Noviembre 15, 2024

Navidad sin Anita

Es nuestra primera Navidad sin Anita. La del 73 nos encontró separados, por encontrarme confinado en la Isla Dawson, pero ambos sabíamos que habría un reencuentro.

 

 

Ahora es diferente. He tenido un par de días melancólicos. Dándome vueltas en el departamento, sin propósitos claros. Recorriendo los álbumes de fotografías y añorando tantos momentos hermosos o difíciles, siempre compartidos. Recordando las dificultades para engendrar nuestros hijos. Los desafíos profesionales, primero en la Universidad, más tarde en el ejercicio profesional. Las utopías sociales y políticas. Las cuatro campañas de Allende. Las responsabilidades de gobierno,  Anita en una trinchera yo en otra.

Nuestro generoso hogar, en calle California y también en Blokland, Copenhague, fraternal, alegre, invariable sitio abierto a parientes y amigos, celebrando nuestros éxitos profesionales, los cumpleaños, aniversarios de matrimonio y el Año Nuevo. Con Anita impecable para organizar todo, tranquila y metódica en medio de un feroz despelote.

Anita, también resignada con el temprano deceso en Copenhague de nuestro hijo Andrés, cuando apenas cumplía 36 años de vida. Siempre acompañados además, por esa hija ejemplar que fue Alicia, heredera de las virtudes de su madre, ingeniosa, alegrando la casa con su risa eterna.

 

Nos quisimos muchísimo con Anita. Juntos construimos nuestro hogar y la oficina.

Juntos afrontamos todo: éxitos y fracasos. ¿Cómo fue posible tan hermosa relación? No lo sé.

En los últimos años, cuando Anita comenzó paulatinamente a alejarse de este mundo, nuestro amor se transformó en una ternura infinita. La quise, tal vez más intensamente. Escuchaba mi voz  fuera del dormitorio y sus cuidadoras me decían que tornaba la cabeza tratando de ubicarme. Semejante sentimiento experimentaba con la llegada de su hermano Pedro, que la acompañó constantemente, a lo largo de su prolongada enfermedad.  También la Rebe estuvo siempre junto a Anita y nuestra nieta Paulina a la distancia.

¡Qué decir de nuestros ya no se como llamarlos si hijos o hermanos: Ximena y Lucho Vera!

En fin en esta noche llamada buena, escribo estas líneas creo que como desahogo, en un esfuerzo llamemos virtual, por intentar tener a Anita junto a nosotros.

¡Cómo la echamos de menos!!

Los saluda y abraza  con mayor afecto  aún.

 

El ya viejo Miguel Lawner.

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