Francisco “se ha caracterizado por visitar lugares que tienen algún grado de problema o conflicto”, respondió entonces el director ejecutivo del comité organizador de la visita en ese país latinoamericano, Javier Peralta. “Ciertamente, la Araucanía, por sus características y por lo que está pasando, se vuelve un lugar necesario para visitar”, añadía Peralta, en referencia con la escalada de tensión de los pasados meses por el conflicto territorial entre el grupo indígena y los Estados de ambos países.
El Papa argentino de origen italiano, ya de regreso de su complicado viaje a Birmania y Bangladés, vuelve a poner su mirada en su natal Latinoamérica, adentrándose en un terreno minado por el conflicto indígena que enfrentan los gobiernos de Chile y Argentina.
Tanto así, que las reivindicaciones de los indígenas argentinos, que representan el 2.3% de la población del país, llegaron este miércoles 6 nuevamente hasta Roma. Lo hicieron mediante un encuentro de Francisco con la familia de Santiago Maldonado, el activista bonaerense hallado muerto en octubre, quien desapareció en agosto en medio de una protesta de indígenas mapuches reprimida por la Gendarmería argentina y cuyas responsabilidades últimas aún deben esclarecerse.
El Papa recibió a la madre de Santiago, Stella Maris Peloso, junto con su hermano y cuñada, Sergio Maldonado y Andrea Antico, en un encuentro celebrado en el albergue vaticano de Santa Marta, donde el jefe de la Iglesia católica vive y atiende a sus invitados más personales.
“El Papa está preocupado por la situación de Santiago. También hablamos de Rafael (Nahuel, un mapuche que falleció en un choque con la policía argentina)”, dijo Sergio Maldonado al salir de la reunión, que duró más de una hora.
“Nosotros no estamos en contra de un gobierno porque se nos antoja, sino porque nos mataron a Santiago. Vamos a seguir exigiendo verdad y justicia siempre, también dentro de dos, seis o diez años”, añadió Maldonado, al precisar que espera que “el gobierno argentino recapacite un poco”.
“El Papa ya está informado de la situación y de la realidad en Argentina”, agregó Antico, subrayando asimismo que no hay “una bandera política” detrás de su reclamo.
Indígenas en el Vaticano
Con ello, el antaño cardenal de Buenos Aires sumó una maniobra más a las que ha realizado, desde su llegada a la cabeza de la Iglesia católica en 2013, para dar visibilidad a los problemas de los indígenas del sur de Latinoamérica. Un asunto sobre el que puso el acento desde el mismísimo comienzo de su pontificado, cuando en junio de ese año recibió a Félix Díaz, opositor al kirchnerismo y líder de una comunidad de la etnia qom en la provincia norteña argentina de Formosa.
“Le hemos pedido que interceda y él dijo que la mejor forma de resolver los problemas es a través del diálogo. Él va a intentar eso, espero que salga (adelante la iniciativa)”, dijo Díaz tras reunirse con el Papa. Desde entonces, el enfrentamiento territorial sigue sin resolverse en Formosa —y, según el Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas (ODHPI), existen decenas de muertes dudosas en esa región argentina—, pero al menos la figura de Díaz tiene un alcance internacional y sus reclamos encuentran un eco mayor en organizaciones internacionales.
Sin embargo, pronto otro conflicto se asomó con fuerza en tierras argentinas y chilenas: el mapuche. Este grupo, que ocupaba la Patagonia hasta que fueron prácticamente aniquilados a finales del siglo XIX (en particular, a partir de la llamada Conquista del Desierto), ha reavivado en los últimos años la tensión con el Estado al reclamar la devolución de tierras que consideran ancestrales y que hoy ya no están en manos de esta comunidad. Algo que algunos grupos han llevado adelante con métodos pacíficos, mientras que otros han optado por acciones más agresivas.
“Ellos [el gobierno argentino]hablan de violencia y nos llaman terroristas, pero mataron y humillaron a nuestros abuelos, nos trataron como esclavos y nos despojaron de lo que era nuestro”, dice Soraya Maicoño, portavoz del grupo mapuche Pu Lof, uno de los más activos. “Hemos dicho basta. Desde hace cinco años, muchas comunidades practican la autodefensa, aunque, ojo, no con armas, con piedras. Así hemos recuperado algunas tierras”, afirma, en relación con algunas tomas de tierras realizados en particular a partir de 2015 en terrenos de la multinacional textil italiana Benetton, que en 1991 compró 900 mil hectáreas en la Patagonia argentina.
Con ello, en lo que va desde el inicio de esta pugna, la comunidad ha sumado una setentena de causas penales por actos de sabotaje hasta privación de la libertad, decenas de detenciones de miembros y reiterados enfrentamientos con la policía. Un conflicto que se ha agravado con muertes como la de Santiago Maldonado y, más recientemente, del mapuche Rafael Nahuel. Este último falleció el pasado 25 de noviembre en las cercanías de la ciudad andina de Bariloche, tiroteado por la policía, en una acción policial que se produjo después de que un grupo de mapuches ocupara ilegalmente una parcela de tierra del parque nacional Nahuel Huapí.
Ante ello, como en otros casos, el gobierno de Cambiemos (Mauricio Macri) ha defendido su actuación y la de la policía. “Fue una acción legal y legítima frente a una acción ilegal, violenta e inaceptable para la democracia de un pueblo que quiere vivir en paz”, respondió la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Según su versión, los mapuches habrían atacado a los agentes usando “armas de grueso calibre”, una táctica que anteriormente nunca se ha llegado a documentar con pruebas definitivas.
“Se vuelve a repetir una intervención de las fuerzas de seguridad en el marco de los reclamos de las comunidades indígenas, con consecuencias drásticas”, ha criticado, por su parte, Amnistía Internacional, al recordar los “numerosos desalojos que sufren frecuentemente los pueblos indígenas a lo largo de todo el país, que vulneran sus derechos humanos”. Según esta organización humanitaria, en la actualidad hay más de 180 conflictos territoriales abiertos en Argentina con los pueblos originarios, que además en ambos países sufren exclusión y pobreza.
En este contexto, en los últimos días, el obispo de Bariloche, Juan José Chaparro, ha integrado una mesa de diálogo entre los mapuches y el Estado de la que él mismo ha sido promotor después de la muerte de Rafael Nahuel.
En esa sede, Chaparro ha condenado tanto la represión policial y estigmatización del gobierno argentino hacia los mapuches, como ha pedido a los indígenas el flexibilizar sus posiciones. “El Papa está al tanto del tema y siempre nos da directivas para mantener la paz y el diálogo, que no es fácil”, añadió Chaparro. “Desoír o ignorar durante décadas reclamos, puede esconder sutilmente algún tipo de violencia institucional (contra los mapuches)”, se escribió, en otra intervención, desde el obispado de Bariloche.
En la agenda chilena
Finalmente, el tema ocupará a Francisco durante su viaje a Chile, país en que estará del 15 al 18 de enero, incluyendo una visita a la localidad chilena de Temuco, donde también en los últimos tiempos se han registrado hechos de violencia relacionados con los reclamos de los mapuches. Para ello, Francisco ya se reunió en octubre también con representantes del Concejo de Todas las Tierras de Temuco.
“Un tema que estará en la agenda del Papa es el del pueblo mapuche, una comunidad que en Chile está integrada, si bien en los últimos tiempos algunos grupos están buscando una mayor independencia”, explica el fray chileno Jorge Horta, decano de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Antonianum de Roma. “El problema es que la mediación de la Iglesia no ha sido muy fructífera en años pasados, incluso nos han quemado iglesias”, añadió Horta, en conversación con esta periodista al margen de una reunión del Observatorio Mediatrends América en la capital italiana.
Según lo previsto, Francisco tiene en su agenda el 17 de enero una misa “por el progreso de los pueblos” en el aeródromo de Maquehue, en las afueras de Temuco, y una reunión con un grupo de mapuches durante su estancia en el país, como también ha confirmado Peralta, el responsable organizativo del periplo papal.
“El Papa buscará acercar posiciones en el conflicto de los indígenas mapuches por la reivindicación de tierras y el Estado chileno”, puntualizó el 30 de noviembre.
Las citas prometen ser de alto voltaje. De hecho, a pesar de que el viaje se llevará a cabo en Perú y Chile, el periplo papal ocurre después de que en junio pasado los presidentes chileno y argentino, Michele Bachelet y Mauricio Macri, mantuvieran un diálogo sobre la cuestión mapuche, que se produjo simultáneamente a la detención de Facundo Jones Huala.
Este es un lonco (como se llama a los jefes mapuches) que Chile reclama por un incendio ocurrido en el latifundio Pisu Pisué, en la región chilena de Los Ríos, en 2013, además de la tenencia ilegal de armas de fabricación artesanal y la infracción a la Ley de Extranjería. Argentina, en cambio, lo vincula con la supuesta Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), una organización a la que el gobierno argentino de Cambiemos considera como “terrorista”. Y Santiago Maldonado desapareció precisamente tras un acto de reclamación de la puesta en libertad de Huala.
Dicha circunstancia se añade a que, en septiembre pasado, también en Chile se ha producido la detención de ocho dirigentes indígenas, entre ellos el fundador de la Coordinadora Arauco Malleco, Héctor Llaitul. Y a que, un mes después, el subsecretario del Interior chileno, Mahmud Aleuy, se reunió en Buenos Aires con la ministra Bullrich, para abordar el viaje del Papa y elaborar un plan para evitar “cruces ilegales” de Argentina a Chile durante la visita papal.
Sin embargo, Maicoño, la vocera mapuche, no tiene la certeza de que las acciones del Papa ayudarán a su causa. “El Papa debería empezar por reconocer que los mapuches hemos sido víctimas de un genocidio y que la Iglesia también es responsable”, dice la mujer. “Hecho eso, a nosotros no nos interesa practicar la autodefensa, por lo que si nos ayudan a establecer un diálogo con el gobierno, son bienvenidos”.
Respondiendo a críticas dentro de su país, Maicoño ha además subrayado que el punto de partida para los mapuches de hoy no es retornar completamente a su cultura del siglo XIX, pues no lo creen viable, pero sí obtener mayores niveles de autonomía del Estado argentino.
Otra incógnita es la reacción al activismo papal de ambos gobiernos, en particular el de Mauricio Macri de Argentina, con el cual la relación con Jorge Bergoglio nunca ha sido particularmente cálida.