días recientes, Evo Morales le notificó públicamente a sus FFAA que debían preparar la pos demanda luego del juicio de La Haya. En 1863  el parlamento autorizó por ley al gobierno a entrar en guerra contra Chile.  El tratado de 1866 en que Chile le reconoció derechos marítimos a Bolivia fue leído allí como una señal de debilidad. A los pocos años el ejército boliviano que dirigía el propio presidente don Hilariòn Daza se retiró y disolvió en la quebrada de Camarones sin alcanzar a disparar un tiro, esa era la realidad, esa era la fuerza de que disponían para una política agresiva.

2.- Tiende a creer sus propias argumentaciones jurídicas que habitualmente son bastante febles. Esto de los derechos “expectaticios” manda a la reprobación a cualquier alumno de primer año, pero crea falsas expectativas en su propio pueblo y condena  a nuevas frustraciones. De paso crea un ambiente que hace difícil cualquier solución por la vía de los acuerdos.

3. No  advierte cuando una negociación le es favorable y se muestra insaciable agregando nuevas pretensiones, lo que hace muy poco aconsejable acordar cualquier concesión. En 1866 obtuvo un tratado que le reconoció derechos marítimos en una extensa zona sin tener mayores fundamentos, salvo el “americanismo” que embargaba al gobierno chileno de don José Joaquín Pérez y que le reconoció derechos allí.  No cuidó ese precioso título, hizo cuanto estuvo de su parte para su resolución incluso una desastrosa alianza militar secreta. De haber cumplido ese tratado tendrían mar hasta hoy y se habrían evitado una guerra.

La política exterior boliviana tiene un diseño estratégico equivocado.  Bolivia ha entendido y diseñado  su política internacional aún a costa de sus propios intereses. Este es un problema de identidad nacional surgido de las particularidades que tiene su origen como estado, al punto que su nombre es un halago a un  extranjero quien fue su primer presidente.

 

Veamos el desarrollo histórico del conflicto  y como ha actuado la diplomacia boliviana y los resultados que ha tenido para su país.

Los límites de un país se fijan jurídicamente por tratados entre Estados y/o por el reconocimiento que de estos límites hacen los otros sujetos de derecho internacional.

El derecho sigue a la realidad. Para alegar derechos en un territorio se alega primero la de posesión material la y realización de actos jurisdiccionales (actos del Estado). La posesión material es muy importante y lógica, en aplicación de ella y de manera muy inteligente Emiliano Zapata  dijo “la tierra para el que la trabaja”.

El otro principio es el del utis posidetis (como poseíste poseerás). Esto significa que en caso de emancipación de una colonia el nuevo estado independiente mantiene los límites que tenía como colonia.

El reino de Chile limito siempre al norte con el virreinato del Perú. Los bolivianos aluden que durante algún tiempo breve en los últimos 30 años de la Colonia, la audiencia general de Charcas llegaba al mar, pero lo que no dicen es que esa era una competencia judicial y no política. Las reales audiencias eran tribunales. Al momento de las luchas independentistas Bolivia llamado Alto Perú era parte del virreinato de la Plata (se le había desprendido del virreinato del Perú con las reformas borbónicas de 1776) y era claro que no tenía salida al mar. Esto era tan claro que el virreinato de la Plata ni la audiencia de Charcas tuvieron, establecimientos públicos o poblados con habitantes en la zona marítima. Si se observa el mapa la salida natural al Pacífico en la Colonia eran y son  la zona de Tacna y Arica. La zona de Antofagasta era un despoblado.

Ninguno de estos principios respaldaba las pretensiones bolivianas.

Bolivia señala que nació la vida independiente con mar. Eso no tiene respaldo histórico alguno. En su constitución de 1825 artículo  3 de su primera constitución ed 1826 en su artículo 3 señaló claramente Artículo 3.- El territorio de la República Boliviana comprende los departamentos de Potosí, Chuquisaca, La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y Oruro. Ninguno de esos departamentos tenía salida al mar, ni edificios públicos o poblamientos en el litoral del pacífico. Bolivia nunca ha tenido buques mercantes o de guerra, no había buques bolivianos en la guerra del pacífico,  eso es absolutamente con el alegato de condición marítima desde su nacimiento.

 

Sin perjuicio de lo anterior hay que señalar que una declaración unilateral de un país, como lo es una constitución política,  nunca constituye un derecho a favor propio en términos de límites sino es aceptado por sus vecinos.

 

Bolivia nace teniendo como primer jefe de gobierno a Simón Bolívar, Sucre que es el segundo gobernante maniobra en busca que Perú le entregue a Bolivia Arica o Tacna que son sus salidas naturales al Pacífico. Le pidió a Simón Bolívar esta salida y este mando al embajador peruano Ortiz de Ceballos que incluso firmo un tratado con Bolivia en Sucre (1826) concediendo esos puertos, pero en el interín Bolívar volvió a Caracas y  Andres de Santa Cruz que había quedado como  subrogante en el Perú se negó a ratificar el tratado para no tener problemas por su origen boliviano. 

 

Ninguna de esas gestiones, de las cuales hay múltiples registros históricos son comprensibles si Bolivia era naturalmente  un país de condición  marítima como se alega . El ex embajador boliviano don  Ramiro Prudencio (13/2/2015) ha dicho recientemente que “Bolivia tenía un sueño desde la fundación de la república, que Tacna y Arica pasaran al Perú…  todos los presidentes habían considerado que esta era la salida natural”

 

Chile nació con tres provincias Santiago, Concepción y Coquimbo y nuestros límites septentrionales eran el despoblado de Tarapacá, sin mayor delimitación, pero nuestro vecino por el norte  era indudablemente el Perú.

 

A partir de 1840 esos despoblados cobran valor y empiezan a ser habitados a partir de la extracción y exportación del huano como fertilizante. Ahora Chile dicta una ley señalando esos territorios como propios. Bolivia hace lo mismo. El  territorio se hace litigioso.

 

Sin embargo, la realidad habla a favor de Chile, más de 140 barcos y empresas solicitan permiso para extraer huano y pagan la consiguiente contribución en Valparaíso, nadie va a Bolivia a pedir permiso alguno.

 

El 25 de Junio de 1863 el parlamento boliviano mediante una ley ordenó al ejecutivo declarar la guerra a Chile si no se respetaban sus supuestos derechos en la zona en litigio. Declaración tan prepotente como distante de la realidad. 

 

En 1864, siendo gobernada España por la reina Isabel II, una flota hispana encabezada por el poderoso buque Numancia hace en una gira por América, en el Callao se desencadena un conflicto con las autoridades peruanas que agravian el honor de ese país: los españoles ocupan las islas chinchas. Se llama  a una conferencia latinoamericana y Chile se niega abastecer a los buques españoles. Se produce la guerra contra España, se hacen aliados Perú, Chile, Bolivia y Ecuador. Se forma una flota combinada chileno peruana, Bolivia no tiene naves mercantes ni buque de guerra que aportar por la simple razón que no es un país marítimo, por ello nada aporta a la  flota combinada. En la guerra del Pacífico ninguna embarcación navega bajo bandera boliviana, no son un país marítimo.

 

Se producen combates en Abtao, Papudo, y el Callao, Valparaíso es bombardeado. Era indudable que los españoles tanteaban la suerte para una posible reconquista colonial. Al fin la flota española se devuelve derrotada a la península

 

Esto creó una situación de hermandad latinoamericana. En ese espíritu se suscribe el tratado de límites de 10 de agosto  1866 entre Bolivia y Chile. Gobierna nuestro país don José Joaquín Pérez, elegido democráticamente y en Bolivia don Mariano Melgarejo, llegado al poder mediante un golpe de estado.

 

El acuerdo en lo sustancial consistió en que  del total del territorio disputado que está entre los paralelos 23 y 25, se fija el límite en el Paralelo 24. Chile se queda con lo disputado que va desde el paralelo 24 al 25 y Bolivia con lo que va entre el paralelo 24 y 23. Es decir, se partió lo disputado por mitades y se acordó que lo que se obtuviera entre los paralelos 23 y 25 como ingreso por el huano y la minería se repartiría en partes iguales. Ahora, sólo ahora, antes no habían tenido nada, tenían legítimamente mar.  Se obligaba Bolivia a construir un  puerto y un muelle en Mejillones. Chile renunciaba a Mejillones habitada básicamente por chilenos.

 

El tratado de 1866  era bueno para la hermandad latinoamericana que tenía muchos adeptos en Chile como Benjamìn Vicuña Mackenna, era malo para Chile pues terminaba, sin estar forzado,  reconociendo derechos ajenos que tenían muy pocos o ningún fundamento y era excelente para Bolivia pues tenía un reconocimiento legal explícito de su frontera que le daba salida al mar, que no tenía. Debieron cuidar ese tratado, como un hueso de santo,  que les habría dado mar hasta el día de hoy pero hicieron cuanto estuvo de su parte para descarrilarlo

 

Si la diplomacia boliviana hubiera actuado inteligente y responsablemente habría cuidado ese tratado que le garantizaba la salida al mar. Cuidar un tratado es hacer cumplir sus disposiciones para que el otro no tenga razones para desahuciarlo.

 

Antofagasta se fundó en 1868.

 

Ese tratado tuvo un problema accesorio en su implementación que decía relación con la recaudación de los impuestos. Se produjeron problemas por parte de Bolivia para llevar las cuentas al día de su aduana y hacer efectivo a Chile el pago correspondiente.

 

La zona empieza a tener gran relevancia económica por el inicio de la explotación de plata y salitre.

 

En 1871 Melgarejo es derrocado por el general Agustín Morales, el que luego sería asesinado por un sobrino en una reyerta palaciega. Este trata infructuosamente ed. sacar a Chile, vía negociaciones, de la administración de impuestos de Mejillones.

 

El 5 de diciembre de 1872 se firmó el acuerdo Corral/Lindsay (por los apellidos de los cancilleres) para arreglar desacuerdos respecto de la aplicación del tratado de 1866 entre los problemas no estaba la delimitación territorial que se mantenía firme. El parlamento chileno aprobó el tratado pero el boliviano lo rechazo, bajo influencia peruana, que ante la debilidad institucional altiplánica  influía en su política interna.

 

Había razones, extra jurídicas y ocultas,  para no llegar acuerdos amigables. El 6 de Febrero de 1873 se firmó en Lima un acuerdo militar entre Bolivia y Perú señalado como “defensivo”. Bolivia no se daba cuenta de lo mucho que había ganado y quería más, entonces apostaba a una salida militar de última instancia. Su desprecio por Chile los hacía cometer un error monumental. Como hoy que confunden circunspección con debilidad.

 

Se intentó agregar a este pacto a Argentina, con la que Chile  tenía disputas por demarcaciones en la Patagonia,  se le ofreció salida al Pacífico por territorio chileno como parte del pago por una agresión militar a nuestro país. El  gobierno y la Cámara de diputados rioplatenses  aprobaron el tratado, pero fue rechazado por el Senado. Chile siempre supo del pacto y se lo hizo saber silenciosamente a Brasil que ante una situación de desequilibrio continental se apresto a intervenir. Eso impidió el ingreso trasandino.

 

Ese pacto militar era peligroso pues dividía a América Latina con propósitos bélicos. Fue también una perfecta chapucería. En efecto, si uno de los signatarios  tenía un conflicto era el otro quien debía calificar el casus foederis, para ver si se aplicaba o no; te ayudo si quiero; ¿qué pacto es ese?.   

 

Ese pacto militar  también  obligó a Perú a enviar armas a Bolivia, antes que se desatara la guerra,  e impidió su intervención como mediador, como pretendió hacernos creer la misión Lavalle enviada cínicamente a Chile,  y fue razón perfecta para que Chile le declarara la guerra a ambos países con las consecuencia sabidas.

 

El pacto militar que se autodefinió como “defensivo” fue secreto lo cual denotaba sus reales intenciones.  Hay testimonio escrito de sus reales intenciones y de cómo Perú teledirigía los bolivianos de acuerdo a su propia estrategia que no era menos desastrosa,  a saber:

 

Agosto 6.–Asi pues, lo que a ésta [Bolivia] conviene es no perder tiempo en dilaciones inútiles que a nada conducirán sino a permitir que Chile se arme suficientemente. Si el gobierno de Bolivia comprende sus intereses, si quiere no perder parte o todo su litoral, debe decir de una vez su última palabra respecto del Tratado de 1866 i de la Convención Corral-Lindsay: debe romper definitivamente esos pactos, bien sea haciendo que la Asamblea estraordinaria desapruebe el uno i resuelva la sustitución del otro por los insuperables inconvenientes que ha encontrado en la práctica, bien sea adoptando otro medio que conduzca al mismo resultado, pero procurando siempre que, el rompimiento de relaciones no lo haga Bolivia sino que sea Chile quien se vea precisado a llevarlo a cabo.

Rotas las relaciones i declarado el estado de guerra Chile no podria sacar ya sus blindados i, sin fuerzas bastantes para atacar con ventaja, se vería en la precision de aceptar la mediación del Perú, la que en caso necesario se convertiría en mediación armada si las fuerzas de aquella República pretendiesen ocupar Mejillones i Caracoles.

A las anteriores consideraciones puede US. agregar otras que no dudo acabarán de decidir al Gobierno de Bolivia a adoptar la línea de conducta indicada. Me refiero a la casi seguridad que tenemos de la adhesión a la alianza por parte de la República Arjentina (sic).

 

José de la Riva Agüero, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú Carta del 6 de agosto de 1873 al Embajador peruano en Bolivia Aníbal Víctor de la Torre

 

Ese pacto agresivo fue un detonante más de la guerra. Preludiaba la guerra y la obtuvo.

 

El 6 de agosto  1874  en la ciudad de Sucre y a fin de facilitar la implementación del tratado anterior se suscribió un nuevo tratado en que Bolivia fue representado por su canciller don Mariano Baptista y Chile por el suyo don Carlos Walker Martínez.

 

Es un texto pequeño de 8 artículos que mantiene el límite en el paralelo 23 y resuelve los problemas de ejecución del tratado de 1866 en su dimensión económica.

 

El artículo 4 señala, cito a la letra:

“Los derechos de exportación que se impongan sobre los minerales exportados en la zona de terreno de que hablan los artículos precedentes, no excederán la cuota de la que actualmente se cobra, y las personas, industrias y capitales chilenos no quedarán sujetos a mas contribuciones de cualquiera clase que sean que las que al presente existen.

La estipulación contenida en este artículo durará por el termino de veinticinco años”.

Es clarísimo que no se pueden imponer nuevos impuestos por 25 años. Es una clausula esencial  del tratado y su violación implica un incumplimiento grave de lo acordado. Un incumplimiento de esta naturaleza faculta al contratante perjudicado a desahuciar lo acordado. Esto se colige claramente  incluso  desde el sentido común y es una situación jurídica universalmente aceptada. Si una parte no cumple la otra no está obligada a hacerlo: la mora purga la mora.

Al separarse las facultades de cobrar impuestos conjuntamente, ahora cada uno cobra en su zona, este artículo 4 pasa a ser muy importante pues hay ya una compañía chilena operando la extracción de salitre en la zona. Esta es la Compañía de Antofagasta de salitre y ferrocarriles. Esto había llevado a miles de mineros al norte.  Casi no hay bolivianos en la zona boliviana.

Esta empresa es de capitales fundamentalmente chilenos. Se ha hecho un gran mito de la intervención de Inglaterra a favor nuestro durante la guerra, esto no es efectivo,  pero no es esta la oportunidad de aclararlo.

Luego de  la caída de la dictadura de Melgarejo el Estado de Bolivia declaró que todos los actos administrativos realizados por este quedaban nulos pero que se podía pedir reconsideración al ejecutivo lo que luego debía ser aprobado por el  parlamento, cosa que hizo la compañía de Antofagasta.  Se comprenderá para donde va un país con esa tipo de seguridad jurídica.

La transacción de la minera Antofagasta con el Estado (1873) que le renovaba la concesión quedó en espera de la aprobación del parlamento.

La hacienda pública boliviana vivía una situación de permanente zozobra a partir de su inestabilidad política, las conductas de su gobernantes y al ninguna atención que le prestaban al litoral y sus riquezas salvo para cobrar impuestos. En estas circunstancias sufren un terremoto y tsunami que afecta el litoral, esto no les causa grandes perjuicios pues no tenían ni grandes instalaciones públicas ni inversiones empresariales de sus nacionales, tampoco estos trabajaban como obreros en la minería. Un censo daba cuenta de que los 6.000 habitantes  de Antofagasta 5.000 eran chilenos (sólo 400 bolivianos), al igual que la compañía minera que le daba vida a ese puerto. Cobija y Calama eran simples caseríos.

Este terremoto les sirve de pretexto pues el parlamento aprueba la transacción entre la minera  de Antofagasta pero le agrega un impuesto nuevo de 10 centavos por quintal de salitre exportado, como mínimo. Esto estaba expresamente prohibido por el tratado. A eso se sumaba la influencia peruana cuya industria salitrera recibía el impacto de la competencia chilena.

La ley interna de 1878 desató una ola de agitación e incertidumbre, particularmente en la zona de Antofagasta., A esto se sumó un actuar prepotente del delegado boliviano en la ciudad don Severino Zapata. La empresa que si bien era administrada por un inglés, cuyo contrato como empleado estaba terminando, era básicamente de capitales chilenos y empleaba a obreros chilenos, la Compañía de Salitre y Ferrocarril de Antofagasta se negó a pagar el nuevo impuesto, que a mayor abundamiento adquiría el tono amenazante de “un mínimo” de diez centavos por quintal exportado.

 

La empresa pagaba impuestos municipales, no se trató como sostiene algún historiador boliviano, de impuestos de esta naturaleza para mejorar Antofagasta.

 

El pleito se prolongó durante todo el año 1878. Ante esa situación los chilenos crearon en Antofagasta la  “Liga patriótica” para resistir las medidas bolivianas. Un chileno, marido de la joven chilena Irene Morales fue fusilado por orden de un juez boliviano, lo que encendió más los ánimos.

 

Bolivia procedió a embargar la empresa Antofagasta para hacerse pago de los impuestos supuestamente adeudados. Notificó e incluso hizo arrestar al administrador por algunas horas.

 

Se hizo público que el remate de la empresa traería la expulsión de los miles de mineros chilenos que allí trabajaban otro tanto sucedería en Mejillones. Se incubaba lo que hoy llamamos una limpieza étnica (Carta de Hilariòn Daza al prefecto Zapata de 6 de Febrero 1879).

 

El incumplimiento del tratado por parte de Bolivia ha sido señalado, y con mucha razón, como un “error” de la diplomacia boliviana por el más prestigiado historiador peruano don Jorge Basadre.

 

El tratado de 1874 contemplaba la posibilidad de una salida arbitral ante cualquier diferendo a que su aplicación diera lugar. En Noviembre de 1878 Chile lo propuso oficialmente, cosa que luego reiteraría. Para evitar esta posibilidad que condenaba a Bolivia a tener que escuchar la ilegalidad de los nuevos impuestos, se recurrió a una tinterillada infantil.

 

El 1 de Febrero de 1874 Bolivia invalidó la transacción entre la empresa y el estado celebrada el 27 de Febrero de  1873. Luego suspendió (no elimino) los efectos de la ley de 14 de Febrero de 1878. A partir de esto Bolivìa concluyó, desatendiendo la realidad, que  no existiendo concesión vigente el asunto sería entre el Estado de Bolivia y una empresa particular por lo que Chile no podía intervenir. El problema habría dejado de existir por voluntad unilateral de una de las partes. Claro está que su llave maestra seguía siendo su tratado secreto con el que creía poderoso e imbatible aliado, por ello debe haberles importado poco las justificadas iras que eso desataría en Santiago.

 

Se fijó fecha de remate para el 14 de Febrero de 1879. Los chilenos en Antofagasta se apretaron resistir la medida.  El prefecto boliviano en Antofagasta don Severino  Zapata recibió instrucciones para que ante la imprevisible  existencia de postores, por la magnitud de lo que se remataría procediera a adjudicar la empresa al Estado de Bolivia que continuaría con la explotación.

 

El 8 de Febrero el encargado de negocios de Chile en La Paz sr Videla entrega una nota que en lo esencial señala que el problema sigue existiendo a pesar de la rescisión del contrato a la Compañía Antofagasta y que frente a ello solicita se proceda al recurso del arbitraje contemplado en el tratado de 1874 y que en tanto este se desarrolle se suspenda el cobro de impuesto. Es lo tanta veces planteado en los juicios “una orden de no innovar”. La nota solicito respuesta en 48 horas y termina con algo que a cualquier gobierno responsable debió llamar la reflexión “Las consecuencias que necesariamente tiene que desprenderse de una contestación negativa serán de la exclusiva responsabilidad del excelentísimo gobierno de Bolivia”. Si a esto se suma la presencia del blindado Blanco Encalada en la rada de Antofagasta, el mensaje chileno era clarísimo.

 

El gobierno de Bolivia respondió tres días después, arguyó problemas administrativos, se había sustituido al canciller Martín Lanza bajo imputación de falta de patriotismo por haber sugerido en el intercambio de notas diplomáticas el arbitraje si se garantizaban los impuestos adeudados, por la asunción del nuevo canciller don Eulogio Doria Medina. Exigió como cuestión previa que el Blanco Encalada saliera de Antofagasta. Pero, el nuevo canciller partió de inmediato a Lima a activar el pacto militar.

 

Chile tenía la razón y la fuerza aunque Bolivia se creyera sus propias tinterilladas. La propuesta chilena era la mejor, evitaba la salida de fuerza. Para Bolivia aun perdiendo el eventual arbitraje el transcurso del tiempo iba en su favor, bastaba que se cumpliera el plazo de 25 años sin impuestos y tendría ese litoral sin condiciones y para siempre.

 

El 14 de Febrero el blindado Cochrane entró a la rada de Antofagasta acompañado del O’Higgins y desembarcaron 250 soldados que reivindicaron la ciudad e impidieron la confiscación fijada para es día. Con todo, no hay voluntad de guerra la que no se declara y se confía todavía en un arreglo arbitral, todavía era posible el arbitraje. El gobierno boliviano no quiso tomar nota del asunto hasta el término ce los carnavales.

 

El 1 de marzo Bolivia le declaró la guerra a Chile que sólo el 14 de marzo declaro que respondería con la fuerza.

 

Bolivia había hecho cuanto estuvo en su poder para desatar la guerra. Su confianza en el pacto secreto era un error garrafal. Desde siempre Chile supo de ese pacto, los diplomáticos chilenos no iban de paseo a Lima, el presidente  Prado tenía una maraña de intereses económicos en Chile ( él pensaba que le habían regalado una hacienda, pagado sueldo de general y que Agustín Edwards no le cobraba los prestamos porque era bonito) que terminaron con su huida luego de la batalla de San Francisco, hasta el propio Hilarión Daza fue tocado sino como se explica en un militar valiente la reiterada de Camarones?, es cierto que Argentina tanteó la alianza (mando oficiales al ejército peruano/ Saenz Peña, Marmol y otros) pero nunca metió directamente  la mano al avispero.

 

El mito del apoyo de poderes imperiales en favor de Chile no pasa de ser eso. EEUU intervino siempre en favor de Perú  obligando a Chile a una negociación luego de la toma del Morro de Arica, la propuesta chilena seguía siendo buena para los vencidos pues se comprometía a abandonar Arica. Chile le ofreció nuevamente Tacna  a Bolivia, para lo cual se enviaron como mensajeros dos connotados ciudadanos bolivianos, pero no quisieron. Luego ya no sería posible las cosas tienen su tiempo, luego vendrían la campaña de Lynch, la toma de Lima y la campaña de la sierra. Chile movilizó 70 mil hombres de los cuales 10 mil murieron y 5.000 quedaron inválidos.

 

Desatada la guerra Chile le ofreció de muchas maneras a Bolivia que cambiara de bando y que sería compensada con Arica y Tacna, lo que mejoraría su situación. Sus dirigentes nunca quisieron, e incluso hicieron públicas las ofertas, las que pudieron; Daza nunca hizo pública la que iba con un incentivo en metálico, antes fue derrocado. Su error fue enorme: Perú operó el pacto de alianza cuando vio “sus” intereses afectados, le exigió a Bolivia el pago de los gastos de la guerra para efectivo la alianza entre “hermanos”, nunca puso un soldado para defender territorio boliviano, estos lucharon para defender territorio peruano, “colorados” y “amarillos” (regimientos de élite bolivianos) se desangraron en la batalla del Campo de la Alianza cuando el dictador Piérola no  les envió el otro  ejército del Sur ni la guarnición de Arica y luego les llamaron cobardes. Finalmente Perú pactó la paz por separado. En 1927 a la hora del tratado con el gobierno peruano del sr Leguía, fue este quien no permitió la participación boliviana. En 1978 las cosas no cambiaron y la posibilidad de un corredor al norte de Arica no recibió apoyo en La Paz pues lo querían sin compensaciones y Perú dijo no de una manera oblicua.

 

Los gobiernos bolivianos creen que en Chile existe odiosidad en contra de su país y eso no es así, ni ayer ni hoy. Chile hizo muchos gestos en plena guerra como la liberación del que fuera comandante en jefe del ejército boliviano Eliodoro Camacho (Campero era jefe del ejército aliado en su conjunto), no se ocupó La Paz y Sucre que habrían sido un paseo militar, los bolivianos de Antofagasta fueron respetuosamente tratados nunca conocieron la mano de don Patricio Lynch.

 

No hay en Chile odiosidad con Bolivia. Chile aceptó la agenda de 13 puntos que contemplaba discutir el tema marítimo. Eso era un avance para ellos que debieron cuidar. Pero Bolivia lo quiere, ahora, ya y sin compensaciones territoriales. No considera su condición de nación vencida, que firmó libre y voluntariamente el tratado de 1904, no considera la correlación de fuerzas y especialmente no tiene en cuenta que Chile es un país democrático y que cualquier tratado de límites no puede prescindir de la opinión ciudadana. Es un ejemplo de una política que desatiende la realidad.

 

Llevar a juicio a Chile es un error monumental, ningún tribunal puede obligar a Chile a negociar con un resultado pre determinado. A lo sumo puede “exhortar” a los comparecientes a buscar vías de arreglo. Eso es una entelequia que se puede celebrar en La Paz planteando las cosas como una victoria, pero no resuelve nada, eso es creerse sus propias martingalas, pero aleja soluciones de un problema que tiene Bolivia.

 

ROBERTO AVILA TOLEDO

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