“Cuando la gente escuchaba ‘¡Urgente. El Diario de Cooperativa está llamando!’ albergaba la esperanza de que escuchar que la dictadura se había terminado.
Radio Cooperativa abrió una posibilidad inmensa para denunciar esa situación sin pensar mucho en los riesgos que corría. Todo el equipo periodístico estaba volcado en conseguir espacios de libertad, aunque fueran milimétricos y la tarea fue difícil y arriesgada, las brutalidades de la dictadura fueron impresionantes. El temor siempre estaba latente, pero seguíamos bregando para recuperar la democracia”.
Las palabras anteriores corresponden a una entrevista que el periodista Sergio Campos dio a la agencia informativa EFE a raíz de la presentación del libro “La voz de la radio está llamando”, en el cual relata su experiencia profesional en radio Cooperativa.
Muchos otros periodistas participaron de la labor realizada por radio Cooperativa durante la dictadura, como es el caso de Sylvia Yermani Valenzuela que, recientemente escribió el libro “Una voz de los ochenta”.
“El objetivo de escribir este libro fue dar a conocer mi experiencia como reportera en tiempos difíciles, en tiempos límites”, afirma la autora.
“Fue una década muy complicada porque vivíamos con el miedo presente en todo momento, dentro y fuera de la radio incluso en nuestros hogares. A pesar de ello, trabajaba con un equipo de personas intrépidas que enfrentaba la tarea de llevar la información a los auditores que día a día nos escuchaban y creían lo que nosotros comunicábamos”.
En el texto, la autora cuenta que cuando llegó a la radio, le asignaron el área del sindicalismo, nada fácil en tiempos en que esa actividad estaba prohibida pero fueron justamente los sindicalistas, los primeros en abrir espacios de discusión política en esos años.
“Tiempos en los cuales teníamos que escribir con máquinas manuales, con papel calco para hacer copias de lo que escribíamos, sin celulares que ayudaran a un despacho sino que había que andar con monedas para llamar desde un teléfono público o bien, tener conocidos que facilitaran un teléfono. Además, teníamos que tener una red de informantes y nuestras investigaciones, se hacían en bibliotecas públicas o privadas transcribiendo a mano los datos que nos interesaban”.
Para Silvia “es importante dar a conocer mi experiencia para que las nuevas generaciones descubran los claroscuros de esta profesión, porque quienes se entreguen con pasión a su ejercicio se encontraran con personas que harán lo imposible por detenerlos, humillarlos o utilizarlos pero, que nada de eso los detenga en la búsqueda de la verdad a través un ejercicio ético y honesto que, al final, es lo único que cuenta”.