La corrupción con rasgos sistémicos, los escándalos sexuales, el descarado lobby, el financiamiento ilegal de parlamentarios han sido algunos de los factores que han obligado a una mayor discreción en las acciones de no pocas instituciones.
Es el caso de la Iglesia Católica, no sólo en permanente observación pública tras bullados escándalos sexuales de circulación local y planetaria, sino también por la fuente y uso de sus bienes y otros activos. El lujo excesivo, así como dudosas inversiones y fuentes de ingresos, están bajo la mirada ciudadana global y nacional.
En medio de la corriente de corrupción que ha marcado esta década, la Iglesia Católica chilena decidió en 2016 publicar sus estados financieros y el destino de sus inversiones. En esta acción de aparente transparencia, el segundo paso ha sido reacomodar parte de sus activos. Un proceso que ha revelado altos conocimientos del mercado, las finanzas y la economía neoliberal globalizada por parte de esta institución milenaria. Pero también inversiones motivadas por el lucro, con posiciones en acciones de corporaciones muy cuestionadas ya sea por sus tratos laborales, sus impactos ambientales o por ser abiertamente corruptas. Es el caso de SQM, la corporación controlada por Julio Ponce Lerou en la que la Iglesia mantuvo un paquete accionario.
Al exhibir al público sus inversiones, el administrador del Arzobispado de Santiago, Ramiro Montesinos, explicó que la decisión buscaba terminar con negocios que “no sean de nuestro giro”, como hasta aquel año lo era la automotora Coseche, importadora de vehículo Chevrolet. Hasta esa fecha el Arzobispado de Santiago era dueño del quince por ciento de la importadora, en tanto otras organizaciones religiosas, la Corporación de Beneficencia Cáritas Chile y la Orden de la Madre de Dios, poseían el treinta por ciento.
Junto a la venta de estos activos le siguió el desprendimiento de importantes paquetes bursátiles. En una publicación del diario La Tercera se informó que la Iglesia pondría en venta títulos en grandes corporaciones nacionales, tales como la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), Chilectra, Telefónica, Enersis, Muelles de Penco, Servicios Financieros Progreso, Norte Sur S.A., Oxiquim, Copec, Minera Valparaíso, Melón S.A., Automovilismo y Turismo S.A., Forestal Pasur e Inmobiliaria Sixterra, además de la controvertida SQM.
Aun cuando las inversiones no excedían del uno por ciento de la participación accionaria, rondaba el problema ético. En la oportunidad, Fernando Ramos, vicario general del Arzobispado de Santiago, justificó la venta de esos títulos en cuanto las “operaciones no éticas complican”, además “de la colusión”. No sólo SQM, también estaba en el centro de la agenda la CMPC, por el caso del papel tissue.
Por el valor de aquellos activos la Iglesia obtenía ingresos que no superaban los cien millones de pesos anuales. No así con otros recursos, por los cuales sólo el Arzobispado de Santiago registró en 2016 ingresos y gastos por unos 10.300 millones de pesos, unos 14 millones de euros. En la página web del Arzobispado puede hallarse un compendio muy resumido de sus operaciones financieras. En cuanto a los ingresos, el 41 por ciento corresponde a donaciones privadas, el 33 por ciento a los ingresos por el 1% accionario y el 26 por ciento por concepto de alquileres. Respecto a los gastos de 2016, que alcanzaron 10.206 millones de pesos, un 67 por ciento se destinó a vicarías ambientales y zonales en tanto el resto a administración y otras actividades.
Las donaciones privadas de 2016, que corresponden al 41 por ciento de los ingresos totales, se mantienen bajo reserva. Otras donaciones, señala la publicación, provienen del extranjero canalizadas a través de agencias internacionales como la ONG Adveniat, que obtiene fondos en Alemania para el trabajo pastoral de la Iglesia Católica en América Latina. Asimismo, la mantención de una cuenta bancaria en Estados Unidos, con el pago de sus respectivos intereses en dólares, es otra forma de obtener donaciones en el extranjero para el Arzobispado de Santiago.
BIENES INMUEBLES
POR 103 MIL MILLONES
El Arzobispado, según el reportaje citado, posee 388 bienes raíces, con un avalúo fiscal por sobre los 103 mil millones de pesos. Sin embargo, hay otras versiones que estiman en más de cuatro mil las propiedades de la Iglesia, incluyendo templos, parroquias, casas de acogida y colegios, entre otro tipo de inmuebles. A partir de estos bienes y activos históricos, el arriendo de propiedades se mantiene como una de las principales fuentes de ingresos, que en 2016 fueron el 26 por ciento del total. Entre ellos hay colegios, pero también estacionamientos, supermercados, tiendas de diferentes rubros y restaurantes. En total, el Arzobispado mantiene 127 inmuebles en arriendo en distintos lugares de Santiago los cuales administra el corredor Leonel Ojeda. Por este concepto, el Arzobispado obtuvo en 2016 beneficios por 2.678 millones de pesos.
Además de los arriendos a privados, hay relaciones comerciales con entidades estatales. La Universidad de Santiago firmó hasta 2017 un acuerdo con la Iglesia para utilizar un edificio de avenida Ecuador, cuyo costo se fijó en UF 320 mensuales. Junto a ello están los alquileres de los inmuebles de la sede del Arzobispado en calle Erasmo Escala a la Universidad Alberto Hurtado.
Comparativamente con otros países católicos, los ingresos de la Iglesia Católica chilena son muy reducidos. El caso de España vale para hacer este contraste. El patrimonio de la Iglesia, sus bienes inmuebles, los ingresos por fiestas y celebraciones, generan una inmensa riqueza que la Conferencia Episcopal española, con la asesoría de la auditora KPMG, cifró en 2014 en 32.520 millones de euros. La mayor parte de esta cifra, 22.620 millones en concreto, se generan a través de los más de tres mil bienes inmuebles de interés cultural que pertenecen a la Iglesia, de los que 18 son Patrimonio de la Humanidad, 78 catedrales y 3.072 bienes de interés cultural que no son catedrales. Una cifra que no tiene parangón si la oponemos a los recursos (poco más de catorce millones de euros) que obtiene como ingresos la Iglesia chilena.
Se calcula que el patrimonio eclesiástico español está integrado por 100.000 inmuebles. O dicho de otra forma, el 80% del patrimonio histórico-artístico hispano pertenece a la Iglesia. Para muestra, el 70 por ciento del suelo habitable de Toledo está en manos de la Iglesia. Y lo mismo puede decirse de Avila, Burgos o Santiago de Compostela. Nadie sabe la cuantía total del patrimonio eclesiástico. La Iglesia no lo dice, escudándose en el funcionamiento diocesano de la misma.
LA IGLESIA, MEJOR NEGOCIO QUE LAS GRANDES CORPORACIONES
En el caso español, tal como en el chileno, las cifras se refieren a ingresos. Los patrimonios son infinitamente mayores. En España se estima que la Iglesia Católica es la primera entidad con mayores propiedades después del Estado. Para darse una idea del volumen de sus ingresos anuales, una corporación como la CMPC tuvo ingresos en 2015 por unos 3.900 millones de euros, una cifra varias veces menor a los de la Iglesia ibérica. Una denuncia de la organización Europa Laica calcula que la Iglesia española se lleva al año, entre exenciones e ingresos varios, once mil millones de euros, una cifra bastante mayor, incluso, a un banco del tamaño del BBVA de España, con ganancias por 4.700 millones de euros en 2016. A diferencia de una compañía privada, la Iglesia está exenta de pago de impuestos.
A nivel mundial los números alcanzan cifras indescifrables. Los tesoros del Vaticano y las catedrales Patrimonio de la Humanidad no tienen una valoración precisa por su magnitud. Una investigación publicada en 2012 por The Economist calculaba en 170 mil millones de dólares los gastos globales de la institución religiosa católica. Una cifra estimativa, por la opacidad y extrema complejidad de su estructura financiera. Según la investigación citada, “la Iglesia Católica es por un lado muy jerárquica, centrada en la autoridad del Papa, en tanto en su base es totalmente descentralizada, con cargo a cada obispo cuya diócesis funciona como un virtual principado”.
Es posible seguir esta pista desde el Vaticano, cuyas inversiones están canalizadas a través del Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el Banco del Vaticano. The Economist asegura que su portafolio de inversiones financieras supera los 2.600 millones de dólares. Solo en Italia sus intereses se extienden por el sistema bancario, aerolíneas, inmuebles, empresas públicas y hasta en la cinematografía.
El Banco del Vaticano, tras la bancarrota del Banco Ambrosiano en 1982, ha llevado a cabo un proceso de mayor transparencia financiera. En noviembre de 2013 contrató a la consultora Ernst & Young para la realización de auditorías externas y evitar irregularidades como el lavado de activos. En concreto, el IOR administra unos siete mil millones de euros en Bonos del Tesoro, mercado de valores y mercado interbancario. Esos son, por lo menos, los destinos informados, pero no se descartan inversiones en paraísos fiscales. De estas actividades regulares, el IOR informó en 2012 ganancias por 86 millones de euros, de los cuales, dice, 56 millones se destinaron a apoyar el presupuesto del Vaticano.
GANANCIAS POR EL
“GIRO RELIGIOSO”
El Vaticano puede considerarse como una gran empresa financiera. Investigaciones no oficiales estiman que participa o ha participado como accionista del Banco Di Roma, Banco Dil Santo Spiritu, Credito Centrale Di Lazio, Centrale di Credito, Banco Católico Veneto, Banco Comerciale Italiano, Cassa di Risparmio di Roma, Bancario Italiano, Banco Popular, Chase Manhattan Bank, Caja Sur, Caja de la Inmaculada de Aragón, Cajacírculo y Bankers Trust. También tiene o ha tenido inversiones en Alitalia e Italgas (sucursales en 36 ciudades italianas), Fiat, Olivetti, Lancia, Chrysler, Group LLC y otras no menores como Shell, Gulf Oil, General Motors, Inditex, Endesa y General Electric.
Otros son los ingresos por los negocios asociados al “giro religioso”. Sólo en Italia, el Vaticano ha informado que por la administración de los museos de la Santa Sede tuvo en 2014 un excedente de 63 millones de euros. En tanto por el arriendo, aquel mismo año, de la Capilla Sixtina para un evento del fabricante de automóviles de lujo Porsche, obtuvo 5.900 dólares por cada uno de las decenas de participantes. Otros ingresos son obtenidos por actividades eclesiásticas, como por ejemplo el oneroso proceso para canonizar a un santo, que conlleva tareas de lobby, mensajería, tarjetas y otros gastos.
Sin duda que uno de los negocios más rentables es el que rodea las actividades del Papa. Cifras oficiales estiman que bajo el papado de Francisco estos ingresos han aumentado de forma sensible. A diferencia de Benedicto, que durante su papado recibió un total de veinte millones de visitantes en el Vaticano, el argentino Jorge Mario Bergoglio ha atraído a actividades en la Santa Sede, desde marzo de 2013, a doce millones de católicos y a otros trece millones en actos fuera del Vaticano. Estas puestas en escena, similar a otros espectáculos masivos incluso como los grandes conciertos de rock, están apuntalados por merchandising, publicidad y aportes en dinero que engrosan las arcas del Estado vaticano.
La visita a Chile de Bergoglio, cuyo costo, hasta el momento, asciende a diez mil millones de pesos, se inscribe en estas actividades comerciales, de los cuales unos siete mil serían canalizados y subsidiados por el Estado chileno.
PAUL WALDER
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 892, 12 de enero 2018.