Noviembre 16, 2024

Viraje a la derecha en América Latina

La historia de América Latina ha funcionado sobre la base de ciclos que, a veces, se extienden por decenios: en los años 70 vivimos la época de las dictaduras de seguridad nacional, pues el mapa de América Latina, salvo Costa Rica, Venezuela y Colombia, países que mantuvieron una débil democracia – casos Colombia y Venezuela – y más fuerte en Costa Rica como consecuencia de la inexistencia del ejército. En la década pasada fueron elegidos gobiernos que respondían a postulados progresistas: Lula da Silva, en Brasil; Kirchner-Fernández, en Argentina; Chávez, en Venezuela; Pepe Mujica y el Frente Amplio, en Uruguay; Rafael Correa, en Ecuador; Evo Morales, en Bolivia. Estos éxitos fueron favorecidos por el fracaso de los gobiernos populistas de derecha en “la década perdida” y, sobre todo, por el alto precio de las materias primas, que permitió la implementación de programas sociales para sectores marginados que, en muchos casos,  permitió la salida de la pobreza extrema.

 

 

A través de la  historia, hacia los años 60, la izquierda latinoamericana respondía a dos grandes modelos: el del guerrillero foquista, apoyado, principalmente, por la  Cuba de Fidel Castro y las teorías de Ernesto Che Guevara; el modelo del Presidente Salvador Allende, que se define como “la vía política al socialismo”.

A fines del siglo XX y comienzos del presente siglo se abrió la vía electoral en diversos países de América Latina: el gobierno de Chávez, por ejemplo, logró el triunfo en varias elecciones sucesivas, y lo mismo ha ocurrido con Evo Morales – ahora postula a una tercera reelección -.Lula, por su parte, además de haber sido reelegido, logró imponer a su candidata, Dilma Rousseff; en Ecuador, Rafael Correa desistió de presentarse para un tercer período, apoyando al candidato de sus filas, Lenin Moreno; por el contrario, el candidato del peronismo, sucesor de Fernández, perdió ante el  derechista empresario, Mauricio Macri; en Chile, acaba de ganar, por un amplio margen, el magnate Sebastián Piñera.

El viraje actual hacia la derecha en la mayoría de los países latinoamericanos podría ser explicado sobre una base multicausal: en primer lugar, el triunfo en Estados Unidos de Donald Trump, apoyado por un Partido Republicano, dominado por los sectores más reaccionarios, que se ha convertido en un modelo para los empresarios que han triunfado en la mayoría de las elecciones actuales en América Latina; en segundo lugar, la baja en el precio de las materias primas; en tercer lugar, la desunión de los partidos políticos de la izquierda latinoamericana, así como la pérdida de un sentido estratégico en la mayoría de ellos; en cuarto lugar, la corrupción, fundamentalmente el Lava Jato, en el gobierno de Lula; en quinto lugar, la pérdida de sentido, a nivel mundial, tanto de los Partidos Socialistas, como de los Comunistas; en sexto lugar, la derecha no se ve forzada a recurrir a  los golpes militares, pues la judicialización de la política la favorece ampliamente;  en séptimo lugar, los golpes mediáticos institucionalizados se han convertido en instrumento fundamental para poner fin a los gobiernos de izquierda, (en el caso de la Presidenta Dilma Rousseff y el ex obispo Fernando Lugo constituyen una prueba de este aserto); en octavo lugar, el resultado de la infiltración y división de las fuerzas populares, (el  Presidente de Ecuador, Lenin Moreno, elegido por el Partido Alianza País, se alía con la derecha para combatir a su mentor y antecesor en el gobierno, Rafael Correa).

La derecha, triunfante en la mayoría de los países de América Latina, ya no necesita del populismo, como en el caso de Color de Melo, Menem y Uribe, pues hoy, los “fachos pobres” son sus fieles aliados por el solo hecho de que los magnates neoliberales han sido exitosos en sus negocios personales, por consiguiente, harán otro tanto por país y, como son “borregos”, están convencidos de por ser ya potentados económicamente, no se les ocurrirá apelar a la corrupción y meter la mano al bolsillo de los pobres. La derecha perdona a los ladrones de sus filas, como Temer, Macri, Piñera…,  como lo hace con el cura pedófilo frente a sus feligreses.

En esta etapa dela democracia bancaria, los presidentes millonarios no tienen ningún empacho en insultar a sus conciudadanos: Trump, seguro del 39% de apoyo, (así sea el más bajo en la historia de las encuestas de Estados Unidos sobre el tema, se puede dar el lujo de tratar a los inmigrantes de “delincuentes” y reírse de los “Dreamers”; Macri, marginar a los jubilados; Temer, burlarse de la justicia y tratar de ladrones a sus rivales políticos…).

La mayoría de los Presidentes derechistas se creen Moisés, anunciando la conquista de la “tierra prometida”: Piñera ofrece 2 millones de empleos y asegura que los más viejos serán atendidos en salud, a cuerpo de rey, como en la  Clínica Las Condes, entre otras maravillas; Trump se jacta de que la economía ha crecido, como nunca en la historia de Estados  Unidos, y ha bastado la pérdida de 1.500 en el Dow Johns para desmentirlo.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)                                                  

08/02/2018                 

 

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